Xavier Gisbert da Cruz es catedrático de Filología Francesa, cuya lengua fue la base de sus estudios desde sus primeros años de escolarización. Hoy habla correctamente tres idiomas, y con menos precisión hace uso de otros tres. Ha sido el responsable del programa de bilingüismo de la Comunidad de Madrid durante muchos años, donde ha cosechado un éxito importante. El que también ha sido consejero de educación de las embajadas de España en Londres y en Washington visitó la Universidad de La Laguna recientemente para firmar un convenio de colaboración con la Asociación Enseñanza Bilingüe, que preside en estos momentos, con el objeto de abrir en esta universidad un debate acerca de este modelo educativo, que sirva para mejorar el sistema a través de la recogida de experiencias, análisis de programas y publicación de estudios.
Este experto dice sin tapujos que a la enseñanza bilingüe no la defiende nadie en este país. Sin la implicación de las familias en el sistema, que desconocen su importancia y funcionamiento, y ante un panorama disgregado y poco homogéneo en el que cada comunidad autónoma hace lo que le parece, le llegan críticas de todos lados. Unos consideran que se trata de un sistema elitista, segregador, otros opinan que no ha sido evaluado convenientemente y unos terceros indican que no atiende a la diversidad.
Xaviert Gisbert niega la mayor en todos los casos. “Cuando un programa está bien implantado en una comunidad, hay recursos, apoyos y se mantiene en el tiempo, los resultados son muy buenos”, opina. Invitado por el asesor de Política Lingüística de la ULL, Plácido Bazo, Gisbert ofreció una conferencia en la Facultad de Educación y participó en una mesa redonda sobre bilingüismo. Aprovechamos la ocasión para entrevistarlo.
¿A qué llamamos bilingüismo?
Ser bilingüe significa ser capaz de expresarse con fluidez y corrección en un idioma sin interferencias de otro. Para eso tienen que darse determinadas condiciones. Se puede adquirir en la propia familia si uno de los progenitores utiliza otro idioma, por lo que el niño está expuesto a su aprendizaje de forma natural. Pero también se puede adquirir de otra manera, con inmersión en un idioma determinado cuando el contexto en el que vive la persona es otro.
¿Y qué es entonces la enseñanza bilingüe?
Es una oferta educativa que no tiene nada que ver con el bilingüismo, porque el objetivo es que el alumnado adquiera altos niveles de competencia lingüística, pero no que sea bilingüe –aunque a lo mejor puede llegar a serlo, no lo sé-, de tal manera que al final de su escolaridad sea capaz de expresarse correctamente en esa lengua.
Las administraciones no deben hablar de bilingüismo, porque ellas atienden a toda la población escolar, y lo único que pueden hacer es ofertarles un modelo de enseñanza que les permita adquirir conocimientos de la lengua meta y en la lengua meta. Lo que hay que hacer es ofrecerles a los alumnos, primero, el conocimiento suficiente de la lengua para que, después, sean capaces de entender los conocimientos que se les va a impartir utilizando ese idioma. No se puede enseñar Ciencias Naturales en inglés a un niño o a una niña que no sabe inglés.
¿Y cómo se enseña en inglés o en otra lengua?
Para enseñar en inglés primero hay que saber inglés. Por eso el primer año de Primaria lo importante es que el alumnado adquiera los conocimientos del idioma, que luego le permitirán entender todo lo que se le explique. No tiene ningún sentido explicarle a un estudiante algo en un idioma, que no es su lengua materna, si no lo conoce. Eso es un error. Por tanto, la enseñanza del idioma y la de los contenidos van muy de la mano. Se tiene luego que ir equilibrando, porque al principio debe ser mucha lengua y poco contenido, y después la tendencia tiene que ir siendo la contraria.
¿El alumnado tiene que entender el contenido en las dos lenguas?
No, para nada. Lo importante es que los alumnos adquieran los conocimientos; el idioma es lo de menos. Mientras lo sepan, da igual el idioma en el que lo hayan aprendido. Según el contexto, ya serán ellos capaces de explicarlo en uno u otro idioma, o en los dos. Pero eso se va consiguiendo a lo largo de la vida, poco a poco.
¿A partir de qué edad recomienda usted la introducción de un tercer idioma?
