La condición de islas ha supeditado históricamente el desarrollo económico, social y cultural de los territorios fragmentados geográficamente. Un ejemplo de ellos es el sistema energético de Canarias, que al igual que ocurre en Azores y Madeira, se caracteriza por una alta dependencia del exterior, que alcanza un 98% en el caso del petróleo y un 92% si hablamos de electricidad. El proyecto de financiación europea Enermac, en el que participa la Universidad de La Laguna, busca nuevos modelos energéticos para lograr un desarrollo sostenible en el ámbito macaronésico, incluyendo en este caso la costa africana occidental.
Enermac es el acrónimo de Energías renovables y eficiencia energética para el desarrollo sostenible de África Occidental e islas de la Macaronesia. Se trata de un proyecto POMAC-Interreg, es decir, un programa europeo, liderado en este caso por el Instituto Tecnológico de Canarias (ITC) con la participación de múltiples socios: las dos universidades públicas de este archipiélago, gobierno regional, cabildos insulares, plataforma Plocan, y universidades y entidades de Madeira, Mauritania, Senegal y Cabo Verde. Estos tres últimos países son considerados socios en la medida en que pueden recibir resultados del proyecto, pero no tienen acceso a gestionar estos fondos de investigación.
El proyecto, que dio comienzo en enero de este año y culminará en diciembre de 2019, cuenta con una financiación global que supera con creces los dos millones de euros y aborda tres grandes líneas estratégicas: la planificación energética, el ámbito solar térmico y la biomasa y, finalmente, el análisis de redes eléctricas y microrredes. El planteamiento general es marcar la hoja de ruta para que tanto las islas macaronésicas como la costa africana occidental puedan optar a un modelo de desarrollo más sostenible, basado en el uso de fuentes de energía renovables y en el abandono paulatino de los combustibles fósiles.
La catedrática de Ingeniería Química Andrea Brito dirige la parte que desarrolla la Universidad de La Laguna, con un total de 100.000 euros, para llevar a cabo dos líneas de trabajo con su grupo de investigación Catálisis Heterogénea (CaHe): el aprovechamiento general de la biomasa y el análisis del transporte terrestre sostenible.
Así, una de las tareas que se le ha encomendado en el proyecto tiene que ver con los biocombustibles. El propósito es estudiar la introducción de cultivos energéticos para la producción de biocombustibles destinados al trasporte por carretera. El énfasis en este punto viene de la mano del uso de plantas capaces de desarrollarse en suelos marginales, que demanden poco o ningún riego, y que no compitan con suelo agrícola destinado a la producción alimentaria.
A la par, explica Brito, se debe analizar la introducción de vehículos de combustible flexible, con el objetivo final de que todo el transporte por carretera impulsado por motores de combustión interna sea capaz de funcionar con cualquier mezcla. El grupo de trabajo debe realizar en este ámbito un análisis del mercado de combustibles en el sector transporte en las regiones participantes, así como de las necesidades de producción de biocombustible para el suministro. También ha de elaborar una hoja de ruta que defina los nuevos modos de movilidad sostenible en cada región, así como un estudio de viabilidad técnico-económica de las instalaciones de producción de biocombustibles, que incluya el análisis de externalidades, los impactos medioambientales y la seguridad del suministro de combustible y económico en general.
Enermac también atiende a la posibilidad de incrementar el uso del vehículo eléctrico, que cobra importancia al convertirse no sólo en una alternativa para sustituir combustibles fósiles en el sector del transporte, sino en un instrumento clave de la política de promoción de las energías renovables.
Amparado en iniciativas paralelas en el ámbito europeo, se pretende dar un impulso a la sociedad del hidrógeno y más en concreto a la movilidad en islas y regiones aisladas mediante el uso de sistemas que utilicen como combustible para vehículos el hidrógeno. De hecho, estudios recientes muestran que los vehículos que utilizan pilas de combustible podrían llegar a ser competitivos en el año 2020. Así, desde Enermac se impulsarán soluciones que combinen las tecnologías del hidrógeno y del vehículo eléctrico allá donde sea viable y utilicen como fuente de origen la energía renovable.
