Usan las palabras para hablar de las palabras y reivindican su papel de filólogos a pesar del cambio de nomenclatura de los estudios en los que se acaban de graduar: clásicos, ingleses, francófonos y lengua española y literatura. Cuatro idiomas diferentes escogidos por ocho personas también distintas a las que, sin embargo, las une el profundo convencimiento de que, tanto si se dedican, como si no, a la profesión que han elegido, ha valido la pena dejarse guiar por su verdadera vocación.
Esa vocación, unida a su talento y dedicación, es la que ha coronado a estos estudiantes de la Universidad de La Laguna como los mejores de su promoción. ¿El motivo? Sus TFG han obtenido la máxima puntuación y han supuesto el colofón perfecto a sus estudios de grado, que cinco de ellos completan ahora fuera, en distintas universidades españolas. Aquí, en La Laguna, tienen “pocas opciones” a la hora de hacer un máster universitario acorde a sus estudios, una situación a la que se ven abocados centros académicos más pequeños como la ULL, al no poder mantener aquellos másteres que no cuentan con suficientes alumnos (al menos 15), según establece la normativa vigente.
Pero esto no es un hándicap, ni mucho menos. Así lo ven dos de ellos, que continúan ampliando su formación en Tenerife. De hecho, podría parecer que Silvia Piñero Díaz y Jonathan Luis Simón, graduados en Estudios Clásicos, han elegido el camino más duro, ese que los arrastra inexorablemente a conformarse con dar clases de griego y latín a alumnos de Bachillerato o a traducir algún que otro texto. Nada les gustaría más que desterrar el tópico de que las humanidades no aportan nada y que si eliges ciencias tu futuro profesional está más que asegurado: “Te tiene que salir la vocación y gustarte lo que haces, porque si no lo vives, no lo disfrutas, ‒dice Jonathan‒, y eso es algo que a mí me nació en el instituto, con mi profesor de latín”.
Tanto es así que tiene en mente presentarse a las oposiciones de secundaria de latín en 2020, y por eso cursa en estos momentos el máster del profesorado en la ULL, para poder dar clases hasta que llegue el momento: “Me planteo trabajar porque así cojo méritos, y aunque sea un periodo corto, sin duda ayuda mucho”. La tesis doctoral no la descarta pero, a priori, no se la plantea porque su intención es ir paso a paso y centrarse, dedicar tiempo a lo que hace ahora, como ya hizo con su TFG «Himno a Venus de Tito Lucrecio Caro», perteneciente a su único libro, De Rerum Natura.
Se metió de lleno en el mundo lucreciano, en la invocación a Venus, al amor y la belleza, ayudado por su tutor, José Antonio González Marrero, ‒Toño para él y otros muchos alumnos‒, con el que conectó y se dejó guiar, algo fundamental para poder plasmar su idea en el papel porque fue un proceso “complejo” y le llevó su tiempo. Era necesario documentarse muy bien, tener conexión “constante” con la biblioteca, conocer las tics y, en definitiva, filtrar la información y sintetizarla: “Hice un comentario lingüístico del texto del poema a Venus, lo desglosé, lo analicé, lo traduje e hice los comentarios fonéticos y métricos”.
Silvia se decantó por Séneca, por la pervivencia del mito y, en concreto, por su Medea. Quería hacer algo original porque en su carrera no suelen elegirse autores de teatro. Su TFG «La venganza de Medea en Séneca» es un comentario filológico sobre uno de los fragmentos. “Me centré en los 20 primeros versos del prólogo y puedo decir que aprendí más con el análisis métrico porque en la métrica latina todo cuadra, no hay nada puesto al azar. Es algo muy complicado, y Séneca lo consiguió”.
El amor por los clásicos es un auténtico motor para Silvia. Desde Séneca y Cicerón, que la conquistan por su “complejidad”, hasta Sófocles, Eurípides, Esquilo, Plauto, Horacio… Tantos autores y con tanto que aportar, que no entiende que haya tan poca gente interesada en las lenguas clásicas: “Apenas éramos nueve alumnos y solo nos titulamos cuatro, algo que, si lo pienso detenidamente, me da una pena tremenda”. Y es que, aunque no acabe dedicándose a esto, disfrutó “mucho” estudiando. Ahora piensa en ser bibliotecaria y se está preparando las oposiciones. A lo mejor comienza a estudiar historia y no descarta el doctorado. Aún es pronto para decidir.