En los países de la Unión Europea, la enseñanza del primer idioma se realiza en Primaria, mientras que la del segundo tiene lugar en Secundaria. Estamos hablando de idiomas como lenguas extranjeras, no como enseñanza bilingüe, porque no es lo mismo aprender una lengua que aprender en una lengua. Si se enseña a un alumno contenido en una lengua y no aprende lo que está en riesgo es la materia, la asignatura, no la lengua.
¿Es cierto que cuando uno domina una lengua aprender las siguientes resulta más fácil?
Cierto. La mente está abierta no solo a sonidos, sino a transferencias lingüísticas que permiten aprovechar estructuras de un idioma y de otro y combinarlas. Si hablas español y francés, aprender catalán resulta muy sencillo, por ejemplo. El español es una lengua muy sencilla, es fácil de pronunciar, se lee como se escribe y tiene poco misterio. Hay otras más complicadas, de tal manera que para un hablante de una lengua difícil es mucho más fácil aprender una más sencilla que al revés. Para un nórdico aprender español no es un gran obstáculo, en seis meses puede lograrlo, pero lo contrario sí lo es.
Se dice que los sistemas bilingües segregan a los estudiantes.
Es complejo porque cada comunidad autónoma tiene planteamientos distintos, tanto en Primaria como en Secundaria. Desde mi punto de vista, los modelos de enseñanza bilingüe que atienden al 100% del alumnado desde primero de Primaria no producen segregación alguna, porque se dirige a todos. Esto es lo que hay que hacer, sobre todo dentro del mismo colegio. Cuando pasan a Secundaria, hay que ver si todos los alumnos proceden de centros bilingües, porque si no es así, meterlos a todos en este sistema sería ineficiente. Los centros de Secundaria tienen que acoger a todos los alumnos, vengan de un modelo de enseñanza o de otra. Esto no quiere decir que unos sean mejores y otros peores, sino que unos han seguido un tipo de enseñanza y otros otra diferente.
España es uno de los pocos países europeos donde el aprendizaje de un segundo idioma no es obligatorio. Los estudiantes que eligen un segundo idioma forman un grupo que por lo general suele ser mejor que el resto, porque estos alumnos ya están mentalizados a que van a tener que hacer un esfuerzo adicional. Aunque esta opción existe desde los años noventa, aquí no se habla de segregación. ¿Por qué en un caso se habla de segregación y en el otro no? La segregación se produce cuando ofreces a unos lo que no le ofreces a todos, pero en este caso estás ofreciendo a cada uno lo que le corresponde. Sería un error coger a estudiantes que no vienen de un modelo bilingüe en Primaria y meterlos en ese sistema en Secundaria.
¿Por qué somos los españoles tan cautos a la hora de expresarnos en otro idioma?
Yo creo que los españoles tenemos un sentido del ridículo mucho más elevado que el resto. Decimos que no sabemos cuando en realidad sí tenemos las herramientas para hablar otro idioma. De hecho cada vez hay más jóvenes con una alta competencia en esto. Otra cosa es el modelo de enseñanza que hemos heredado, más basado en la gramática que en lo oral, y de hecho en la prueba de acceso a la universidad sigue sin haber examen oral de idiomas. Cuando el objetivo es hacer un examen escrito, los profesores orientan la asignatura a aprobar ese texto escrito, y no a comunicarse verbalmente.
De los programas implantados por las comunidades autónomas, ¿qué conclusiones extrae?, ¿dónde están los problemas?
Lo que hay son muchísimas diferencias entre unas y otras. Hemos carecido de un núcleo común y de un liderazgo que hubiera sido muy necesario en este ámbito, de tal modo que se orientaran las políticas en torno a un marco lo más homogéneo posible. Por eso, al analizar las normativas de las comunidades se encuentra una gran variedad de situaciones. Como la mayoría son comunidades monolingües, hemos extraído 35 indicadores y lo que cada comunidad hace en cada uno de ellos.
¿Y de ese análisis qué es lo que más le llama la atención?
