Los aborígenes de la isla de El Hierro hablaban una variedad histórica del bereber meridional, según concluye el artículo “Gramática de la toponimia herreña de origen bereber” de Jonay Acosta, investigador y miembro fundador de Cátedra Cultural de Estudios Bereberes de la Universidad de La Laguna, adscrita al Vicerrectorado de Cultura, Participación Social y Campus Ofra y La Palma. El trabajo corresponde a un capítulo del libro Estudios sobre toponimia canaria prehispánica, recientemente editado por la Academia Canaria de la Lengua.
El autor del trabajo llevó a cabo el rescate de 5.000 topónimos de El Hierro, su isla de origen, en el marco del proyecto “Elaboración de cartografía toponímica de la isla de El Hierro”, promovido por GRAFCAN en 2017. De esos 5.000 topónimos, unos 200 (el 4 %) tienen un origen genuinamente bimbape, excluyéndose otros guanchismos que, como El Tagasaste, El Tabaibal, La Guanila, etc., pertenecen al léxico canario general.
El trabajo está dividido en tres partes: una introducción a las parcelas de la gramática bereber relacionadas con la toponimia, un análisis pormenorizado de 168 topónimos herreños de tal origen y una serie de conclusiones donde se discuten, desde una perspectiva histórica, los rasgos lingüísticos extraídos del corpus.
En cada uno de los apartados se señalan, además, numerosos problemas que constituyen nuevas líneas de trabajo para la lingüística guanche. Dentro de este conjunto, la primera parte adquiere especial interés, ya que brinda al lector novel una introducción a la gramática del bereber con aplicaciones concretas al estudio de los guanchismos.
Una variedad histórica del bereber meridional
De este corpus toponímico se pueden extraer una serie de rasgos fónicos del habla bereber que se trasplantó a El Hierro. Para ello no solo es necesario llevar a cabo un estudio histórico-comparativo con las hablas bereberes modernas, sino también analizar el contacto que tuvo el bimbape con el español tardomedieval durante los siglos XV al XVII.
Las variantes fónicas deducidas del corpus pueden llegar a ofrecernos una información valiosísima acerca del lugar de procedencia de los primeros pobladores. En este sentido, el autor sostiene que el habla bereber de los aborígenes herreños era bastante innovadora y próxima al bereber moderno, razón por la cual el poblamiento debió de efectuarse, con toda probabilidad, durante la Antigüedad tardía. Esta conclusión está en consonancia con las dataciones arqueológicas más antiguas obtenidas en El Hierro, que, de momento, se sitúan entre el 265 y el 325 d.C.
El habla bimbape se caracterizaba, sobre todo, por la tendencia a la palatalización de*/z/, rasgo que también ha advertido el autor en las hablas aborígenes de Fuerteventura, Lanzarote, Tenerife y La Gomera. Se trataba, además, de un habla de consonantismo fuerte, rasgo que evidencia la tendencia a la asibilación de */t/- que comparte el resto de islas occidentales.
Finalmente, se constata el debilitamiento de ciertas velares etimológicas, como sucede, al menos, en La Gomera y Tenerife. Todos estos rasgos son propios de las hablas bereberes meridionales, situadas en la franja esteparia norteafricana, donde también se encontraba el limes romano.
En el trabajo se señala la necesidad de localizar datos toponímicos anteriores al s. XVII para poder concretar y asegurar estos y otros rasgos lingüísticos del habla bimbape que permitan una clasificación más precisa dentro de la dialectología e historia del bereber. La digitalización del archivo parroquial de Valverde podría ser una iniciativa interesante en este sentido.