A veces en investigación las cosas no salen como se quiere. Pero en este caso sí. Tanto que en Canarias se van a fabricar productos exportables a otras partes del mundo gracias al desarrollo de una serie de métodos químicos completamente innovadores, capaces de convertir sustancias baratas y muy asequibles en productos de alto valor en el mercado, y de gran interés para la biomedicina o la industria farmacéutica y agroquímica. ¿Lo mejor? Que sus precios estarán al alcance de todo el mundo.
Detrás de este trascendente avance, conseguido tras años de duro e intenso trabajo, está Carmen Carro Sabina, que el pasado 26 de abril se convirtió en la primera persona en defender una tesis doctoral dentro de la modalidad de Doctorados Industriales de la Universidad de La Laguna. A este paso importante hay que añadir que Carmen pertenece también a la primera generación de doctorados industriales del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades (MICINN) de España, lo que la convierte en toda una pionera en su campo.
Pero para llegar a obtener el primer doctorado industrial de la Universidad de La Laguna, y uno de los primeros de España, parte de cuyo contenido acaba de publicarse en la prestigiosa revista científica The Journal of Organic Chemistry, Carmen ha tenido que vencer una auténtica carrera de obstáculos en la que el tiempo ha jugado en su contra. Mientras la duración de una tesis doctoral normal va de los cuatro a los cinco años, la de los doctorados industriales es de tres, un hándicap que ha superado gracias a la ayuda de sus directores de tesis: Alicia Boto Castro, investigadora y vicedirectora del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología del CSIC, Gabriel García Llanos, químico e investigador de la empresa Biosigma S.L., y Dácil Hernández Mesa, también investigadora del Centro Superior de Investigaciones Científicas.
Con «Nuevos métodos para convertir sustratos de bajo coste en compuestos de alto valor añadido, por su interés químico y farmacéutico» (tesis desarrollada en el programa en Doctorado en Química e Ingeniería Química de la ULL) la nueva doctora da unos cuantos pasos más que marcan la diferencia. “Había precedentes, pero la investigación de Carmen no la había hecho nadie”, comenta Alicia Boto Castro. “Ella ha obtenido productos completamente distintos a los que ya existían”. En este caso, esos pasos de más se traducen en una I+D propia de la empresa, ya que es Biosigma, S.L, ‒que cofinancia el doctorado junto con el MICINN‒, la creadora de sus propios resultados.
Un proyecto totalmente novedoso con un objetivo primordial: transformar sustratos de bajo coste como los aminoácidos, concretamente la hidroxiprolina y sus derivados, en productos químicos finos de estructuras más complejas y de alto valor añadido. ¿Cómo se consigue esto? Con la aplicación de procesos químicos innovadores, capaces de encadenar varias reacciones sin necesidad de parar para purificar entre proceso y proceso, y volver a poner la siguiente reacción.
En la investigación se estudiaron reacciones con reactivos diferentes a distintas temperaturas y diversas fuentes de activación, aunque muchas de las propuestas realizadas, según explica Carmen, se realizaron por fotólisis. Aparte de la luz, se probaron también otras fuentes de activación, como el calor y las microondas, que tienen un gran interés de cara a la industria.
“Además de adaptar las condiciones, lo que desarrollamos fueron procesos secuenciales, en cadena ‒comenta Carmen‒ con los que nos evitamos los pasos de la purificación de productos intermedios, algo que nos permite ahorrar tiempo, mano de obra y materiales, además de que, desde el punto de vista de la sostenibilidad, se reduce la generación de residuos”.
Lo novedoso es que el procedimiento con el que se realizan varias fases de forma seguida permite obtener un producto mucho más complejo que el inicial. Y esa es la clave que permite el abaratamiento de costes, aspecto fundamental para que una empresa logre ser competitiva y se posicione en el mercado. Llegados a este punto, los productos a los que pueden aplicarse los resultados de la investigación son numerosísimos: componentes de fármacos, de cremas cosméticas, de agroquímicos, herbicidas, material para análisis químicos, sondas médicas… Así hasta una gran cantidad.
Casi cualquier cosa puede conseguirse por medio de estos procesos. De hecho, se están comenzando a introducir en el mercado nuevos productos que pronto estarán disponibles, tanto para aquellos grupos de investigación que los soliciten, como para empresas que demanden sustancias específicas con las que personalizar sus ‘best seller’. Una auténtica elaboración a la carta destinada al cliente final.
