El Paraninfo de la Universidad de La Laguna ha celebrado hoy una ceremonia académica para hacer entrega de su máxima distinción, la Medalla de Oro, a dos grandes figuras de la cultura y del conocimiento de la historia de nuestras islas: el catedrático de Prehistoria Antonio Tejera Gaspar y la formación folclórica Los Sabandeños, representada por su director, Elfidio Alonso.
De hecho, el propio rector del centro académico, Antonio Martinón, destacó lo mucho que les une a los dos agasajados. “Esta entrega simultánea de nuestra Medalla de Oro no es una casualidad. Tanto Los Sabandeños como el profesor Tejera nos han ayudado a los canarios a conocernos mejor, a comprender nuestra historia de forma más completa y a sentirnos partícipes de la propia cultura canaria”.
Martinón añadió que el profesor Tejera y Los Sabandeños se asocian con la cultura canaria, “porque hemos de decir, de nuevo, que existe una cultura canaria, con sus características propias, ligada a ser una sociedad insular, por lo tanto aislada, alejada de las otras partes del territorio nacional y europeo, en el Atlántico, cerca del continente africano, pero mirando siempre a América”.
Otro punto de coincidencia de los dos protagonistas de la jornada es, precisamente, su interés por América. “El profesor Tejera ha dedicado su vida académica al estudio de nuestro pasado, de las culturas preeuropeas en estas islas, y ha prestado mucha atención a los continentes africano y americano. Los Sabandeños han realizado un formidable esfuerzo de rescate de nuestro folclore, que es manifestación de la cultura popular y de la tradición”.
La condición insular no agota la canariedad, y ese fue otro aspecto destacado por Antonio Martinón. “La nuestra es una cultura europea, resultado de un largo proceso de mestizaje. Somos canarios y al decirlo estamos señalando que somos aborígenes de las islas, europeos de España, pero también de Portugal y de Francia, incluso de las Islas Británicas, de Italia y de Alemania. También somos americanos. Somos de aquí y al serlo somos del mundo”.
El profesor Tejera Gaspar, ya jubilado, ha sido hasta hace poco catedrático de Arqueología, director de numerosos trabajos académicos y autor de un gran número de publicaciones. También se ha comprometido con el gobierno universitario, al haber sido decano y director de departamento. Martinón sostuvo que el docente “ha trasladado a la sociedad, más allá de las aulas universitarias, su conocimiento”.
De Los Sabandeños destacó su prolífica producción discográfica, además de un sinfín de conciertos por una amplísima geografía. “Después de ellos el folclore canario ya no es igual. Antes lo veíamos petrificado y ellos han sabido volver a leer el pasado y han contribuido a una profunda renovación de la música canaria, adaptando la antigua y creando una nueva”.
Los Sabandeños han extendido su interés musical hacia América y han ofrecido versiones muy hermosas del cancionero latinoamericano, prosiguió el rector. “Se han convertido en los más atractivos embajadores de Canarias en la Península, y en numerosos países europeos y americanos. El canto común une y hermana. Los Sabandeños han logrado con su música unir y hermanar nuestras islas, España entera, con los países hispanoamericanos”.
Las investigaciones del profesor Tejera también se han desarrollado en torno a África y América, en particular en relación con nuestro Archipiélago, añadió. “Los Sabandeños y el profesor Tejera nos ayudan a situarnos en el mundo y hacerlo con la actitud abierta de la sociedad canaria”.
Para Martinón, “ambos dejan una huella profunda en la sociedad canaria. Han contribuido a que nosotros vivamos más abiertos al mundo, a que seamos más internacionalistas, y al mismo tiempo avancemos hacia la modernidad, hacia la contemporaneidad, desde nuestra intensa canariedad. Esas ideas y valores están presentes en la Universidad de La Laguna, tenemos un espíritu universal y contemporáneo, siendo una universidad canaria”.
Impartir la confusión
La profesora Esther Chávez, como directora del Departamento de Geografía e Historia, presentó los méritos de Tejera Gaspar, en forma de laudatio. Con casi 45 años de actividad investigadora, señaló que el homenajeado tiene en su haber más de 200 publicaciones, lo que ha supuesto una contribución decisiva al conocimiento de las culturas aborígenes canarias, así como de las manifestaciones rupestres.
Calificado de profesional responsable y comprometido, preparaba sus clases diariamente para impartir los últimos avances de la disciplina. “Voy a clase a impartir la confusión”, decía a sus colegas, ya que generaba en los estudiantes la inquietud por saber y conocer más. Para la profesora, en su persona se aúnan el perfecto profesor y el buen comunicador.
Tejera Gaspar, tras recibir la Medalla de Oro de manos del rector, realizó una intervención muy personal, teñida de agradecimientos a sus maestros y a sus padres, y en un sincero homenaje a la universidad a la que ha dedicado tantos años de su vida.
