El Laboratorio de Física Médica y Radiactividad Ambiental (Fimerall) de la Universidad de La Laguna lleva activo desde 1990 y forma parte desde hace un año de los Servicios Generales de Apoyo a la Investigación (Segai) del centro académico. Bajo la dirección administrativa de José Luis Rodríguez y de la dirección técnica y de calidad de María López, esta infraestructura tiene suscrito un acuerdo con el Consejo de Seguridad Nuclear que le convierte en estación de vigilancia radiológica ambiental en Canarias.
Se trata de un laboratorio pequeño, pero activo los 365 días del año, no en vano cuenta con estaciones de muestreo de aire, agua de consumo, toma muestras de alimentos, también de suelos vírgenes y de agua de lluvia, datos que reportan al Consejo, el órgano con competencias en protección radiológica. Ubicado en Enfermería, tan solo lo forman dos personas: María López Pérez, ya citada, y la técnico Xiomara Duarte Rodríguez. En trámite está la incorporación del profesor ayudante doctor Pedro Salazar Carballo, quien ya les está dando apoyo en la captación de clientes y en la medición de los ensayos.
Fimerall se encuentra en un momento de transición, ya que antes estaba adscrito al Departamento de Medicina Física y Farmacología, pero tras la jubilación del profesor Hernández Armas, el que fuera su director, ahora lo está al Segai. Si bien su trabajo diario no ha cambiado, sí es cierto que deben seguir protocolos diferentes y adaptarse a un nuevo entorno administrativo.
Además de los rutinarios informes al Consejo de Seguridad Nuclear, el laboratorio cuenta también con clientes propios que le encargan determinadas mediciones, lo que completa por entero la agenda de las dos especialistas. A ello se suma además toda la parte técnica que tiene que ver con las certificaciones de calidad. De hecho, el laboratorio participa anualmente en unas cinco inter comparaciones, tanto nacionales como internacionales, no solo en agua, sino también en suelo, dietas y aire, y los resultados suelen ser satisfactorios.
Centro acreditado
Mantener las acreditaciones oficiales lleva consigo bastante trabajo, explica María López, ya que supone validar ensayos, participar en inter comparaciones y disponer de los materiales de referencia. En 2015 obtuvo la certificación 1164/LE1941 que la Agencia Nacional de Acreditación concede a aquellos laboratorios preparados para la realización de ensayos en el área de protección radiológica en agua de consumo, según los criterios recogidos por la norma UNE-EN ISO/IEC 17025. Más concretamente, señaló la idoneidad de esta instalación para las determinaciones en aguas de consumo de la actividad alfa total, beta total y beta resto.
Se trata del primer y único laboratorio de Canarias que ha logrado esta acreditación, cuya tramitación ha supuesto una labor de varios años para cumplir los exigentes requisitos de la ENAC. Además, solamente existe apenas una decena en toda España que posea el distintivo, lo cual es un indicador de la excelencia y del alto grado de especialización logrado por esta infraestructura científica de la Universidad de La Laguna. Desde entonces han ido renovando la acreditación sin mayor problema.
El laboratorio tiene capacidad para medir también los campos electromagnéticos de las líneas de alta tensión o de telefonía móvil; también está midiendo los niveles de radón en viviendas y ha colaborado en la elaboración del mapa de radiación ambiental en las islas occidentales.
Esta instalación pertenece a una red nacional compuesta por cinco centros de excelencia (red densa) que envían mediciones al Consejo de Seguridad Nuclear, a la que se suman otros 18 laboratorios más (red espaciada), pero de menor rango.
Desde Fukushima
Cuando tuvo lugar el accidente nuclear de Fukushima en 2011, el más grave después de Chernobyl, el laboratorio de la Universidad de La Laguna tuvo que cambiar la frecuencia de muestreo de las bombas de alto flujo y en vez de ofrecer resultados cada siete días se pasó a hacerlo diariamente, y luego cada tres días, para aumentar el control frente al desastre medioambiental acaecido. “Detectamos Cesio 137 y Iodo 131, que normalmente no suelen percibirse. Estaba claro que procedían del accidente situado en la costa noroeste de Japón, y eran valores por encima de lo normal aunque no superaban los límites permitidos”, recuerda la directora técnica del laboratorio.
Hasta los episodios de calima son percibidos por Fimerall. “Normalmente cuando Canarias está afectada por calima podemos comprobar que aumenta el nivel de Cesio 137”. El laboratorio ha medido también las concentraciones de radón tanto en las islas occidentales como en las orientales, de lo que se ha derivado la redacción de dos tesis doctorales. Aunque ninguna isla supera los límites establecidos, la próxima aprobación de un real decreto hará que el radón deba ser observado con mayor detalle en instalaciones públicas, colegios y hospitales, y también en todo tipo de nuevas construcciones.
Al tratarse de una fuente natural que produce cáncer –entre el 10 y el 15% de los cánceres de pulmón están asociados a este gas-, está recibiendo especial atención de las administraciones, si bien los niveles de radón en Canarias son más bajos que en ciudades como Madrid, debido al contenido granítico de los suelos.
“Pero lo cierto es que las lavas más ácidas tienen mayor contenido en uranio y producen mayores emisiones de radón”, explica Pedro Salazar, por lo que se está exigiendo más control de las zonas geográficas que cuentan con materiales eruptivos y también del tipo de emanación que lleva a cabo. Es muy probable que la presencia y el control de este gas abra una nueva línea de trabajo en el laboratorio universitario.
Gabinete de comunicación