Uno de los cursos que forma parte de la programación de la Universidad de Verano de Adeje es “Comunicar en tiempos revueltos. Estrategias para elaborar discursos orales y escritos”, que dirige la profesora del Departamento de Filología Española de la Universidad de La Laguna Isabel Castells. En su primera ponencia, puso dos ejemplos de discursos para demostrar cómo, a través de la oratoria, se pude ser elocuente sin subterfugios pero también se pueden utilizar estrategias más aviesas. “La persuasión no es lo mismo que la comunicación, por eso hay que tener cuidado con lo que se dice”.
Castells fue la encargada de abrir el curso, este lunes 22 de julio, con una ponencia centrada en los contenidos textuales y figuras retóricas que utilizan los discursos orales, mientras que José Antonio Ramos, también del Departamento de Filología Española de la Universidad de La Laguna, centró su parte en los elementos no verbales y gestuales. Se trata de un seminario muy práctico que ha tratado de reducir la teoría al mínimo para basar la docencia en ejemplos de discursos célebres analizados y el propio trabajo del alumnado.
La profesora quiso resaltar la importancia de saber comunicarse oralmente correctamente ya que la oratoria puede ser un arma muy poderosa. De hecho, tal es así que los grandes dictadores de la historia se han caracterizado por su capacidad de seducir a las masas con sus intervenciones. “Nos planteamos analizar en clase un discurso de Hitler como ejemplo, pero nos dio repelús la sola idea”, explicó.
Como ejemplo de discurso directo, claro y honesto, la ponente propuso el que dictó la actriz Emma Watson ante la ONU para defender la necesidad de impulsar el feminismo en la sociedad a través de la iniciativa HeForShe. Se trata de una intervención llena de asertividad y convicción, en la que la actriz introduce elementos autobiográficos para reforzar su posición, mezclados con datos objetivos. Además, afianza su intervención con el uso de preguntas retóricas que lanza a mitad de la locución y repite al final, para redondear las ideas principales del mensaje.
En contraposición, se puso como ejemplo de discurso artero y manipulador el de Marco Antonio tras la muerte de Julio César en el célebre drama de Shakespeare, del cual se utilizó la versión interpretada en cine por Marlon Brando. Se trata de una intervención que parece decir una cosa pero realmente quiere decir justo lo contrario. Está considerado, pese a su talante siniestro, uno de los mejores discursos de la historia de la oratoria porque logra cambiar la opinión de la audiencia, que al inicio de la intervención estaba de acuerdo con el magnicidio de Julio César y, en cambio, al final se exalta pidiendo que lo venguen.
Por ello, Castells bromeó diciendo que, en este curso, se ha utilizado el discurso de Shakespeare para mostrar lo que no se debe hacer: “Espero que de este curso no salga ningún Marco Antonio”.
Por su parte, el profesor Ramos abordó la vertiente más práctica del curso, marcando como ejercicio al alumnado plantear un discurso de dos minutos de duración para el día siguiente, teniendo en cuenta las orientaciones planteadas por el docente. Una sugerencia para preparar esta parte fue practicar la “lectura expresiva”, es decir, leer en voz alta el discurso que se ha redactado para afinar su sonoridad y practicar “la rica paleta de sonidos” de la voz.
El filólogo explicó que en su parte también se iban a trabajar la gestualidad y las habilidades comunicativas en lo social, como conversaciones y mediaciones. Otro aspecto que abordará serán las soluciones soluciones para atajar dos peligros de la comunicación oral: la inhibición y la agresividad.
Ramos quiso derribar algunos mitos existentes acerca de cómo prepararse para afrontar una locución ate un auditorio. El primer es el de la “naturalidad”, que a su juicio es inexistente porque todas las personas, ya desde que nacen, adquieren algún tipo de construcción social derivada de factores como el género y el lugar de nacimiento. En su opinión, hay que ser plenamente conscientes de que se está “actuando” en público y, por ello, hay que ser capaces de adaptar cada intervención al público u objetivo que se persiga en cada caso.
Otro mito que quiso desmontar es el de que, para ganar seguridad, es necesario “defenestrar al público” con estrategias como “imaginar que la audiencia está desnuda” o “pensar que se sabe más que ellos”. En su opinión, el público está “perdiendo su tiempo, dinero o ganas” para escuchar la ponente, por lo que hay que considerarlo un cómplice, no un obstáculo.
Se refirió igualmente a la idea que dan ciertos manuales sobre cómo debe ser la voz y la expresión para hablar en público. En su opinión, no existe ninguna fórmula cerrada, sino que hay que saber adaptarse a cada contexto. Finalmente, también quiso rebatir la noción de que antes de hablar en público hay que relajarse. Para el docente, si no llega a ser paralizante, la tensión es buena porque fomenta mantener la atención, escuchar al otro y abrir los canales de comunicación.