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Soria aboga en Campus América por una mayor coordinación entre Salud Pública y servicios asistenciales en la detección de emergencias

lunes 09 de octubre de 2017 - 14:35 GMT+0000

El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, perteneciente al Ministerio de Sanidad, Fernando S. Soria, participó hoy lunes 9 de octubre en un curso del Campus América que celebra la Universidad de La Laguna. Lo hizo en el de ‘Respuestas de emergencia ante enfermedades tropicales y olvidadas’, que dirige el profesor Jacob Lorenzo, para explicar cómo funciona la coordinación estatal en este ámbito y apuntar líneas de mejora.

Este centro actúa en todo tipo de emergencias y alertas sanitarias que superan el ámbito de la comunidad autónoma. Se trata de un espacio que tiene componentes muy diferentes, puesto que hay riesgos que superan el ámbito local, como es el caso de un riesgo alimentario o de una enfermedad transmitida por un vector, a lo que hay que sumar la movilidad de las personas. El riesgo puede surgir desde algún punto del país o puede venir desde fuera. “Nuestra misión es identificarlos y tratar de establecer los mecanismos de información y después de comunicación a las personas que tienen que responder en primera instancia, y en caso de que sea necesaria una coordinación de la respuesta entre varias comunidades autónomas o instituciones, facilitamos y promovemos la coordinación en la respuesta”.

Un caso cercano relatado por el ponente fue la reciente fiebre hemorrágica Crimea-Congo de la que en España se dieron algunos casos. Se trata de un virus que se transmite a las personas generalmente por la picadura de garrapatas o por contacto con la sangre o tejidos de animales infectados durante o inmediatamente después de la matanza. “En base a documentos previos y planes anteriores tuvimos que adaptarlos a una situación nueva, se tuvieron que rehacer los protocolos de vigilancia, respuesta, gestión química de casos, vigilancia entomológica… hubo que hacer estudios específicos. Nosotros coordinamos todo eso”, recuerda el experto.

Salud Pública y médicos asistenciales, más unidos

Cada emergencia sanitaria enseña cosas nuevas. “Nos hemos dado cuenta de que no es solamente un problema técnico, sino que hay áreas alrededor de nuestro trabajo que si bien no tenemos que dirigir sí debemos participar. Sabemos que la relación entre los servicios asistenciales y los de salud pública tiene que mejorar en todos los niveles, porque en situaciones de emergencia es insuficiente”.

“Salud Pública tiene que apoyar con información y comunicación de enfermedades nuevas y ofrecer formación, y los médicos asistenciales tienen que aportar el control rápido y urgente de los pacientes infectados”, lo que evita el contagio local, añade Soria. “Tenemos que aprender a trabajar en las unidades de aislamiento por contagio y en la atención a otros pacientes asociados a otro tipo de emergencias, como son los riesgos químicos, tóxicos o nucleares”.

“Nuestro papel como técnicos nos ha dejado siempre al margen del ámbito de la comunicación, y sabemos que hay situaciones concretas en las que como proveedores de contenido técnico para el desarrollo de la comunicación tenemos que ser mucho más visibles. Tenemos que trabajar para la comunicación no solo en congresos de especialistas, sino en otros sectores de la salud y sobre todo para la población”, asegura el responsable.

El mediático virus del Ébola sirvió para destapar muchos de estos aspectos, pero sin embargo el ponente destaca que el Zika, desde el punto de vista técnico, fue una enfermedad mucho más compleja en la que el objetivo de la alerta internacional fue sobre todo la investigación. “Del Ébola sabíamos bastante para controlarlo, pese a que se controlara tarde, pero el Zika, con un patógeno mucho más desconocido, ha permitido a la alerta internacional aprender mucho más desde una visión técnica. Que una emergencia llame más la atención en la comunidad no implica que conlleve más trabajo o más riesgos”.

El Ébola se magnificó enormemente, asegura, dado que es la primera gran epidemia desde la eclosión de las redes sociales y el acceso casi permanente a Internet. “No estábamos acostumbrados a emergencias con un componente mediático tan grande, y puede que quizá no comunicáramos con la debida celeridad, pero desde luego influyó que España tuviera el primer caso de transmisión fuera de África”. En este país no hubo riesgo real, ya que éste se redujo tan solo a los profesionales sanitarios, lo que no quita, reconoce, para que se creara una verdadera alerta social.

“El Ébola afectó de manera muy intensa y de forma catastrófica a tres países africanos, en el resto del mundo apenas hubo riesgo”. Soria llevó en este caso un importante peso de la comunicación institucional. “Fue un periodo duro porque las horas dedicadas a la comunicación no me quitaban nada del tiempo al trabajo que tenía que realizar. Pero aprendí mucho, me sentí cómodo en los medios, y ahí me di cuenta de que la población tiene una gran capacidad de entender lo que se comunica”.

Alertas en el siglo XXI

La movilidad de las personas es cada vez mayor, y de hecho, señala el experto, “tenemos que acostumbrarnos a que cada vez haya más señales de alerta, otra cosa es que después se conviertan en amenazas reales o no”. Los movimientos de mercancías, el cambio del clima, la movilidad de los vectores y el hecho de que la población mundial haya aumentado hasta los 7.500 millones de habitantes hace que esto sea así. Con todo, el impacto de esas alertas será menor, aventura el experto, porque hay más herramientas para controlar las emergencias. Las alertas que posiblemente sean más comunes en las próximas décadas serán aquellas que se propaguen a través de mecanismos respiratorios, quizás asociadas a nuevos virus. Sin embargo, apunta, las enfermedades transmitidas por vectores (mosquitos, garrapatas, etc.) se moverán de forma más lenta pero serán más difíciles de controlar.

Por tanto, las zoonosis trasmitidas por vectores serán probablemente las que más recursos requieran a medio y largo plazo. El impacto en nuestro medio será comedido, no así en países en vías de desarrollo donde los recursos son menores. “Después del Ébola hemos aprendido que la respuesta tiene que ser internacional y atacar los problemas en su origen y a tiempo. No vale cerrar las fronteras, porque se ha demostrado que es completamente inútil”.

 


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