Capaces de enganchar a legiones de fans de todo el mundo, las series de televisión viven su etapa más dulce y suman adeptos, temporada tras temporada, aupadas en una aureola de genialidad y acierto que la ULL ha abordado en un seminario y en el que la profesora argentina Gabriela Fabbro ha analizado qué aristas tocar para atrapar al espectador del siglo XXI.
El ‘boom’ que viven las series de televisión ha derivado en lo que algunos denominan ya su “tercera era dorada”. Así lo ve Gabriela Fabbro, profesora investigadora de la Universidad Austral (Argentina), ponente principal del seminario «Nuevo auge de las series de ficción» que la Universidad de La Laguna ha impartido en la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación (Sección de Periodismo) gracias a una estancia concedida por el Vicerrectorado de Investigación como docente invitada.
Se trata de una serie de charlas para los amantes de la ficción televisiva en las que Fabbro analiza junto a otros profesores de Periodismo de la Universidad de La Laguna el porqué de este fenómeno, que se ha convertido en un verdadero filón capaz de llevarse los mejores registros de audiencia y perpetuarse durante años en los ‘prime time’ de las principales cadenas de televisión.
La justificación de este auge no se limita a un solo motivo, pero es evidente que la barrera entre el cine y la televisión cada vez se desdibuja más. “Ya no podemos hablar de un cine puro o de una televisión pura y clásica. La televisión quiere parecerse al cine y el cine a la televisión. Hoy hablamos de un lenguaje audiovisual de excelente calidad técnica; cualquier serie tiene mejor calidad que una película convencional”.
Que “cine y televisión hoy en día sean lo mismo” se une a la irrupción de las plataformas como Netflix o HBO, especializadas en producir series propias adaptadas a todo tipo de público porque “los hábitos han cambiado, consumimos lo que nos gusta y elegimos ‘on demand’. Somos nosotros los que armamos nuestra propia programación”, dice Fabbro. Un hecho que propicia la consolidación de públicos nicho y convierte al espectador en fan incondicional de una única serie, de un género concreto.
Series a la carta
Esta posibilidad que las plataformas brindan al espectador lleva a una proliferación aún mayor de historias de todo tipo de géneros. De policías, zombis, vampiros, médicos o de caballeros medievales con dragones, un género muy en auge (el de ciencia ficción con toques épicos) y del que ‘Juego de Tronos’ es sin duda el mejor exponente. La serie que más Emmys ha recibido en la historia ha roto moldes y logrado embelesar a millones de personas a pesar de las críticas recibidas por sus escenas de violencia explícita. De hecho, “hay más horas grabadas de espectadores filmándose mientras ven la serie que de la propia serie en sí”, un hecho muy revelador para esta investigadora, directora del Observatorio de la Calidad Televisiva de Argentina, que también dirige la mirada hacia otras series con “nuevos intentos narrativos y no tan clásicas”, series ergódicas en las que el “espectador elige cómo seguirlas, según qué personaje o línea temática”. ‘
No todo se queda en ‘Juego de Tronos’ y ‘Stranger Things’, dos de las analizadas en el seminario junto a la aclamada ‘El fin de la comedia’. Y es que el vacío de una serie se quita con otra. Por eso el enganche televisivo parece, de momento, interminable: ‘House of Cards’, ‘Breaking Bad’, ‘The Walking Dead’, ‘The Good Doctor’, ‘Thirteen reasons why’, ‘Black Mirror’… Esto no es una casualidad. Al “alto manejo del lenguaje”, se unen “nuevas formas de contar, ‒“de docudrama o narración en plano secuencia”‒, la “especialización de contenidos temáticos” capaces de atrapar al público y, por supuesto, el manejo de las redes sociales, que han sido “vitales” y han convertido al público en “colaborador de sus contenidos”. Ya no hay solo un producto. “Ahora el capítulo de 45 minutos genera un vídeo ‘online’, comentarios en Facebook, un ‘twitter’…”. Es lo que Gabriela Fabbro llama narración expandida.
Todo suma y todo tiene sentido capítulo tras capítulo, clara evidencia de que hoy se escucha más al espectador. “Tenemos que ir a buscar donde nos pide, ofrecerle la historia que quiere ver y oír porque estamos en el momento en que conocemos mejor a nuestro público”, y eso se debe a que “los guionistas están alerta” y los argumentos se retroalimentan de todo lo que pasa en las redes sociales. “Antes se filmaba y se estrenaba un año después y ahora las series se testean a una semana de salir. Somos nosotros, en gran parte, los que decidimos qué se nos ofrece”.
Mecanismos emocionales
Según Netflix, las mejores series son capaces de enganchar antes del sexto episodio. Ahí entran en funcionamiento los “mecanismos emocionales”, explica Fabbro. El espectador necesita sentir lo que ve. Tocar las emociones del público es lo que hace que series ’revival’ como ‘Stranger Things’ conecten con un público que rememora su vida en cada escena. Y eso los gestores de contenidos lo saben muy bien.
Lo que no se sabe es qué pasara en unos años, pero es evidente que la televisión ha dado en una década el vuelco que no dio en 40 años. “Estamos al máximo de sobreoferta de contenidos y creemos que esto en unos años bajará”. Habrá una televisión “más social” que se enfrenta a algo muy complicado de manejar, los límites éticos, asunto también abordado en el seminario de la Universidad de La Laguna, dirigido por la profesora Patricia Delponti.
Esto es algo que preocupa bastante a esta investigadora ‒admiradora de ‘El Gran Chaparral’, ‘Dallas’ y ‘Dinastía’‒, además de que los jóvenes no conozcan a los clásicos debido a este consumo audiovisual inmediato y a la carta. “No puede ser que un alumno no haya visto películas de los 40 y 50. Se pierde la dimensión y la importancia de los relatos que nos han marcado”, concluye.
Gabinete de Comunicación