Residuos para generar energía
Otro objetivo de este ambicioso proyecto tiene que ver con la obtención de biometano. Se trata de recolectar información sobre el aprovechamiento de los residuos sólidos urbanos, lodos de depuradora, residuos agrícolas, forestales y ganaderos para la producción de biogás, que es básicamente una mezcla de metano y CO2, con pequeñas trazas de otras sustancias. “Nuestra idea es estudiar las técnicas de separación de gases, para purificar el biogás hasta un 98-99% de metano (biometano), susceptible de ser utilizado como combustible de automoción”, señala Andrea Brito.
“También los residuos que vienen de los excedentes del cultivo del tomate, del plátano, así como lo que se obtienen del procesado de productos agroalimentarios podrían utilizarse para generar energía. Por ejemplo, una quesería produce lacto suero, que muchas se devuelve a los ganaderos, se podría aprovechar también para obtener metano”, añade.
Además, una forma de reducir los residuos que se acumulan en los vertederos canarios es hacer uso de su valorización energética. Por eso el estudio y cuantificación de residuos orgánicos, susceptibles de ser utilizados como biomasa energética en procesos de valorización energética, es parte esencial de Enermac y donde el grupo de Andrea Brito tiene mucho que aportar.
En la memoria de Enermac se explicita que los lodos, la mayoría de las veces, se destinan a vertedero y sólo en algunos casos, como en Lanzarote, los lodos de depuradora son introducidos en la Planta de Biometanización del Complejo Ambiental de Zonzamas. En Gran Canaria, el tratamiento futuro previsto para todos los lodos es su digestión anaerobia en el Complejo Ambiental de Salto del Negro.
En cuanto a residuos ganaderos, añade, en Lanzarote se están gestionando mediante digestión anaerobia en la planta de biometanización del Complejo Ambiental de Zonzamas, mientras que en Tenerife un agente privado trata la gallinaza a través de digestión anaerobia.
“Lo primero es ponerse al día en los datos sobre la situación actual de los residuos en Canarias”. Cuántos residuos hay en cada isla, cuánto se genera y cuánto se aprovecha. “Mi grupo de investigación lleva mucho tiempo trabajando en esta materia, tenemos mucha experiencia”, explica, por lo que prevé la investigadora que no será muy complicado. Cuenta para ello con ocho personas en el proyecto, doctorandos incluidos. Con todo, la puesta en marcha de un proyecto de esta envergadura, especialmente en su arranque, puede llevarle hasta cinco horas diarias de trabajo, tarea que además compagina con otros proyectos y con la docencia.
Ahora se trata de recopilar los datos. “Estamos a la espera de contar ya en septiembre con otra persona que se incorpore por dos años al proyecto, con lo que esperamos que a finales de año ya tengamos cuantificados los residuos de Canarias”.
En una investigación de esta índole es fácil apreciar diferencias entre lo que se dice que se recoge y realmente la cantidad final de residuos recolectados. Otro problema es la estimación, cuánto se puede recoger de lo estimado. “Si vamos al aceite de fritura, por ejemplo, no resulta muy complejo estimar cuánto se produce, pero otro asunto es finalmente cuánto puedes recoger”.
La idea es que cuando todo acabe el grupo de investigación de la ULL marque la hoja de ruta en la implantación de los biocombustibles pertinentes en cada uno de los países socios africanos y, por otra parte, promueva el tipo de biogás que pueda implantarse en función del tipo de residuos recolectados. El proyecto de investigación persigue en última instancia la ‘descarbonización’ de estas sociedades, con el traspaso de las tecnologías encontradas a terceros países.
Cumplir los objetivos con el biogás parece tornarse más sencillo, al menos en pequeña escala, matiza la investigadora de la ULL. Cosa distinta es en los biocombustibles, porque la inversión necesaria debe ser mayor y ha de contar con una empresa que lo respalde.
Gabinete de Comunicación