El Servicio General de Apoyo a la Investigación de la Universidad de La Laguna acogió hoy viernes 15 de junio la primera intervención de Marcos Eguren, conocido enólogo y verdadero promotor de los vinos Rioja y hoy dueño de Viñedos y Bodegas Sierra Cantabria, en la misma región. Durante la mañana se ha celebrado un desayuno informativo para conocerlo más de cerca y en un formato más distendido que su intervención de esta tarde, dentro de la iniciativa Diálogos ULL.
Referente del sector, Eguren sigue explorando posibilidades vitivinícolas en otras partes del país. El evento estuvo patrocinado por el Aula Cultural de Enoturismo y Turismo Gastronómico de la institución docente.
Asistieron a este encuentro varios periodistas especializados y diversos representantes de entidades y empresas relacionadas con el mundo del vino. “Somos una empresa familiar, en la que se está incorporando la quinta generación. Nacemos de la tierra, somos vitivinicultores y a partir de ahí se va creando una estructura comercial para vender nuestros productos. Eso implica que siempre hay que estar atentos a cuáles son las necesidades del consumidor, porque uno puede hacer el mejor producto del mundo y que no se consuma. Nosotros, hace muchos años, vendíamos un vino joven que ganaba muchos premios, pero que luego no gustaba, no se vendía”, comentó Eguren al inicio de su intervención.
“El vino es un producto emocional, tiene que hacerte sentir cosas, mucho más que una bebida refrescante”, aseveró el experto, quien señaló además que ahora evocamos el origen, la historia y los productos naturales y auténticos que en su momento desaparecieron, porque estaban faltos de muchas cosas que hoy tenemos. “Digo muchas veces que estamos haciendo los vinos de nuestros bisabuelos, pero con la tecnología y el conocimiento de hoy”.
“El mundo del vino es un trabajo y una forma de vivir, pero para mí es una pasión”, reconoció el invitado por el Aula Cultural de Enología y Turismo Gastronómico de la ULL. “Hace 25 años, la primera vez que estuve en Canarias no me gustaron especialmente los vinos que probé, pero sí me causó sensación la cultura del vino y el sentir de la zona de La Matanza-Acentejo, del apego de la gente a su viñedo. Hoy, en el exterior, se sabe que en Tenerife y en Lanzarote hay un movimiento fuerte vitivinícola y que hay medios y conocimientos que puede que antes no existieran, lo que puede dar resultados importantes”.
Dos décadas y media después, el experto reconoció que ha notado en los vinos de Canarias singularidad y pureza. El enólogo apuntó que de un viñedo pequeño es difícil sacar un buen producto y llegar a tener reconocimiento, por eso siempre se necesita una estructura mínima. “Yo no soy una persona estricta en el uso de variedades, porque como la historia es cambiante y va y viene. Muchas veces las variedades que usamos son las que por diversas razones han permanecido, pese a no ser lo verdaderamente originario y no hay que darle tanta importancia. Cosa distinta es una zona con cientos de años, ahí sí hay que explotar la máxima singularidad”.
Eguren apuesta claramente por conectar con el gusto del público. “Siempre voy a defender la calidad, singularidad y pureza del vino, pero si no gusta a la gente, habrá que buscar otra expresión de ese producto, que sin perder su pureza, guste más. No se trata de hacer un vino de moda, sino de sacar una identidad diferente”. También sostuvo que las categorías de crianza, reserva o gran reserva sirven para diferenciar los tiempos de envejecimiento, pero nunca hacen referencia a criterios de calidad.
Ante el cuestionamiento al que están sometidas las denominaciones de origen, el experto señaló que los grandes agentes de las denominaciones defienden su escenario, pero añadió que quizá se defiendan unos criterios que deberían evolucionar al tiempo de cambian las sociedades. “Cada región que vive de esto se necesita un reconocimiento superior al que le ofrece la denominación”.
Sin vino de autor
El ponente no se siente cómodo con la expresión de vino de autor, porque el autor es la tierra, dice. “Los enólogos no somos artistas, y más que autores somos ‘estropeadores’, apuntó en tono de broma. Nosotros no creamos nada que no venga de la naturaleza. El enólogo es mejor o peor si sabe sacar o no las mejores virtudes del viñedo, de tal forma que la expresión identitaria de ese terreño esté en la botella.
“De un defecto no se puede conseguir una virtud”, dijo en referencia a aquellos caldos fallidos que se intentan justificar como si se tratara de una singularidad. También argumentó que la producción y el marketing hace unos cuantos años eran departamentos totalmente enfrentados, pero hoy en día van de la mano, lógicamente.
La imagen exterior de los vinos españoles es mala o regular, añadió. “Si alguien en otro país quiere gastar dinero en un buen vino bueno piensa en uno francés, después en un italiano y ya luego entraría el español. Si un vino español tiene un precio alto se le critica enormemente, pero no sucede lo mismo cuando hablamos de otras latitudes. Es el caso de Burdeos, por ejemplo, del que aquí se conocen cuatro o cinco marcas, que no suponen ni el 0,1% de la producción, pero es que es ese pequeño porcentaje el que tira del resto”.