El profesor de la Universidad de La Laguna Ernesto Pereda forma parte del Laboratorio de Neurociencia Cognitiva y Computacional (LNCyC), creado en 2009 por la Universidad Politécnica de Madrid y la Universidad Complutense de Madrid como uno de los laboratorios centrales del recientemente establecido Centro de Tecnología Biomédica. Bajo la dirección de Fernando Maestú, psicólogos, físicos, ingenieros y médicos trabajan juntos para incrementar el conocimiento acerca de cómo la conectividad cerebral sostiene las funciones cognitivas y sus trastornos. La Fundación Tecnología y Salud acaba de concederles un reconocimiento por su compromiso con el ámbito de la tecnología sanitaria, que será entregado el 20 de septiembre de Madrid.
Los precedentes del laboratorio premiado se sitúan en el año 2000, cuando la Universidad Complutense de Madrid fundó el Centro de Magnetoencefalografía Dr. Pérez Modrego, un laboratorio pionero en el estudio de las bases neurales de la enfermedad de Alzheimer, la epilepsia, los trastornos mentales y los procesos cognitivos. Durante casi diez años supuso un caldo de cultivo para el crecimiento de un grupo de investigadores de diferentes disciplinas y universidades interesados en la comprensión de las bases biológicas de la cognición y sus trastornos.
Desde 2015 Ernesto Pereda es investigador de este centro LNCyC, donde lleva la parte de métodos de análisis de neuroimagen. Pereda es experto en las nuevas teorías de organización funcional y anatómica del cerebro humano, y de hecho participó en el volumen editado por Elsevier “Conectividad Funcional y Anatómica en el Cerebro Humano”, a través del grupo de investigación que lidera en la Universidad de La Laguna, de Ingeniería Eléctrica y Bioingeniería.
También ha publicado en Second Language Research los resultados de una investigación en la que muestra cómo se activan partes del cerebro en el aprendizaje de idiomas. Este trabajo confirma las observaciones que relacionan el hemisferio derecho con el procesamiento de segundas lenguas. El trabajo es continuación de una serie de estudios realizados en colaboración con investigadores de Inglaterra y Alemania, en los que se analizó cómo el cerebro procesa información sensorial en tareas de alto nivel, como la percepción artística, al tratarse de un lenguaje diferente al propio.