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La lucha por la erradicación de la trata

miércoles 18 de diciembre de 2019 - 14:37 GMT+0000

Luz Nagle, profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad Stetson en St. Petersburg (Florida), está realizando una estancia en este cuatrimestre en la Universidad de La Laguna, auspiciada por el programa de intercambio Fulbright. Especializada en derecho internacional, trata de personas y derecho de seguridad nacional, Nagle ha sido jueza en Medellín (Colombia), asistente legal en la Corte Suprema de Virginia y actualmente es miembro electo de varias sociedades jurídicas, como el American Law Insitute o la Sociedad Internacional de Investigadores de la Trata de Personas.

¿Qué le hizo decantarse por la Universidad de La Laguna?

Escogí la Universidad de La Laguna porque está situada en un lugar histórico, clave para los barcos que venían de Europa hacia las Américas. Mis investigaciones radican en la esclavitud, la explotación, el blanqueo de activos, la corrupción, y La Laguna es una fuente de riqueza histórica en relación a estos temas.

Además, realicé una investigación sobre la ciudad de La Laguna y las Islas Canarias. Realmente lo que una lee no le hace justicia a la belleza que se encuentra aquí. Me encanta la naturaleza y, sobre todo, la gente. Además, he descubierto una universidad que quiere salir adelante, que quiere posicionarse a nivel internacional, que está hambrienta de demostrarle al mundo el talento que tiene y a través del Vicerrectorado de Internacionalización están haciendo una labor brillante. La Universidad de La Laguna es un secreto escondido que está empezando a brillar como el diamante que es.

Con poco más de veinte años decidió abandonar su Colombia natal y emigrar a Estados Unidos. ¿Cómo fue ese comienzo?

Cuando llegué a Estados Unidos me tocó hacer de todo y empezar de cero, aprender el idioma y estudiar con migrantes de todo el mundo. Fue una experiencia muy interesante porque me mostró Estados Unidos desde abajo. Tuve que estudiar mucho para que me aceptaran en la universidad y luchar contra la discriminación. Se tiene la percepción de que latino es un título bajo el cual todos los de habla hispana están incluidos y no es así, ya que existe también discriminación entre los de habla hispana. Los cubanos discriminan a los portorriqueños, los colombianos a los venezolanos, los mexicanos a los salvadoreños… He vivido a través de una serie de discriminaciones no sólo de americanos sino también de latinos. De hecho, uno de mis mentores en la Universidad de California quería que yo fuera profesora y por no ser mexicana fui excluida.

A pesar de todos los inconvenientes se graduó en Derecho y consiguió un trabajo como asistente legal de la Corte Suprema de Virginia. ¿También allí sintió esa discriminación? 

Por supuesto, cuando estaba trabajando en Virginia me presentaron a los fiscales y uno de ellos me dijo: “Es la primera colombiana que conozco que no está bajo rejas”. Además, uno de los jueces con los que pude trabajar me comentó que contaba con tres limitaciones para trabajar en el mundo del derecho: ser mujer, madre y latina. Estos obstáculos me enseñaron a ser más fuerte y además los he tomado como una oportunidad para educar a aquellos que tienen una falta de conocimiento sobre los latinos, los colombianos y los migrantes. Ser colombiana ha sido muy difícil por la reputación de Pablo Escobar, de las drogas, de la criminalidad…

Con la llegada de Trump al poder, ¿ha aumentado la discriminación a los latinos en Estados Unidos?

La llegada de la nueva administración lo que ha hecho es descubrir lo que siempre ha existido en Estados Unidos. No me gusta hablar de partidos políticos porque evitamos enfocarnos en los problemas y encontrar soluciones. La mayoría de la sociedad estadounidense es discriminatoria, no importa que sea demócrata, republicana o sin partido. La discriminación no le corresponde a esta administración ni a las pasadas, la discriminación está tatuada en los americanos. La discriminación está en sus raíces.

Una de las medidas más criticadas en Europa ha sido la construcción del muro que separa Estados Unidos y México. ¿Qué opinión le merece?

A mí un muro no me parece una solución. Aun así, cada país tiene derecho a implementar la legislación que considere y regular la migración de la forma que crea más oportuna. En este momento, todo el mundo está contra Estados Unidos y no están mirando a otros países que tienen una migración más severa, como por ejemplo Italia.  Aunque hayas vivido allí durante diez años y tengas un hijo, el niño no será considerado italiano, porque tiene que tener sangre italiana.

Los países tienen derechos y obligaciones. México tiene derecho a que sus migrantes puedan salir y entrar del país de acuerdo a las regulaciones de Estados Unidos. Los guatemaltecos o salvadoreños que entran ilegalmente en México pueden acabar en prisión e incluso ser torturados. México no tiene derecho a quejarse de lo que le ocurre a sus ciudadanos cuando ellos hacen cosas peores.

