Dedicarse a la investigación en España es muy difícil pero no imposible. Si bien es cierto que la carrera de un científico puede ser larga, compleja y sacrificada, “no se descubre nada si no se invierte en esfuerzo”, casi un lema para este grupo de jóvenes titulados en Biología, Química, Matemáticas, Física y Ciencias Ambientales. Su afán por seguir mejorando no se quedó anclado en la defensa de su magnífico TFG; muy al contrario, los ha llevado a cruzar fronteras para especializarse, a abordar otras ramas, a embarcarse en doctorados y a trabajar en lo que de verdad les apasiona.
Aunque los TFG no están pensados para la investigación sino para que el alumnado de grado de cuarto curso sea capaz de plantear un tema, documentarlo, argumentarlo y defenderlo ante un tribunal, “es bastante común que los estudiantes se entusiasmen” porque “tienen que llegar a ciertas conclusiones solos” y se trata de algo muy diferente a “estudiarse una asignatura”, explica Celedonio González Díaz, profesor de Bioquímica y Biología Molecular de la Sección de Biología de la Facultad de Ciencias.
La sensación que tiene este profesor de la ULL es que los buenos estudiantes de ciencias, y sobre todo los de la rama de Biología, quieren embarcarse en proyectos de investigación. Sin embargo, “un trabajo bibliográfico puede ser igual de bueno” que uno de investigación. “Dedicarse ahora mismo a la investigación no solo es muy duro sino que las posibilidades de estabilizarse haciendo carrera investigadora son muy bajas”.
Los últimos datos (2018) evidencian que España es el país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que más ha recortado en investigación en los últimos años: un total de 20.000 millones de euros desde 1999; el número de patentes se ha reducido en un 60% y 37.000 investigadores han tenido que marcharse al extranjero, una fuga de talentos en toda regla que ha sido imparable desde que estalló la crisis económica. Ante este panorama es normal que “la gente llegue a los 40 años y siga dependiendo de becas”, que además son muy escasas, “habas contadas”, explica.
Algo de lo que sí está seguro González es que de la Facultad de Ciencias de la Universidad de La Laguna salen continuamente “alumnos y alumnas muy buenos” que, en buena parte, decide irse fuera a continuar con su formación haciendo un posgrado en otra universidad para internacionalizar su currículo. Esto se ha convertido en la tónica general en el mundo académico tras la implantación del Espacio Europeo de Educación Superior, que ‘recortó’ las carreras y ha hecho que el máster sea un equivalente al segundo ciclo, con la ventaja de que muchos de ellos son profesionales, con contenidos prácticos y adaptados al mundo laboral.
Traspasando fronteras
Decía Marie Curie que “en la vida no existe nada que temer, solo cosas que comprender”. Son precisamente esas cosas las que han llevado a Alejandro, Raquel, Adrián, Isaac y Sabina a poner rumbo a otros países y regiones de España para ser mejores en lo que de verdad les gusta: la química, la genética, la astrofísica y la biología.
A Alejandro Gutiérrez siempre le gustó mucho la química orgánica. Eligió a sus tutores y acordó con ellos el tema de su TFG: «Metodología sintética enfocada a la preparación de productos naturales”, un trabajo “bastante largo” que puede aplicarse a determinados fármacos o compuestos, y que se centró en comprobar si reemplazando una parte de la molécula por otra se producía la misma reacción y se obtenía así otro producto. Para ello se basó en la reacción de Prins, que “permite crear estructuras que son generales en la naturaleza, y que están en todas partes, incluso en algunos fármacos”.
Ese amor por la ciencia lo llevó a Galicia, donde cursa ahora el máster en química orgánica de la Universidad de Santiago de Compostela (USC). Además, trabaja (becado) en el Centro de Investigación Química CIQUS y tiene planes para quedarse un tiempo si le conceden las otras dos becas que ha solicitado.
Raquel Yanes Rodríguez, como Alejandro, se graduó en Química por la ULL y también decidió continuar con su formación de posgrado en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) donde cursa el Máster Universitario en Química Teórica y Modelización Computacional. Aún le queda otro año por delante para plantearse si hará o no el doctorado porque no lo tiene del todo claro.
