El filósofo César Rendueles considera que el actual es un momento delicado “en el que todo lo que parecía seguro, como el bipartidismo o la meritocracia, se está yendo a pique”. Por ello, cree que es necesario cambiar el actual sistema, pero admite que instaurar una alternativa parece igualmente imposible. “El poder político y económico ha perdido su legitimidad, pero eso no significa que vaya a parar: el estado actual puede convertirse en una especie de ‘zombi’ político, un muerto viviente que siga adelante devorando a los vivos”.
El profesor de la Universidad Complutense de Madrid dictó hoy, viernes 20 de abril, una conferencia en la Universidad de La Laguna, invitado por la Cátedra Cultural Javier Muguerza. Fue presentado por el fundador de dicho organismo, Pablo Ródenas, y por la vicedecana de la Sección de Filosofía, Inmaculada Perdomo.
El primero destacó la habilidad del ponente para comunicarse con un lenguaje que es accesible para el público general sin perder rigurosidad, mientras que la segunda resaltó la importancia de la cátedra “en tiempos revueltos donde las urgencias de la sociedad de la satisfacción inmediata y de la búsqueda de información en los tiempos de posverdad nos obligan a mirar hacia la filosofía”.
Rendueles comenzó su intervención expresando su solidaridad hacia Roberto Mesa, el activista tinerfeño recientemente detenido por presunta injuria a la Corona, ya que, en su opinión, esa es la mejor forma de homenajear a Javier Muguerza. “Permitirnos la normalización de la represión, en esta inercia represiva que vivimos, es totalmente incompatible con el ejercicio de la filosofía”.
Seguidamente, ofreció una introducción histórica y teórica acerca del concepto de revolución, estableció tres tipologías del concepto y concluyó con una reflexión en la que exhortaba a la reacción frente a un sistema capitalista neoliberal que, literalmente, está acabando con el planeta y la propia humanidad: “Necesitas activar el freno de emergencia a toda velocidad, detener la inercia mortal del capitalismo. Ya no se trata de elegir entre capitalismo o no capitalismo, sino entre capitalismo y muerte”.
El ponente explicó que el momento actual es muy parecido al del periodo de entreguerras, donde está surgiendo un “fascismo posmercantil” a partir de las democracias liberales, con el surgimiento de figuras como Viktor Orbán en Hungría o el propio Donald Trump en EE.UU. “La diferencia con los años 30 del siglo XX es que no hay una alternativa emancipadora que pueda competir con ese autoritarismo. Y eso es una labor urgente construir esa alternativa”.
En su opinión, se ha entrado en una fase en la que la crisis se va a acelerar a medio plazo, porque el modo de crecimiento del sistema neoliberal ha sido, justamente, la concatenación de una serie de crisis que, paradójicamente, han fortalecido el sistema.
Así, mientras que en un modelo liberal clásico la crisis financiera hubiera afectado tanto a las entidades bancarias como a sus clientes, en el sistema neoliberal solamente sufren estos últimos, mientras que los bancos salen fortalecidos. “La crisis es un mecanismo de disciplina para imponer el sistema”.
Sin embargo, incluso este sistema de crisis permanente ha llegado a un momento inédito: por primera vez, la situación supera “los límites materiales del capitalismo”: se ha sobrepasado la propia capacidad del planeta, con un medio ambiente al borde de la catástrofe.
“El colapso de una sociedad basaba de las energías fósiles ya está pasando. Algunos científicos ya hablan del Antropoceno, porque la humanidad se ha convertido en una fuerza geológica. La moraleja ética es que el ser humano se ha convertido en su propia fuente de heteronomía natural”, dijo, recordando el concepto formulado por Kant, que se opone al de “autonomía”.
Rendueles reflexionó sobre el concepto de revolución y explicó tres concepciones posibles del mismo. La primera sería entenderla como un exceso, un cambio político radical. Reflexionó que los cambios abruptos siempre se han considerado insoportables, pero lo cierto es que muchas transformaciones históricas profundas no fueron paulatinas, sino abruptas y con algo de conmoción. Por ejemplo, las revoluciones burguesas, “que no olvidemos que arrancaron con el ataque a una cárcel por 600 personas”.
La segunda concepción es entender la revolución como río, un cambio político que se da por dejarse llevar por un torrente histórico que se produce en un medio ambiente de agitación constante. Ironizó cómo algunos ideales de este concepto revolucionario han podido ser captados por el capitalismo, especialmente en el discurso del management y el emprendimiento.
“Esa idea de que podemos vivir muchas vidas, ser lo que quieras ser y reinventarte… hoy como reponedor y mañana como camarero”. En ese punto, el ponente hizo el ejercicio de leer un texto de Schumpeter, “autor del primer y mejor panfleto sobre el emprendimiento”, cambiando la palabra “emprendedor” por “revolucionario”, y apreció con sorna que el resultado podría estar firmado por Bakunin.
Finalmente, habló de una revolución que funciona como como un botón de emergencia. “Como decía Benjamin, a lo mejor las revoluciones no son el motor de la historia que proponía Marx, sino el freno de emergencia de la historia”.