El Vicerrectorado de Relaciones con la Sociedad de la Universidad de La Laguna ha puesto en marcha la II Semana de la Solidaridad y el Voluntariado, y dentro de la cual acaba de celebrar un nuevo ciclo de ULL Debates, dedicado a una herramienta pedagógica denominada Aprendizaje Servicio (ApS) que centra su esfuerzo en aprender haciendo un servicio a la comunidad, haciendo algo útil no solo para el propio estudiante sino también para los demás.
Existe de hecho una red nacional de universidades que ya utilizan el ApS en algunas de las materias que imparte, al tiempo que también hay otra de colegios y de ayuntamientos que hacen lo propio. “Se trata de un intento de poner sobre la mesa una metodología que tiene que ver con el compromiso social de las instituciones y de las personas, que refleje la importancia de la repercusión social de lo que hacemos”, expuso Francisco Amador Morera, director de Responsabilidad Social Universitaria, al comienzo de la sesión, celebrada en el Paraninfo.
Roser Batlle es una pedagoga especializada en educación en valores y educación para la ciudadanía, además de presidenta de la Red Española de Aprendizaje-Servicio. Ha sido invitada por la ULL para participar en varias actividades de este programa, junto a Virginia Martínez, de la Universidad Pablo de Olavide, y Aitziber Mugarra, de la Universidad del País Vasco.
“El Aprendizaje Servicio no es un invento, es un descubrimiento, es algo que los buenos profesores, las buenas organizaciones logran descubrir a lo largo de su vida”, afirmó Batlle al comienzo de su intervención. Para ilustrar su punto de vista puso varios ejemplos prácticos, como el de Sant Joan Despí, donde en varios colegios se plantearon por qué había cada vez menos golondrinas en la región. Los niños construyeron nidos con arcilla, aprendieron los hábitos de estas aves y se volcaron en la idea de recuperar el paso de las golondrinas por su río, con resultados muy positivos.
“Se trata de alianza cívica entre actores sociales, con las que se resuelven problemas. Es una necesidad social, un servicio a la comunidad, se trata de aprender haciendo, enfocado al bien común”. ¿Para qué formamos a las personas?, se preguntó la ponente. Para fomentar el talento individual, cierto, pero sobre todo para reforzar el compromiso social y promover el cambio. “Y lo segundo no puede ser sin lo primero”, aseveró la experta.
El ApS permite aprender habilidades sociales, autoestima, valores humanos, competencias y conocimientos y participación ciudadana. Es sobre todo este último aspecto el que distingue a esta metodología, que está extendida por todo el mundo, especialmente en Estados Unidos y también en Sudamérica. Hay una red española en 18 comunidades, “que como red hace pocas cosas porque lo que interesa es el desarrollo en lo local”. Las universidades tienen su propia red, con más de 40 centros por todo el país.
Con todo, la invitada por la ULL señaló que hay muchas cosas que son educativas, y muy válidas, pero no son Aprendizaje Servicio. “No todo puede nacer del ensayo y error, hay cosas que se deben aprender porque sí”, matizó. También expuso que el educador está condicionando desde que está al lado de los niños, y que no es posible educar sin influir. La metodología que promueve es “una oportunidad para que los niños participen como ciudadanos activos, para mejorar el capital social, compartiendo valores, tejiendo redes y estableciendo confianza”.
Coloquio
La vicerrectora de Docencia, Ana Isabel Jiménez, fue la encargada de abrir el debate posterior, moderado por Aitziber Mugarra, para indicar que la Universidad de La Laguna está cada vez más implicada en la defensa de la sostenibilidad y en la proyección e impacto social de lo que hace. “Hay muchos profesores que trabajan en la resolución de problemas sin saber que existe esta metodología y estas redes”, aclaró. De hecho el propio vicerrectorado ha promovido un curso con las ponentes y los profesores del centro académico para explicarles los parabienes de esta metodología.
Alicia Morales, alumna del Máster en Diseño e Innovación para el Sector Turístico de la ULL, explicó su caso concreto. Como trabajo de fin de máster, realizó una intervención en el barrio Las Moraditas de Taco, desconocido en otros entornos. “Me di cuenta de que trabajar con colores o con diseños no servía allí de nada. A ellos les hacía falta un mapa para que se sepa dónde están, promoción del barrio, cartelería, y organización de eventos con los vecinos que supusiera mayor cohesión social. Me he comunicado con el barrio, con los vecinos y me ha encantado la experiencia; ahora sé que quiero dedicarme al diseño social”.
Virginia Martínez, de la Universidad Pablo Olavide, trabajaba con cuestiones sociales y no sabía que hacía ApS ni que había una red universitaria en este ámbito. Ahora está implicada de lleno y este año tendrá lugar el octavo congreso nacional y décimo internacional, en octubre en Sevilla.