Cuando eligió el tema de su TFG, ‒la corrosión de dos medios diferentes‒ “no tenía grandes expectativas” pero después le encantó. Lo que planteó en su trabajo fue comprobar cómo cinco materiales metálicos resistían la corrosión del agua de galerías y del grifo, para concluir que la primera es más corrosiva que la segunda y que los materiales que mejor y peor resistían esa corrosión eran el cobre y el acero al carbono, respectivamente.
Adrián y Sabina se graduaron en Biología pero escogieron temas bien diferentes para su TFG: el primero se centró en la Shewanella, un género de bacterias muy poco conocido que puede sobrevivir perfectamente en la superficie de las rocas, incluso sin oxígeno; la segunda, en las tortugas gigantes de Canarias, una especie extinguida hace millones de años que hoy en día sigue siendo un auténtico misterio.
Su TFG no solo supuso para Adrián Suárez, ‒que está en Barcelona haciendo un máster de genética y genómica‒, una Matrícula de Honor (MH) sino
descubrir que un aislado de la Shewanella era de otra especie de la que no se habían reportado casos de infección, todo un descubrimiento que se publicará en breve en una prestigiosa revista científica.
La elección de Sabina Rodríguez, al profundizar en las tortugas fósiles autóctonas, la ha llevado ya por algunas islas del archipiélago canario para dar a conocer su trabajo y la traslada ahora a un congreso de paleontología de vertebrados que se celebra estos días en Lisboa, donde presentará un póster.
Isaac Alonso, graduado en Física, es otro de los alumnos que decidió poner tierra de por medio e irse a Bélgica (Universidad de Lovaina), donde aprovecha los veranos haciendo algo parecido a lo que hizo en su TFG, centrado en descubrir un código que fuese capaz de simular la atmósfera del sol, un estudio que requería de mucha investigación y documentación bibliográfica. El resto del año lo dedica a hacer el Máster Universitario en Astrofísica de la Universidad de La Laguna, igual que sus compañeros Salvador Cardona, Javier Sánchez y María Guayente Panizo.
Estrellas, galaxias y órbitas
Se han graduado en Física, son estudiantes del mismo máster y los tres piensan dedicarse a la investigación, como la gran mayoría de sus compañeros, motivo por el que ya están calibrando su próximo paso: el doctorado.
Javier Sánchez, de Barcelona, y Salvador Cardona, de Mallorca, llegaron a la Universidad de La Laguna para estudiar Física. Salvador disfrutó y aprendió mucho haciendo un estudio con el que pudo determinar que “hay una variedad muy grande de posibles progenitores de nuestras galaxias”, aunque su método de investigación no era muy ortodoxo y no tenía un horario fijo. “Si te quieres dedicar a la investigación tienes que hacer esto a diario”, ‒dice‒, y él quiere, de hecho colabora con investigadores del Instituto Astrofísico de Canarias (IAC) donde “estaría muy bien poder entrar”
Javier centró su TFG en las estrellas binarias, dos estrellas que orbitan muy cerca la una de la otra, tanto que “se pueden robar la masa”. Con todo ello hizo una aplicación en el ordenador y los resultados los comparó con curvas de luz obtenidas en un telescopio real, el IAC-80 situado en el Observatorio del Teide. Le gustó tanto el tema que ya tiene “apalabrado” su Trabajo de Fin de Máster (TFM) sobre dos estrellas binarias.
María G. Panizo eligió también las estrellas binarias para su TFG, exactamente el «Cálculo de órbitas pseudocirculares internas en sistemas binarios: aplicaciones». Tutorizado por Ignacio González Martínez-Pais, investigador del IAC y profesor de la ULL, su mayor complicación fue todo lo referente a la programación, es decir, encontrar ese código capaz de resolver las ecuaciones, una experiencia que le llevó mucho tiempo pero con la que aprendió “muchísimo”.
Monteverde y Tojo
María Bernardos y Rocío González aman la biodiversidad y la conservación, especialmente la centrada en especies de territorios protegidos. Por eso no es de extrañar que sus TFG los realizaran sobre especies autóctonas: el Tojo y el Monteverde.
