La Declaración sobre los Derechos de las Generaciones Futuras, creada en la
Universidad de la Laguna hace 25 años y aprobada por la Unesco poco tiempo después, sigue plenamente vigente. Así lo consideraron todos los participantes hoy 4 de julio en el panel celebrado en el contexto de Campus América. Se trata de un conjunto de derechos que deben preservarse a toda costa, máxime en una situación de tanta inestabilidad climática, económica y social. En una sesión moderada por la periodista Sonia Chinea, participaron la ex rectora Marisa Tejedor, el catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid Manuel Medina y el representante en Canarias de la Fundación Philip Cousteau Unión de los Océanos, Toni Gallardo.
Tejedor fue la primera en tomar la palabra y lo hizo explicando en primer término el contexto en el que se publicó la también conocida como Declaración de La Laguna. Dos años antes, en 1992 se celebraron los 200 años de creación de la Universidad de La Laguna, era el comienzo de una serie de reuniones en este centro académico sobre los derechos humanos. Mayor Zaragoza, el entonces director de la Unesco, era testigo de las violaciones de los derechos humanos en todo tipo de sociedades, las modernas y democráticas incluidas. “Era y sigue siendo un gran defensor de la palabra como medio de resolución de conflictos”, alegó Tejedor.
Jacques Cousteau, también presente en aquel entonces, venía escribiendo desde los años 70 del siglo pasado sobre las generaciones futuras, sobre el derecho moral que tenemos sobre ellas. Así, Unesco, Cousteau y la Universidad de La Laguna hicieron posible aquella reunión de febrero de 1994, con la participación de treinta expertos venidos de veinte países. La Declaración, aprobada por unanimidad, fue remitida a la Unesco, quien la refrendó en 1997, incluyendo algunos cambios.
Se trataba de definir qué derechos debían ser jurídicamente definidos, cuyos titulares son las personas pertenecientes a las generaciones futuras, reconociendo derechos a personas individuales que hoy no existen, pero que existirán en el futuro. Se trataba del derecho a vivir en una tierra sostenible, a conocer sus orígenes, a la paz y a ser resguardados de las consecuencias de las guerras. También en otro bloque de derechos se hablaba de la conservación de los bienes culturales, derecho al desarrollo cultural y colectivo, derecho a un medio ambiente ecológicamente equilibrado o la prohibición de futuras discriminaciones.
Si bien la Declaración de La Laguna fue aprobada por consenso, en el seno de la Unesco generó discrepancias entre los países del norte y del sur, con culturas bien distintas. De hecho, la declaración inicial hacía énfasis en los derechos de las generaciones futuras, mientras que la aprobada finalmente lo hacía en la responsabilidad actual sobre esas generaciones.
Cabe preguntarse, según la rectora, si estos textos tienen vigor hoy en día, para responder con un rotundo si, pese a que se siguen violando sistemáticamente. Aquellos textos tuvieron tanta importancia que los derechos humanos forman parte central de la Agenda 20/30 aprobada por la propia ONU.
Preeminencia de intereses cortoplacistas
Manuel Medina, por su parte, catedrático de la Universidad de La Laguna y hoy emérito
de la Complutense de Madrid, aclaró que se trataba de una declaración utópica, sobre derechos de personas que no existen, pero se trataba de sentar las bases sobre esas generaciones y, por tanto, tiene todavía hoy un enorme valor.
El catedrático señaló que la principal amenaza hoy sigue siendo la nuclear, un potencial del que disponen una docena de países y que podría destruir la vida en la Tierra en apenas unos segundos. Con todo, las preocupaciones hoy son a corto plazo, ejemplarizadas por el movimiento galo de los ‘chalecos amarillos’, que no ve claro cómo llegar a fin de mes, explicó el ponente. “Resulta así muy complicado defender los intereses a largo plazo, porque parece que priman los más inmediatos”.
El experto señaló que estamos en la etapa del capitalismo global, dado que el comunismo como sistema económico ha desaparecido, pese a seguir siendo dictaduras en muchos casos. “Quizá las utopías desaparezcan, pero en la vida real hay que mantener objetivos para mejorar la vida humana”, sabiendo que las dificultades son plausibles pero que se ha de luchar para erradicarlas.
El presidente de la Fundación Cultura de Paz y expresidente de la Unesco, Federico Mayor Zaragoza, intervino a través de un vídeo, recordando los momentos de creación de la Declaración. “Es bueno recordar lo que estamos haciendo, porque hoy es más importante que nunca pensar en las generaciones futuras. Hay que dar realce a la declaración de la responsabilidad de nosotros frente a los que aún no han nacido”.
En opinión de Mayor Zaragoza, resulta inadmisible que en 2015 encontrásemos un respiro con la aprobación de las ODS. Tenemos que lograr que cada ser humano sea consciente de las responsabilidades que tiene y de las posibilidades que tiene hacia el futuro, con capacidad para cambiar el curso de estas sombrías tendencias, dijo. “Es apremiante la cultura del multilateralismo, con unas Naciones Unidas fuertes, que permitan a la humanidad hacer frente a estos retos de escala global”.
“Si tenemos retos globales hemos de actuar globalmente. Hoy tenemos una Unión Europea solo monetaria, cortoplacista. El nuevo concepto de seguridad debe imponerse, y además el poder de la mujer ayudará a ello. Ha llegado el momento de ‘Nosotros, los pueblos’”, concluyó.
Toni Gallardo, en representación de la Fundación Philip Cousteau Unión de los Océanos, señaló que ya ha pasado la ignorancia de que el Planeta es solo la parte emergida, obviando al vida de los océanos. “Esa parte del Planeta que hemos ignorado mucho tiempo es nuestro pulmón, nuestra verdadera tabla de salvación. Ignorándolo, estamos acabando con nuestras posibilidades de supervivencia”, alegó.
Reivindicamos que el mar Mediterráneo no sea la tumba de los ciudadanos que quieren buscar una mejor vida, sino el vehículo de comunicación hacia nuevas civilizaciones, señaló, y que los océanos no sean el vertedero de las sociedades industriales.
“El futuro de las generaciones no es futuro, es presente, puro y duro”, sostuvo Gallardo en su intervención. “La gobernanza de las civilizaciones no admite ya ningún tipo de atraso. Hay muchas organizaciones que están pidiendo a los gobiernos que declaren la emergencia climática, que no hay aplazamiento. Tenemos que cambiar inmediatamente nuestra forma de vida”.