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La ULL vuelve a mostrar su rechazo a la violencia machista y su compromiso con su erradicación

jueves 02 de noviembre de 2017 - 14:34 GMT+0000

Imagen de la concentración contra la violencia machista en el Edificio Central.

El pasado 1 de noviembre una mujer fue asesinada por su pareja en el sur de Tenerife. De este modo, son ya cuatro las víctimas de violencia machista las que ha habido en Canarias en lo que va de año, y 43 en total en toda España. La Universidad de La Laguna ha querido manifestar su repulsa por este crimen y su compromiso con la lucha contra las agresiones de género mediante un acto que se ha celebrado hoy, jueves 2 de noviembre, en las escalinatas del Edificio Central.

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La ULL está implicada por hacer todo lo que le sea posible en los ámbitos de la formación y la investigación para contribuir a erradicar este problema social, un compromiso que testimonia mediante una concentración cada vez que se produce un nuevo caso. En la de hoy fue la vicerrectora de Docencia, Ana Isabel Jiménez, la encargada de leer el manifiesto institucional para la comunidad universitaria, al estar el rector ausente por razones de agenda. El texto fue el siguiente:

“Ayer la violencia machista se volvió a cebar sobre una mujer de nuestra comunidad autónoma. Y por ello, hoy la Universidad de La Laguna está, de nuevo, haciendo visible su más enérgica repulsa y su compromiso por hacer todo lo que esté en su mano para contribuir, desde la formación y la investigación, a erradicar esta lacra que nos avergüenza como sociedad.

Una mujer de 28 años, madre de un niño de 6, murió ayer en el sur de esta isla, y todo parece indicar que ha sido a manos de su marido, que ya ha sido detenido. Con ella, en 2017 son ya cuatro las mujeres asesinadas en nuestra comunidad autónoma a causa de la violencia machista. Las cifras globales nos hablan de 43 en todo el territorio nacional. Solo dos menos que el año pasado, lo cual es un claro indicador de que aún queda mucho camino por recorrer para evitar este tipo de crímenes.

Todavía no ha trascendido el nombre de esta mujer y, por ello, lamentablemente no podemos citarla dignamente por su nombre. No es un asunto baladí: nos estamos acostumbrando con demasiada facilidad a hablar de este problema en clave de números y estadísticas, de una manera fría y despersonalizada. Y nunca podemos perder la perspectiva de que, tras esos tristes guarismos, hay personas que tenían sus sueños, objetivos, familias, aspiraciones… Que eran algo más que números.

El asesinato es la expresión más atroz de la violencia machista, pero no es la única. Resulta muy difícil conocer la cantidad de mujeres que, diariamente, son golpeadas, violadas, insultadas, vejadas, controladas y humilladas por sus parejas en el ámbito doméstico. Historias oscuras y tristemente cotidianas que muchas veces no llegan a salir de las puertas de los hogares, y sus víctimas sufren en silencio o, si acaso, con el apoyo de sus familias.

Solucionar el problema no es sencillo porque implica un compromiso de toda la sociedad. No basta con que las mujeres denuncien a los agresores si luego no van a tener garantías de que su seguridad va a poder ser preservada.

Pero hablamos de algo más que una mejora de la legislación y una mayor efectividad de las medidas cautelares y policiales. De lo que hablamos es de trabajar desde el nivel de la escuela Infantil para ir erradicando, paso a paso, las construcciones culturales, sociales e incluso religiosas que llevan a los hombres a sentirse dueños de las mujeres y, eventualmente, a disponer de su libertad, su cuerpo, su mente y, en los casos más graves, su vida.

Son siglos de cultura machista y patriarcal que, día a día, se afianza en la literatura, la música, el cine y los medios de comunicación. Se trata, pues, de contribuir a crear personas más conscientes de lo nocivo que existe en nuestro entorno socio-cultural para paliar sus riesgos y lograr que, algún día, los hombres dejen de ser agresores y las mujeres, víctimas. De lograr, por fin, una sociedad con individuos plenamente iguales, por encima de consideraciones de género.

Ese es el objetivo. Y sabemos que no es fácil porque aún persisten las resistencias. Pero, como universidad, debemos comprometernos con lograrlo mediante las herramientas de las que disponemos: la formación y la investigación. La aproximación de género debe formar parte de nuestros currículos y estar presente en los trabajos y publicaciones que realicemos, para, de este modo, contribuir letra a letra, palabra a palabra, a difundirla en la sociedad.

Hoy solamente podemos reunirnos aquí para expresar nuestra tristeza, desolación y rabia por otro crimen que nunca debió suceder. Pero también, para renovar nuestro compromiso como institución para trabajar por la erradicación de la violencia y de la cultura machistas”.


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