Pasión por lo anglosajón
Sin dejar de lado que Newton escribió en latín su Principia Mathematica, tampoco hay que olvidar que, si hay un lenguaje universal, ese es el inglés, la lengua de Shakespeare, de Harry Potter y de los Beatles, que actualmente hablan 1.500 millones de personas en todo el mundo, y a los que ahora se suman Marcos Hernández González y Rebeca Hernández Hernández, graduados en Estudios Ingleses y autores de los mejores TFG de su promoción.
Los dos están fuera. Marcos hace el Máster de Estudios Ingleses Avanzados y sus Aplicaciones en la Universidad de Santiago de Compostela (USC) y Rebeca cursa el Máster de Literatura y Lingüística Inglesas en la Universidad de Granada (UGR). Mientras ella planea marcharse, probablemente a Irlanda, para imbuirse más en el idioma que ha elegido, él se ve más haciendo el doctorado y dedicándose a la docencia, pero eso sí, preferiblemente en la ULL, porque “es ya como la casa” en la que verdaderamente se siente “a gusto”.
Marcos decidió estudiar la lengua inglesa a los 26 años. Venía de educación infantil y para él fue una segunda oportunidad que ha acabado convirtiéndose en su auténtica vocación. Confiesa que se siente como “un niño en una juguetería” cuando tiene que elegir un autor de habla inglesa: ¿Harold Pinter o Ian McEwan?, ¿Yates, John Williams o Tennessee Williams? Todos, aunque sus preferencias se van del lado de la literatura anglo-irlandesa, por eso escogió al relevante poeta irlandés William Butler Yeats. No fue sencillo. Había tanta información sobre él que decidió centrar su TFG en un aspecto menos estudiado, el paso del tiempo, algo que le conmueve muchísimo de su poesía y que abordó desde un punto de vista más mundano, más banal en «Ere Time Transfigured Me: A Brief History of Time in a Selection of W.B. Yeats’ Poetry».
Se centró en su simbolismo místico de la mano de su tutora, la “maravillosa” María del Pino Montesdeoca, profesora de literatura inglesa de la ULL: “Sin su idea no hubiera podido hacer nada, pero nada. No solo me ayudó a focalizarlo todo y a orientar mi TFG, me ha ayudado desde primero de carrera, y le estoy muy agradecido por ello”.
De la delicada poesía de un autor irlandés al complicado análisis paradigmático y sintagmático de 22 verbos similares en «Verbs of Searching: Paradigmatic and Syntagmatic Features», el TFG que le otorgó a Rebeca un 10, y con el que trató de profundizar en los significados de esos verbos y de sus complementos: “Tuve que emplear mucho tiempo y preguntarle a muchas personas, a profesores nativos…”. “A veces usamos la lengua intuitivamente pero cuando tienes que ponerte a dar una explicación es más complicado. Dependiendo del verbo, usamos los complementos de una manera o de otra”.
Era un análisis arriesgado y concienzudo en el que tuvo el apoyo de su tutor, el profesor del Departamento de Filología Inglesa y Alemana, Francisco José Cortés. Docente de una rama que le gusta mucho, le facilitó bastante todo el proceso porque era algo que no se había hecho antes, y el resultado no le defraudó. Aparte de su calificación, Rebeca hizo lo que le realmente le apasiona, y por eso su meta está puesta ahora en la educación lingüística.
Teatro y cantautores
Se decidieron por la lengua de Cervantes, la española, y lo hicieron porque querían convertirse en filólogos. Sí, filólogos, a pesar de que en su flamante y reciente título se lea Grado en Español, Lengua y Literatura, tanto Paula Fuentes Hernández como Alejandro Coello Hernández reivindican la figura del de filólogo, que es como les gusta llamarse y que los llamen, igual que el resto de sus compañeros. En eso están todos de acuerdo.
En lo que respecta a su TFG, Alejandro se puso el listón muy alto, así que no es de extrañar que a su trabajo «Hacia una lectura underground de la tradición en la dramaturgia española de los años sesenta y setenta: estudio sobre el rito y sus fuentes teatrales en El hombre y la mosca [1968], de José Ruibal» el tribunal le colgara la máxima puntuación y alabara su metodología.
Adentrarse en la figura de un autor teatral prácticamente desconocido para la gran mayoría, y del que hay escasas referencias, fue tan complejo como enriquecedor. Recurrió a los testimonios y pudo localizar a su hermana, con la que aún mantiene contacto: “Abrí una línea de investigación en la que llevo dos años inmerso, y tengo que reconocer que era la primer vez que me sentaba a escribir un discurso denso. Ahora, lo ideal sería asumir la publicación de las obras que no se han publicado y seguir estudiando al autor”.
