Una de las primeras transiciones de la historia humana, y posiblemente la más importante, fue el cambio de sociedades cazadoras-recolectoras a sociedades agrícolas. Esta llamada revolución neolítica, que comenzó en el Oriente Próximo alrededor del 13.000 a.C., ha sido el centro de un debate interminable. ¿Estuvo la revolución neolítica relacionada con un proceso migratorio o más bien con un fenómeno de aculturación? ADN antiguo recuperado de restos humanos neolíticos en Marruecos, ha demostrado que la adquisición de técnicas agrícolas en el norte de África implicó tanto el movimiento de ideas, como el de personas. Rosa Fregel, primera firmante del artículo y profesora del área de Genética del Departamento de Bioquímica, Microbiología, Biología Celular y Genética, es investigadora de la Universidad de La Laguna.
Estos resultados han sido publicados en Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States (PNAS). La investigación ha sido financiada por el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad, la Fundación Canaria Doctor Manuel Morales, la National Science Foundation de EEUU y la Gordon and Betty Moore Foundation.
Se sabe que la adquisición de técnicas agrícolas y de pastoreo fue fundamental para el éxito de las sociedades humanas. Sin embargo, la forma en que esta revolución neolítica se expandió a partir de sus orígenes en el Creciente Fértil ha sido el centro de un acalorado debate. Se han propuesto dos modelos para explicar la transición neolítica: uno que involucra el movimiento de personas y otro que está basado en la transmisión de ideas. Los avances en las técnicas para analizar el ADN de restos arqueológicos han permitido a los investigadores recuperar la información genética completa de poblaciones antiguas.
Estas técnicas paleogenómicas se han aplicado para resolver la cuestión de la revolución neolítica en ámbito regional. Por ejemplo, se ha observado que las poblaciones neolíticas europeas eran similares a los primeros agricultores del Oriente Próximo, y diferentes de las comunidades de cazadores-recolectores que poblaron Europa con anterioridad. Este resultado indica que la revolución neolítica en Europa se produjo como consecuencia del movimiento de personas, no de ideas. Sin embargo, la mayor parte de estas investigaciones se han realizado en Europa y Oriente Próximo, dejando otras regiones cruciales sin explorar. Una de ellas es el norte de África, una región de especial interés debido a la posibilidad de contactos marítimos neolíticos con Europa a través del Estrecho de Gibraltar.
Para abordar esta cuestión, investigadores de la Universidad de La Laguna y la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, el Instituto Nacional de Ciencias de Arqueología y Patrimonio (Marruecos), la Universidad de Stanford y la Universidad de California Santa Cruz (Estados Unidos), y otras instituciones, han desarrollado un proyecto de colaboración internacional para estudiar el ADN de poblaciones neolíticas en Marruecos.
Yacimientos estudiados
Durante el desarrollo de este proyecto, se estudiaron dos yacimientos arqueológicos diferentes: un yacimiento perteneciente al neolítico temprano, datado en torno al 5.000 a. C. y localizado en la cueva de Ifri n’Amr o Moussa (Khemisset, Marruecos), y un yacimiento del neolítico tardío, fechado en torno al 3.000 a. C. y situado en la cueva de Kelif el Boroud (Rabat, Marruecos). La investigadora de la Universidad de La Laguna Rosa Fregel y su equipo analizaron este material arqueológico, usando técnicas paleogenómicas del última generación, para recuperar ADN antiguo de poblaciones neolíticas tempranas y tardías en el norte de África.
Los resultados obtenidos indican que los individuos del período neolítico temprano tenían una composición genética similar a la de individuos de la Edad de Piedra del norte de África (15.000 a. C.). Esto señala que las fases iniciales de la transición neolítica en el norte de África no implicaron la migración de comunidades con conocimientos agrícolas, sino que se produjo mediante la adopción de innovaciones tecnológicas por parte de las poblaciones locales norteafricanas.
Por el contrario, los individuos del período neolítico tardío compartían solo la mitad de su ascendencia genética con poblaciones neolíticas tempranas del norte de África. Sorprendentemente, la mitad restante de su ascendencia se relaciona con individuos del Neolítico del sur de España, sugiriendo que existió una migración de población europea, a través del Estrecho de Gibraltar, entre el periodo del Neolítico temprano y el tardío.
En la misma línea, predicciones fenotípicas basadas en análisis de ADN, indican que los primeros agricultores del norte de África no poseían ninguna de las variantes europeas asociadas con pigmentación clara. El ADN antiguo obtenido en este proyecto, indica que las comunidades neolíticas tempranas del Norte de África muy probablemente tenían la piel oscura y los ojos oscuros, similares a las poblaciones de la Edad de Piedra de la misma región. Sin embargo, las poblaciones neolíticas tardías de Marruecos exhibían algunas de las variantes genéticas europeas, y probablemente tendrían un tono de piel y ojos más claro que los primeros agricultores de esta zona.
De forma global, estos resultados implican que las primeras etapas de la transición neolítica en el norte de África se desarrollaron a partir de poblaciones locales que adoptaron innovaciones tecnológicas de áreas vecinas. Sin embargo, el desarrollo neolítico posterior estuvo debido a migraciones de poblaciones agrícolas de origen europeo. Este estudio tiene grandes implicaciones en la prehistoria del norte de África, ya que, tradicionalmente, se había asumido que la influencia europea en esta región se produjo a partir de las invasiones romanas y bárbaras. Los resultados obtenidos a partir de ADN antiguo de Marruecos cambian completamente esta visión, retrayendo la llegada de las primeras poblaciones europeas al norte de África al periodo neolítico.