La Universidad de La Laguna, a través de su Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación (OTRI), ha registrado un modelo de utilidad para el control de plagas, y en especial para la del insecto conocido como picudo negro, una de las plagas más nocivas que atacan la base de la platanera, y contra la que se lucha desde hace años en las plantaciones de plátanos de Canarias.
El desarrollo de este invento ha sido posible gracias a un convenio de cotitularidad entre la Universidad de La Laguna y la empresa Vicedo Martí, S.L, un trabajo conjunto que comenzó en 2012 liderado por el profesor Raimundo Cabrera, inventor de este sistema junto a Luis Vicedo Peinado, y coordinador del grupo de investigación de Control Integrado de Plagas y Enfermedades de los Vegetales (CIPEV), que trabajó en este proceso durante más de tres años en los que se probaron y modificaron los diseños iniciales hasta conseguir el primer prototipo en 2014.
Las principales novedades que presenta esta trampa multiusos con respecto a otras similares son su funcionalidad, ya que basta con colocarla sobre el suelo sin necesidad de tener que enterrarla, ‒evitando así gastos innecesarios de mano de obra‒, su gran resistencia frente a vuelcos accidentales o fuertes lluvias y su cómodo montaje y mantenimiento a la hora de ensamblarla y limpiarla. Pese a todo ello, se trata de un “mecanismo complejo y preciso a pesar de su sencillez”, indica Cabrera, ya que se utiliza “la feromona exacta para atraer a este tipo de insecto, tanto machos como hembras”, algo que el agricultor puede comprobar por sí mismo porque ya se comercializa a un precio que oscila entre los 12 y 14 euros.
Acuerdo con ASPROCAN
El paso previo a la comercialización del dispositivo fue testar su eficacia en el propio terreno mediante un acuerdo suscrito entre la empresa que lo comercializa y distribuye, Vicedo Martí, y la Asociación de Organizaciones de Productores de Plátanos de Canarias (ASPROCAN), que adquirió 1.000 unidades que se repartieron (a través de las cooperativas de productores) en distintas plantaciones plataneras de cinco islas durante un periodo de varios meses. Tras este tiempo se ha podido comprobar “que la trampa no solo funciona igual de bien que las existentes en el mercado, ‒explica Raimundo Cabrera, ‒sino que es eficaz y resuelve alguno de los problemas que tienen los modelos que se han venido utilizando hasta ahora”.
Otra de las ventajas indiscutibles de este invento es que puede servir para combatir otro tipo de plagas con solo cambiar el cebo empleado, es decir, sustituyendo las feromonas que hacen de atrayente se pueden erradicar otros insectos nocivos. En este sentido, desde el CIPEV se está trabajando con el Departamento de Ciencias Agrarias de la Universidad de Azores en la adaptación del dispositivo para combatir la plaga de caracoles que afecta a los cultivos de ese archipiélago.
A pesar de que el mercado canario es un “mercado limitado” y requiere un tiempo de adaptación, el coordinador del CIPEV, Raimundo Cabrera, está convencido que este nuevo sistema será “de gran utilidad” frente al éxito relativo de otras trampas similares que también usan feromonas. Además, aunque por cada hectárea de terreno se tenga que utilizar una media de 100 trampas, como pueden moverse con facilidad, se puede optar por desplazarlas de sitio, con lo que no es necesario comprar una gran cantidad. Tampoco es necesario sustituir las feronomas, que se pueden adquirir en las cooperativas agrícolas, muy frecuentemente, sino cada dos o tres meses, e incluso más tiempo.
El picudo negro de la platanera, Cosmopolites sordius, es una de las plagas más dañinas que afecta a este cultivo en todo el mundo. Este pequeño insecto, que se arrastra por el suelo, ataca a la planta desde su propia base, creando una serie de galerías que acaban debilitándola y haciéndola caer por su propio peso. De hecho, puede llegar a mermar hasta en un 40% la producción de plátanos.