Reconoce que fue “complicado” estudiar el lenguaje teatral, pero tuvo la gran suerte de contar con un “receptor” a la medida de sus inquietudes. Su tutor, el profesor Carlos Brito, especialista en poesía y Siglo de Oro, quien lo ayudó a aclararse con la corrección de estilos, a saber qué perspectiva elegir y a “luchar contra la tiranía del texto”.
Ahora Alejandro está en Madrid (cursa un máster de teatro en la Universidad Complutense) porque lo que quiere es dedicarse al teatro desde la investigación. Le encanta la creación escénica y hace poco se estrenó profesionalmente en una obra dirigida por la reconocida Carlota Ferrer, donde realizó prácticas de dirección. “Ha sido un privilegio. Ella tiene una visión del teatro que se acerca mucho a la mía”.
La elección de Paula al hacer su TFG fue diametralmente opuesta a la de Alejandro. Ella no conocía demasiado la figura del cantautor que eligió, Javier Krahe, ni nació en esa época, ni llegó a tararear sus canciones. Sin embargo, ahora es una entusiasta de su música, de sus letras, que “eran las que más chicha tenían porque utiliza mucho el humor, las referencias literarias, la ironía…”.
Con «El texto poético en Javier Krahe, relaciones interdisciplinares entre música y literatura» Paula quiso demostrar que la canción de autor puede mirarse desde una perspectiva literaria: “Había elegido a Aute pero mi tutora, Isabel Castells, me sugirió a Krahe”, y fue todo un hallazgo”. Tanto, que ahora es una “superfan” declarada de su música y de su capacidad para hablar de temas cotidianos “haciendo crítica”. “Sus canciones parecen simples pero tienen una gran complejidad. Su manera de construir los versos, las rimas… Todo”.
Paula, que ahora hace un máster en investigación en periodismo Madrid, no duda en afirmar que Krahe es “un autor literario de pies a cabeza”, algo que quizá no habría descubierto nunca de no ser por su TFG: “O lo amas o lo odias. A mí me encantó. Descubría cosas cada día; aprendí a buscar documentación, a citar, a filtrar toda la información que me llegaba. En definitiva, a focalizarme en un tema”.
El encanto francés
Hélène Cruz Modesti quería hacer Derecho pero acabó decidiéndose por Grado en Estudios Francófonos Aplicados, la antigua carrera de filología francesa con algunas variantes, aportadas por nuevas asignaturas, como árabe y economía, que le confieren una visión más completa de la comunidad francófona, de su vida y costumbres, un planteamiento que le parece bien a esta amante de la cultura gala, algo que lleva en los genes al ser hija de madre francesa y haber pasado una gran parte de su vida en el país de Víctor Hugo.
En su magnífico TFG tuvo, nada más y nada menos, que contextualizar la Francia del siglo XVI y XVII, “un trabajo muy completo e interesante”. «La Henriada de Voltaire traducida para España en verso castellano. La versión de Viera y Clavijo 1800» es una comparación de la obra original y la traducción realizada por el escritor canario a la que al principio “da miedo” enfrentarse; luego todo fue rodado gracias a la ayuda de su tutor, Rafael Padrón: “Al principio me agobié porque yo de traducción histórica no sabía pero yo me había decidido por un trabajo de traducción y, aunque no fue fácil, lo pude hacer”.
Hélène es otra de los cinco alumnos protagonistas de este reportaje que está fuera, concretamente en Sevilla, donde está haciendo un máster de traducción e interculturalidad que compagina con el máster de formación del profesorado impartido por la UNED. Su compañera, Celia Hernández Hernández, al contrario que ella, decidió quedarse en Tenerife y sacarse el máster en formación del profesorado en la ULL, donde presentó su TFG «De Sófocles a Jean Annui, el mito de Antígona en el siglo XX», una interpretación o “reescritura”, ‒como a ella le gusta llamarlo‒, del mito en la literatura francesa, que afrontó con el apoyo de su tutora, Dulce María González Doreste.
“El contexto de la Antígona del siglo XX era el de la ocupación en Francia durante la Segunda Guerra Mundial, simboliza una serie de principios con los que nos damos cuenta de que los mitos nos siguen sirviendo para mostrar situaciones de barbarie y preocupaciones que siguen atormentando al ser humano. Sigue estando vigente, sigue interesando de la misma forma que hace años y, sobre todo, sigue siendo un instrumento capaz de hacernos parar a pensar”.
A la hora de investigar, se encontró con otros autores que también lo analizaron, como Bertolt Brecht. Ella ya conocía el mito de Antígona porque había leído a Sófocles en el Bachillerato y se había quedado atrapada. Ya durante esos años afianzó su vocación por las humanidades y no dudó en rendirse a ella y elegir lo que realmente le apasionaba: la lengua francesa.
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