Pues por ejemplo el nivel que se exige a los profesores que acceden a estos programas, que es una cuestión clave, y sin embargo seguimos desde el año 2009 exigiendo tan solo un B2 a los docentes, salvo en dos comunidades, Madrid (desde 2008) y Navarra, desde el año pasado, que piden un C1. Está claro que un B2 es insuficiente para enseñar en un idioma, es un nivel que no ofrece ni la fluidez ni la capacidad necesaria para admitir conocimientos en ese idioma. En Madrid lo tuvimos muy claro desde el principio. Había que poner el listón muy alto porque lo importante no era la cantidad sino la calidad. Haciendo los diseños adecuados y contando con los recursos necesarios se pueden hacer muy buenos programas bilingües.
¿Cómo cree que debería ser el modelo en la universidad?
La universidad recoge lo que le llega de Secundaria, por tanto todo lo que se haga antes es un beneficio para ella. En el caso concreto de Madrid, entró el año pasado en la universidad la primera cohorte de alumnos que empezaron con el programa bilingüe en 2004. Así, la universidad ha podido comprobar la llegada de estudiantes con unos niveles de competencia lingüística muy altos. De hecho, cuando un programa de estos se hace bien se puede observar una mejora general en toda la sociedad donde tiene lugar, porque se produce como un efecto de contagio a centros privados, concertados, familias, etc. No cabe duda de que la universidad tiene que formarse y prepararse no solo para recibir alumnado con un alto nivel de un segundo idioma, sino también para generar desde la propia universidad una enseñanza del máximo nivel.
¿Puede suceder que un estudiante de programa bilingüe sea un mal alumno en otras materias?
Por supuesto. Que un alumno estudie en otra lengua no quiere decir que sea más listo que otro, simplemente se le ha ofrecido la posibilidad de adquirir conocimientos en otra lengua, pero puede tener dificultades en la adquisición de esos contenidos, igual que si estudiara en un centro ordinario. Recibir enseñanza bilingüe solo asegura el conocimiento de dos idiomas, nada más.
A los estudiantes de másteres de la ULL se les exige un B1 de entrada. ¿Eso es suficiente?
En general yo no estoy muy de acuerdo con que a todo el mundo se le exija un nivel de idiomas determinado, porque si no lo van a necesitar no tiene sentido. No creo que sea muy defendible que todo el mundo tenga que ser bilingüe; porque hay que dejar margen a la libertad individual. De lo que sí soy partidario es de que todo el que quiera acceder a este tipo de enseñanza pueda hacerlo. Cada uno tiene que elegir lo que quiera y llegar hasta donde pueda.
¿Qué opinión tiene de los centros privados donde todo se enseña en lengua extranjera?
Me parecen buenos modelos de enseñanza pero no son bilingües, son monolingües.
¿No cree que descontextualizan al alumnado de su entorno?
¿Por qué? El alumno vive en un contexto determinado. ¿Cuál es el problema de que el estudiante aprenda en un idioma y luego en su casa y en la calle hable en otro? No hay ningún inconveniente. Vuelvo al inicio de nuestra conversación: lo importante es adquirir los conocimientos, independientemente de en qué lengua lo hagas. ¿Un inglés en Inglaterra no puede estudiar historia de España? Esto no debería ser un problema, y sin embargo es un tema de debate recurrente.
¿Cree usted que se ha politizado este asunto?
Ciertamente, pero el problema de la politización en España lo llevamos padeciendo desde hace mucho. Esto habría que superarlo. Yo he estudiado en un colegio extranjero y no tengo ningún problema de comunicación, y puedo asegurar que aunque en el proceso de aprendizaje haya momentos de confusión luego con la madurez se superan. A los padres les preocupa que sus hijos sepan decir las partes de una flor en inglés y no en español. ¿Y por qué les preocupa eso? Lo importante es que saben decirlo. Es un error creer que hay que traducirlo todo, eso es una pérdida de tiempo.
¿Qué retos afronta la enseñanza bilingüe en España?
Lo que necesita es que los programas y la enseñanza que se oferten sean de la máxima calidad, y para ello tiene que haber diseño, planificación, recursos y voluntad política. Uno de los problemas es que ningún padre o madre se va a quejar sobre la enseñanza bilingüe, porque hay falta de información, y cuando va bien y funciona nadie dice nada, parece lo normal. Así que otro reto es involucrar a las familias, que tienen un papel fundamental a la hora de exigir calidad en los programas educativos.
Gabinete de Comunicación