Aun así, las imágenes que han llegado de la frontera méxico-americana de niños separados de sus padres y metidos en una especie de jaulas, ¿no han removido conciencias?

Bajo el derecho internacional debemos de proteger a los niños. Las jaulas empezaron en la administración de Obama y la prensa no lo dice. Ha habido ciertos lugares en la frontera méxico-americana que se han utilizado para poner a las personas que han violado la ley de migración y están allí mientras se le resuelve su situación. Durante la administración de Obama hubo una gran cantidad de familias que llegaron a Estados Unidos y mientras se resolvía su situación se ponían en esos sitios. El problema es que se construyeron para una cantidad de migrantes menor y ahora la cantidad se ha quintuplicado y los sitios físicos no tienen la facilidad para albergar a tanta gente. Y ha continuado durante la administración de Trump.

 

Por otra parte, hace años se firmó un Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, México y Canadá para frenar la inmigración y sin embargo se ha disparado. ¿Cuál ha sido el motivo?

El objetivo del tratado de libre comercio de Estados Unidos, México y Canadá (NAFTA) era darle poder a México para que sus ciudadanos no se vieran con la obligación de migrar a Estados Unidos, para que tuvieran un futuro mejor en su propio país. Sin embargo, el tratado empeoró todo porque los agricultores y las personas con negocios pequeños no tenían el poder para competir con las multinacionales. Así que el Gobierno norteamericano no tiene derecho a quejarse por la cantidad de migrantes que cruzan la frontera, ya que México es todavía más pobre. Y México no tiene derecho a quejarse tampoco porque no entró forzado al Tratado de Libre Comercio. Los mexicanos que firmaron el acuerdo debieron de haber pensado en sus ciudadanos y no sólo en el capital.

¿Quién cree que ha salido más perjudicado con este tratado?

Sin lugar a dudas los niños. Los niños son vulnerables a cualquier tipo de explotación. Tenemos la obligación de protegerlos a toda costa. Volviendo al problema en la frontera méxico-americana, se han encontrado muchos niños que no viajan con sus familiares, sino que han sido alquilados para que los adultos pasen o para poder explotarlos. Es importante separar a los niños de los adultos para poder verificar si son familiares y cuál es el propósito del viaje.

El problema es que estamos politizando todo y de esta forma nos estamos olvidando de los niños. Cuando se viola a un niño, no importa cuántos psicólogos le pongas, no importa cuánto dinero le des, ese niño va a estar dañado para siempre. Por eso, hay que protegerlos a toda costa.

Otro caso es la detención en Estados Unidos, donde las familias ya están juntas. Si el niño nació en Estados Unidos y los padres fueron de manera ilegal a Estados Unidos, entonces éstos son deportados y los niños se quedan solos.  A mí me parece una atrocidad, una violación de los derechos humanos. La ley de inmigración de Estados Unidos tiene que cambiar, los congresistas de cualquier partido no han querido tocar este tema porque es una ‘papa caliente’.

Sus últimas investigaciones se han decantado por la trata de personas. ¿Qué puede contarnos de sus últimos trabajos?

La trata de personas es la esclavitud del siglo XXI. Es algo que ocurre dentro de los países y a nivel internacional. Actualmente, estoy estudiando la explotación de grupos vulnerables para un beneficio, que puede ser económico, laboral, sexual o para la extracción de órganos. Es una materia que me apasiona y a la vez me entristece, pero de la que yo quisiera que, a través de mis investigaciones, de mis entrevistas con la gente que la sufre y con la que ayuda a combatirla, me gustaría poder ayudar. He trabajado en Latinoamérica, en Estados Unidos, en Nigeria y también en Europa.

De todos los lugares en los que ha trabajado, ¿cuál le ha llamado más la atención?

Sin lugar a dudas, Nigeria. Estuve en Lagos, invitada por una ONG que trata de darle voz y herramientas a las mujeres. Estas son las que más sufren la victimización de la trata a nivel mundial. La mayoría de las niñas de Nigeria terminan en Europa como esclavas sexuales. Allí impartí una conferencia a fiscales y jueces. Además, tuve la oportunidad de visitar una casa donde estaban albergando a cinco niñas rescatadas de Europa. Casi todas habían salido muy niñas, de entre cuatro a diez años, como esclavas sexuales. De ellas, cuatro iban a morir de SIDA.

En África y especialmente en Nigeria, una de las formas de explotación es a través del ‘yuyu’, una práctica mágico-religiosa que ahora empieza a conocerse. Esta práctica es innata a su cultura siempre que no se utilice para abusar de las personas vulnerables.

¿A qué se refiere exactamente?

Estas prácticas mágico-religiosas son las cadenas perfectas que no se ven, que tanto atormentan a las víctimas, que las obligan a silenciar y a ser sumisas y a permitir que abusen de ellas, por ese miedo a eso desconocido, a la magia. Obedezco porque si no mi familia va a enfermar, o porque voy a enloquecer o porque me va a pasar algo malo. De hecho, muchas niñas que han sido rescatadas, lo han sido físicamente pero no mentalmente.