María se decidió rápido: su trabajo giraría en torno al Tojo, una planta invasora que llegó a Tenerife en los años sesenta para ser utilizada en repoblaciones de especies locales. Un experimento “bastante largo” porque conllevó un estudio de germinación de 3.500 semillas distintas, recolectadas en cinco zonas diferentes, para determinar si su desarrollo variaba de un espacio a otro. Y sí, lo hizo. Se desarrollaba igual de bien en el mar y en la montaña.
Lo que quería Rocío era hacer trabajo de campo. Por eso eligió la Hija Cambada, en Anaga, con la intención de crear un itinerario didáctico del
Monteverde. Basta con llevar un móvil y escanear los códigos QR para conocer al detalle las 16 especies arbóreas más populares que pueblan sus 750 metros de trayecto. La información no puede ser más completa: tronco, características de las hojas, fruto, flor…
La elección del TFG en ambos casos fue realmente definitoria. María se decantó por otra especie invasora (la Vinagrera) que crece en el Parque Nacional de Timanfaya para hacer su doctorado, ‒que compagina con trabajos concretos de consultoría ambiental‒ y Rocío trabaja en el Jardín Botánico Pirámides de Güímar junto a la que fue su tutora, Victoria Eugenia Martín, del área de Botánica de la ULL. Todavía no ha decidido si embarcarse en la aventura del doctorado.
Agua y estrógenos
Ruth Rodríguez, aunque graduada en Química, tiene mucho en común con Rocío: no tiene aún decidido de qué hará su doctorado y eligió a sus tutores de TFG, Miguel Ángel Rodríguez y Bárbara Socas Rodríguez, por su gran afinidad con ellos. De hecho, sigue vinculada a ambos con su trabajo de TFM. “Si no me gustara no podría seguir con esto porque la vida social se reduce mucho y tienes que decir que no a muchas cosas”.
“Qué clase de agua estamos tomando” fue la pregunta a la que quiso buscar respuesta con su trabajo, un estudio con el que optimizó la metodología que permite determinar estrógenos y que sirve, por ejemplo, para “desarrollar otras matrices que tengan aplicación medioambiental”. En su caso hizo análisis de agua, aunque también sirve para determinar si la leche procede de animales muy “hormonados” y si el producto obtenido se ajusta a lo establecido por la ley, algo que le preocupa especialmente porque “son destructores endocrinos que pueden favorecer el desarrollo del cáncer”.
Cuestión de números
Javier, Alba y Cathaysa se graduaron el año pasado en Matemáticas y sus TFG los catapultaron a los primeros puestos de su especialidad con temas tan dispares como interesantes: Javier optó por la investigación operativa, Alba escogió las funciones armónicas y Cathaysa algo tan actual en su campo como los códigos cíclicos.
Javier de León prefirió la investigación operativa porque se puede trasladar a la vida real, por ello quiso optimizar las encuestas que utilizan las agencias de viajes, en este caso Frontur. “Me proporcionaron los datos y yo les hice un programa informático para que los aplicaran”. Para Cathaysa Pérez el hecho de hacer su TFG sobre algo que puede trasladarse a la realidad también fue decisorio, por eso de su estudio sobre «Decodificación algebraica de códigos cíclicos (…)» dedujo que corregir errores es difícil, es “sin duda el gran problema que tiene la teoría de códigos, a la vez que su gran ventaja”.
Alba Crespo tenía tan claro de qué iba a tratar su TFG (la importancia de las funciones armónicas) como que su tutor iba a ser Manuel Flores, de Análisis Matemático. “Creo que es la mejor parte de la carrera porque me gusta trabajar mucho por mi cuenta; te introduce en lo que es la investigación”. Afirma que cuando más ha aprendido fue al hacer este trabajo: “Lleva más creatividad y el tiempo es amplio porque nos dan un año”. Da tiempo a “leer mucho y cambiar de perspectiva”. Una perspectiva con la que encontró su fórmula perfecta: “investigación + docencia”, algo que se plantea cuando acabe Física y realice el máster en análisis matemático por la UNED.
Si la docencia es como un imán para Javier y Alba, el mundo de la empresa resulta también muy tentador para Cathaysa, una vez finalice el máster de formación del profesorado por la ULL. De cualquier manera, los tres, como el resto, comparten un espíritu investigador que los hace avanzar a golpe de muchas preguntas, inquietudes y tesón. Y es que es su manera de enfrentarse al conocimiento o de aliarse con él.
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