El profesor realizó primeramente una confesión curiosa acerca de sus inicios académicos. “Tuve desde pequeño un único deseo: ser maestro, pero se me atragantaron las matemáticas en el camino. Y hube de repetir dos cursos y por un tiempo abandonar estos estudios. No obstante, siempre hay en el recorrido vital algunas personas que me hicieron un vaticinio: donde hubo suspensos, algún día puede haber matrículas de honor. Y en efecto, así sucedió. Aunque en ese recorrido descubriera la geometría, la física o la geología, ya se habían adelantado otros acompañantes: la historia, el arte, el cine, la literatura o las lenguas clásicas. Ya no era posible volver atrás. Éstas se habían superpuesto a aquéllas y habían ganado. Y hoy, para cerrar este ciclo, me encuentro con una hermosa y curiosa paradoja: un catedrático de Análisis Matemático (el rector) me hace entrega de la Medalla de Oro de nuestra universidad, a la que le he dedicado una vida, la única que he tenido fuera de la familiar”.
“En las briznas confusas de la memoria de la Universidad que conocí, se mezclan el aroma y los sabores del bar con los ácidos de los productos químicos que se escapaban de los laboratorios. Los no muy numerosos alumnos que pululaban en él se repartían en tres únicas facultades: Ciencias, Derecho y Filosofía y Letras. Todos, y para todo, compartíamos la hoy inexistente aula magna de Filosofía y Letras, el aula azul, forrada con terciopelo y moqueta del mismo color. Aunque de todos esos sitios, el más singular era, sin duda, el bar, sobre todo, el bar. Simbiosis de ágora griega y foro romano que siempre lo delataba la bulla y el griterío (…)”.
Uno de los momentos más emocionantes vino de la mano del recuerdo a sus progenitores. “Quisiera en estos momentos, en los que tengo a mis padres presentes en el recuerdo, imaginármelos apoyados en el mostrador de la tienda. Y ante este nuevo reconocimiento, que se suma a otros que me han concedido en los últimos años, y de los que uno no sabe nunca si son realmente merecidos, me dirían que con esto ya iba bien despachado y el cesto lleno. Y no les faltaría razón”.
Unidos a la universidad
A modo de intermedio, el guitarrista José Manuel Ramos y la solista Fabiola Socas ofrecieron un pequeño concierto con varias piezas musicales, centradas en el acervo tradicional de las islas.
La laudatio acerca de la actividad de Los Sabandeños corrió a cargo de Agustín Santana Talavera, director del Instituto de Ciencias Políticas y Sociales. Definido como acto de reconocimiento a la cultura y a la música, apuntó que Los Sabandeños han contribuido “al cambio con el cambio”, casi sin darse cuenta. Sostuvo que lo que empezó como reunión de parrandas veraniegas de estudiantes ha dado lugar a una de las formaciones musicales más prestigiosas del mundo.
Los Sabandeños representan el folclore como pocos los han hecho, prosiguió el profesor, lo que ha conllevado a numerosos premios de uno y otro lado del Atlántico. Pero su principal orgullo son los inmensos aplausos cosechados en todas sus actuaciones, precisó. El grupo cuenta hoy con más de 80 discos que han acompañado la evolución de Canarias, en los que han colaborado artistas como María Dolores Pradera, Luis Eduardo Aute o Alfredo Kraus.
Elfidio Alonso recibió la Medalla de Oro en nombre del grupo. El homenajeado recordó que “lo que ha llovido” desde los inicios de la formación en los años sesenta, en los que la tercera parte de sus componentes eran universitarios y muchos lo han seguido siendo a través de la docencia como profesores. De hecho, con motivo del 225 aniversario de la institución académica Los Sabandeños ofrecieron un concierto en el marco de Campus América. La última intervención en el ámbito universitario tuvo ocasión hace apenas una semana, en el transcurso de un simposio internacional sobre biología celular y al que acudió el Nobel de Medicina James Rothman.
Alonso se detuvo en recordar sus años estudiante universitario, los catedráticos que tuvo como profesores y el genuino ambiente universitario de esa época de transición hacia la democracia. Participó en una de las primeras tunas, en el primer cine club de la universidad, formó parte de la vida deportiva de la institución y, con mucho orgullo, apuntó que introdujo el jazz en la Universidad de La Laguna, en la que consideró su “segunda casa”.
Los Sabandeños han llevado su música a universidades de Brujas, Texas, Oporto, Santiago de Chile o Antofagasta. “De verdad que nos sentimos muy honrados, porque somos en su mayoría universitarios”, si bien hay componentes del grupo dedicados a otros oficios. “Hemos procurado no identificarnos con ninguna ideología política”, dijo, al tiempo que defendió la pluralidad de pensamientos y de procedencias.