¿Cree que hay alguna forma para poder controlar la trata de personas?

La trata de personas es multidisciplinaria porque tiene que ver con la economía, con los derechos humanos, con la seguridad nacional, con la sanidad… Si no miramos a esto de forma multidisciplinar no lo vamos a controlar. En la trata, la corrupción es inmensa: en inmigración, en policías, en empresarios, en consumidores de sexo, en los dueños de bares, en los restaurantes donde tienen a las víctimas cocinando y limpiando, o en las compañías multinacionales donde el suministro de cobalto se realiza a través de niños que son explotados para que haya móviles, coches eléctricos, ordenadores…

¿Cómo es posible comprar una camisa por cinco euros? ¿Y la persona que la hizo y la que recogió el algodón? Si esto lo pueden vender tan barato, ¿dónde están ahorrando?  Otro ejemplo sería el cacao, que sigue siendo una industria en las que las multinacionales hacen billones. El suministro viene de África donde los niños son explotados. Nosotros los que estamos consumiendo el chocolate deberíamos saberlo porque hay mucha información para saber cuáles son las compañías que están haciendo algo responsable y cuáles no. Como consumidores tenemos mucho poder porque le estamos dando el dinero a las compañías, por lo que también somos responsables.

¿La trata de personas ha ido en aumento o ahora se está visibilizando?

La globalización tiene un lado oscuro y es el uso de las nuevas tecnologías. Lo que ha hecho es facilitar la trata o la esclavitud y, no sólo facilitarla sino hacerla más brutal. La esclavitud de antes era visible, le daba al dueño del esclavo una importancia de aristócrata y, a pesar de que se abusaba, no se llegaba a la forma tan brutal que se hace hoy. Hoy, mirando la rapidez con la que nos comunicamos, viajamos, consumimos y con la que aprendemos a través de las redes sociales, hace que la esclavitud del siglo XXI sea mayor.

Los desastres climáticos, las guerras, los abusos dentro de los países a las personas por su género o porque económicamente no han podido avanzar ha ocasionado que existan más grupos vulnerables que hacen un ofrecimiento de mercado mayor de futuras víctimas para la trata. Hoy los esclavos no se ven, son invisibles y eso facilita un abuso más rápido y en mayor medida.

¿Y cómo se puede solucionar este problema?

Lo que necesitamos son gobiernos efectivos que hagan su trabajo y no sean corruptos. Cuando se elige un gobierno, elegimos a personas que creemos que nos van a proteger y van a hacer las cosas por muestro bien. Ellos son los porteros que evitan que les metan goles. ¿Cuántos goles les están metiendo?

Lo mismo pasa con la crisis climática. Las licencias se crearon para que haya un balance entre el desarrollo y la protección medioambiental, pero aquellos que han estado en esas posiciones se han dedicado a robar, han dado una serie de licencias para enriquecerse y destruir el medio ambiente. Esto no está solamente en manos de las multinacionales, si ellas meten el gol es porque hay empleados públicos corruptos.

¿Cuál es el principal reto al que se enfrentan hoy en día las mujeres?

Las legislaciones están hechas por hombres y todavía en muchos países cuando una mujer es víctima de abuso sexual, el acusado puede defenderse diciendo que ella iba vestida así o que ella lo aceptó. Nos tenemos que sentar y reevaluar para que todos seamos considerados iguales. La igualdad perfecta no existe, pero necesitamos la igualdad de oportunidades. A las mujeres se les han negado todo esto. Por ejemplo, la oportunidad de tener la misma educación en la rama de ciencias. En el trabajo, a la mujer también se la discrimina por el hecho de ser mujer, el techo de cristal, los salarios, el embarazo…  te despiden con disculpas, con evaluaciones creadas simplemente para que te vayas. Y a veces eso ocurre por propias mujeres, porque las mujeres no somos santas.

Las mujeres necesitamos evaluar nuestro propio comportamiento y esto viene de la inseguridad personal. Cuando hay una mujer insegura de sus capacidades, entonces abusa de otras mujeres porque tiene celos, porque le da miedo que le vayan a quitar la posición, que la otra sea más famosa… Las mujeres debemos tratar de ser mentoras de otras mujeres, porque si no nos apoyamos entre nosotras, ¿entonces qué?

Nos hemos ido a los extremos y los extremos no resuelven nada. Estamos como un péndulo de un lado para el otro y tenemos que llegar a la mitad. Y que todo esto sea una oportunidad para dialogar. Necesitamos la diversidad de ideas y de individuos. Y si los hombres tienen ideas distintas a las de las mujeres bienvenidas sean. Me parece que es una oportunidad, pero nos toca a las mujeres parar a las mujeres que están reaccionando de forma extrema y de tratar de sentarnos con los hombres y que todos seamos parte de la solución.

Gabinete de Comunicación

 


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