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Ciencia de la mano de la industria

lunes 16 de octubre de 2017 - 17:28 GMT+0000

Carmen Vela es bioquímica y profunda conocedora del mundo de la empresa antes de dar el salto a la política para gestionar, desde 2012, la Secretaría de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación, dependiente del Ministerio de Economía y Competitividad. La que fuera directora general de la empresa de biotecnología Ingenasa y presidenta de la Sociedad Española de Biotecnología, participa en el Campus América de la Universidad de La Laguna para hablar del sistema de ciencia español, en el que echa en falta mayor conexión con la industria.

¿Qué opinión tiene de Campus América?

Está demostrado que sumar, colaborar, da muy buenos resultados en ciencia. Por eso que desde Canarias se haga este campus dedicado a las relaciones con América, a la que me he dedicado muy profundamente, es una muy buena noticia. Necesitamos estrechar lazos y colaborar.

¿Qué perspectivas tiene acerca del Pacto por la Ciencia?
Estamos trabajando con todos los grupos políticos, y después de dos reuniones hemos convenido que es mejor hacer un acuerdo parlamentario por la ciencia. Tenemos puntos de vista muy próximos, y aunque con este escenario político ahora mismo está más ralentizado vamos a llegar juntos a un punto común: diseñar y tener una buena carrera profesional de investigadores, para que nuestros jóvenes sepan dónde empiezan y, siempre basado en el mérito, conozcan dónde quieren terminar. Tenemos que trabajar en una mayor financiación para la I+D+i, también en una mejor administración, a través de un procedimiento más flexible, con rendición de cuentas pero sobre todo desde las evaluaciones ex post, para rendir resultados más que dedicarnos a evaluar actividades previas. Todos tenemos la tarea de hacer común la ciencia en la sociedad; por eso mientras no tengamos unos ciudadanos que entiendan que la ciencia trabaja por y para ellos y sean ellos nuestros cómplices, lo vamos a tener difícil.

¿Qué puede decir de la Agencia Estatal de Investigación?

Es ya una realidad, a partir de julio de 2017 tiene ya su propio presupuesto y alcanza ya todas sus capacidades, porque fue creada en 2016. Las convocatorias ya se están haciendo desde allí, aunque es verdad que faltaban los procedimientos, a falta del presupuesto. Con ello se va a agilizar todo lo que es concurrencia competitiva, proyectos, convocatorias de recursos humanos… Y sobre todo no tendremos esa enrome presión de que cuando llega el 31 de diciembre o está todo gastado o ya no se puede gastar, porque la agencia puede utilizar un criterio plurianual y pasar recursos a ejercicios posteriores.

Usted qué prefiere, ¿investigadores funcionarios o no funcionarios?

Una mezcla. Tenemos investigadores funcionarios que están realizando un excelente trabajo, es el sistema que tenemos y es muy sólido, pero ya desde 2013 estamos lanzando convocatorias para personal investigador de carácter no funcionarial. Así funcionan por el resto del mundo y también en muchos de nuestros mejores centros, como es el caso del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, el Centro Nacional de Investigaciones Cardiológicas y en varios centros catalanes. Todos estos centros trabajan con contratos vinculados a proyectos o a una evaluación cada cinco años. Se estudia si su trabajo es bueno y si sigue manteniendo los niveles de calidad por los que fue contratado, y si no es así se tendrá que buscar otra ubicación…

Hay muchos contratos temporales, y queremos que se produzca una estabilización, pero siempre basada en el mérito. Queremos que todos los investigadores que realmente realizan tareas estructurales estén protegidos.

¿Cree que existe todavía techo de cristal en la ciencia?

Claro que existe, y nos dedicamos a luchar contra esta realidad… Personalmente he trabajado mucho sobre esto, en la Secretaría de Estado tenemos una unidad de mujer y ciencia y que está extraordinariamente liderada por una profesora de la Universidad de La Laguna, Ana Puy. Estamos trabajando en aspectos cuantitativos, es decir, que en el número de mujeres y de hombres no se produzca un desequilibrio por algún sesgo que no percibamos, y para eso analizamos todas las convocatorias, para asegurarnos de que el número de solicitudes y de concesiones no tenga un desequilibrio de género. También trabajamos para que en la ciencia en sí, en lo cualitativo, el aspecto del género se analice, y todos los proyectos en España deben declarar si su investigación tiene impacto de género o no. Tanto si la tiene como si no deben de justificar el porqué. Tenemos una hoja de ruta aprobada por la UE y nos lo tomamos muy en serio. Pedimos a nuestros Organismos Públicos de Investigación (OPIS) que esto esté en la agenda, además de que todos ellos cuentan con planes de igualdad.

La fuga de cerebros, ¿es una leyenda negra, es realidad, tiene usted datos?

Desde 2012 empezamos a trabajar en este asunto, tratando de detectar los números reales. Ciertamente se ha contratado al 10% de la tasa de reposición, pero hay que distinguir además entre las personas que salen para formarse de los que lo hacen porque aquí no encuentran otras posibilidades. Intentamos hacer un estudio sólido y nos encontramos con muchos problemas, fue un momento en el que salieron muchos españoles, gente joven y también descendientes de familias latinoamericanas. Era difícil distinguir, llegamos hasta los doctores que se habían ido, pero no todos los doctores son investigadores, y además tenemos la mala costumbre de no inscribirnos en los consulados cuando vivimos fuera de España…con lo cual resultaba muy difícil saber cuántos han salido. Por supuesto que hay personas que se han ido a investigar a otros países, pero no tenemos los datos.

Estamos intentando al máximo contratar y lograr que vuelvan los que han salido. Ahora ya en los organismos públicos estamos superando la tasa del 100% de contrataciones. Estamos hablando de más de 350 contratos para las OPIS y otros 300 de promoción interna; esa es la tarea, recuperarnos rápido y crear posibilidades de retorno a nuestro sistema. Amén de cuidarlos en el extranjero a través de asociaciones que les permitan estar cohesionados y con las que tenemos mucha comunicación de plazas, convocatorias y todo lo que necesiten.

La transferencia a la sociedad sigue siendo en muchos casos un punto débil de las universidades españolas. ¿Cómo lo ve usted?

Llevamos toda la vida pensando que las universidades generan el conocimiento y luego lo transfieren a las empresas y en eso nos ha ido bastante mal, tanto aquí como en cualquier otro sitio. La transferencia es mucho más compleja, es más una circulación de conocimiento. No se trata de que la universidad genere y luego pase, porque necesitas un sistema de igualdad. Las empresas también hacen investigación y también tienen que comunicarlo a las universidades, por eso nos gusta hablar más de circulación de conocimiento. Nos estamos acercando al verdadero problema: si circulamos conocimiento, porque una empresa tiene un problema y logra que la universidad se lo resuelva, hemos ganado.

Tenemos un sector industrial de empresas muy pequeñas, además de la mitad que la media de la OCDE de doctores en las empresas, es decir, muchos de nuestros académicos no encuentran un homólogo en la empresa. Además, es muy importante valorarlo: un profesor que hace investigación y que colabora con una empresa debe tener un impacto en su carrera profesional.

Gabinete de comunicación


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