Boto Castro admite estar aprendiendo mucho de ese buen engranaje, resultante de la unión entre lo comercial y lo científico: “Muchas veces tenemos algo valioso pero hablamos en un lenguaje demasiado técnico, y hay que esforzarse en hablar el lenguaje de las empresas. Y eso es algo que se hace gracias a este tipo de proyectos, a esos puentes que se tienden entre empresas, universidades y organismos de investigación”.
“Creo que en los próximos años esto va a ser lo habitual, ‒comenta Alicia‒, que los investigadores piensen en el mercado que puede haber detrás. Por eso se agradece que se hayan sacado estos programas, además del apoyo incondicional que se ha dado a este primer doctorado industrial”, ya que Carmen empezó su tesis antes de que la Universidad de La Laguna tuviese establecidas las normas para este tipo de doctorados.
Carmen está ahora mismo inmersa en la última parte de su doctorado. Una vez leída la tesis, todavía le queda un tiempo por delante, ya que este tipo de programa sí que tiene una ventaja que no ofrecen los demás: un cuarto año para completar los resultados y perfeccionar los aspectos que hayan podido quedar pendientes, tarea en la que sigue contando con el apoyo de Alicia, Dácil y Gabriel, el director de la empresa, que aporta no solo la visión de mercado, sino la del proceso productivo.
Las investigadoras Alicia y Dácil se ocupan más de la visión académica de la investigación, así como de ayudar y asesorar a Carmen en la labor que ha venido realizando estos años. “Mi papel en todo este proceso es dar apoyo experimental a Carmen ‒comenta la investigadora del CSIC Dácil Hernández‒ ya que yo estoy en el laboratorio y llevo mucho tiempo trabajando con aminoácidos y péptidos”, una experiencia que ha sido fundamental durante el desarrollo de la tesis.
Sin lugar a dudas, la excelente relación que hay entre científicos y empresarios los convierte en un equipo muy bien avenido al que ahora se suma Carmen Carro, que ya tiene un contrato indefinido con Biosigma. De hecho, comenzó su doctorado en 2016, cuando la empresa empezaba a comercializar sus productos. “Biosigma es el alma de este proyecto, y gracias a las excelentes relaciones con la ULL, que siempre ha estado ahí para que la parte académica, bastante compleja, salga adelante, podemos decir que las cosas han ido sobre ruedas”, admite Alicia Boto Castro.
Casi como un triunvirato (en el mejor sentido de la palabra) la buena sintonía existente entre Biosigma, el CSIC y la ULL viene de unos cuantos años atrás, exactamente desde el 2007, cuando en la empresa comenzaron a plantearse por qué no lanzarse a fabricar productos químicos exclusivos, algo inexistente en aquellos momentos en Canarias, donde la producción se limitaba a desarrollar químicos básicos en grandes cantidades, como lejías o disolventes.
Una nueva línea empresarial por la que apostó esta compañía de capital canario, y para la que era fundamental contar con el personal altamente especializado formado en la ULL y en el CSIC. Esta era la mejor manera de crear empleos adecuados en los que los nuevos doctores podrían desarrollar sus valiosas capacidades. Se trata, en definitiva, de que personal formado a la medida de la empresa pueda crear nuevos productos y que la “transferencia de conocimiento de la ULL y el CSIC no se quede en los cajones, sino que se aplique al mercado”, explica Boto Castro.
Para la vicedirectora del IPNA-CSIC, el objetivo del doctorado industrial es formar a personas que sean capaces de pensar por sí mismas, de actuar por sí mismas. Por eso, “cuando a las ideas iniciales se añaden las propias, el doctorado es todo un éxito”. Y Carmen Carro es una de esas personas que piensan por sí mismas y que ya ha tocado el éxito. Un éxito, en gran medida, resultante no solo de su capacidad investigadora y de su notable esfuerzo y talento, sino también de su doble formación, la científica y la empresarial. La mejor combinación para desarrollar proyectos innovadores, a la par que útiles y comerciales. Todo un acierto en la sociedad del siglo XXI.
“Las tesis con mención industrial son una herramienta fundamental para favorecer la transferencia a la sociedad”, afirma el hasta ahora director de la Escuela de Doctorado y Estudios de Posgrado y nuevo vicerrector de Investigación, Ernesto Pereda. “Permiten la realización de un trabajo de investigación en una empresa pública o privada sobre un tema de interés para la empresa con la dirección académica de un doctor o doctora de la universidad, lo que supone estrechar la colaboración entre la academia y la sociedad civil. Esta primera tesis con la modalidad doctorado industrial en la Canarias, fruto de la colaboración entre CSIC, ULL y la empresa Biosigma, es un claro ejemplo de ello que nos marca el camino a seguir para el futuro”.
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