La Universidad de La Laguna celebró la pasada semana la decimonovena edición de su ciclo ULL Debates con el título “Alimentación y salud: ¿es seguro lo que comemos?”. Este evento, que se llevó a cabo en el Paraninfo, estuvo organizado por el área de Responsabilidad Social Universitaria y constituye el último de esta temporada para acercar a la sociedad la confrontación de ideas acerca de temas de pleno interés social.
La problemática de las dietas poco saludables, que actualmente representan un mayor riesgo para la morbilidad y la mortalidad que la propia suma de las prácticas sexuales sin protección, el alcohol, las drogas y el tabaco, centró el debate en el que participó Arturo Hardisson, catedrático de Toxicología de la ULL; Nicolás Olea, catedrático de Radiología y Medicina Física de la Universidad de Granada; María Dolores Raigón, catedrática de Química Agrícola en la Universidad Politécnica de Valencia; y Catalina Santana, técnica del Servicio de Promoción de la Salud de la Dirección General de Salud Pública del Gobierno de Canarias.
El acto, que congregó a unas 400 personas de público, comenzó con el estreno de la creación artística “Semillas de vida”. Esta obra coral, dirigida por el colectivo RevoloteArte, buscó a través de un vídeo documental y la danza reconocer la importancia de los pequeños agricultores tanto para la sostenibilidad como para los ciudadanos del mundo.
Tras la representación, arrancó el debate en el que la participación de la ciudadanía jugó un papel fundamental, dado que se contactó con más de 150 personas de diferentes ámbitos para que planteasen sus preguntas a los expertos. El primero en responder fue Arturo Hardisson que remarcó la importancia de reducir la ingesta global de contaminantes. Incluso, abogó por volver a la alimentación de cuchara, utilizando productos frescos.
Nicolás Olea aseguró que “el código postal acierta más que el código genético cuando se habla de enfermedades”. Además, aseveró que la alimentación es uno de los factores más importantes a la hora de explicar dichas enfermedades, particularmente, si se atiende a qué y cómo se come. Aun así, se atrevió a dar algún consejo como que se debe comer de todo, pero en pequeña cantidad y si pueden ser productos ecológicos, de proximidad y de temporada, mejor.
Seguridad alimentaria
Catalina Santana no dudó en reconocer que es el momento de la historia en el que los ciudadanos se encuentran más seguros si se hace referencia a la contaminación química o biológica de los alimentos. Esta pediatra señaló que los controles por los que pasa la comida actualmente son exhaustivos y frecuentes gracias a la mejora de los procedimientos oficiales de vigilancia.
Además, insistió en que la normativa europea es muy férrea y se realizan auditorías para sancionar a los países que no la cumplen. Es más, Santana hizo referencia a los datos del último informe de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria de 2018 que indicaba que el 96% de los alimentos analizados está por debajo de los límites autorizados de tóxicos.
A pesar de los avances, Catalina Santana puso el foco más en la calidad de las dietas que la de los alimentos. Por este motivo, desde la Dirección General de Salud Pública en colaboración con la Consejería de Educación se centran en la inspección de comedores escolares, así como en cafeterías o en máquinas expendedoras.
Por su parte, Dolores Raigón hizo un recorrido histórico para explicar cómo ha ido cambiando la alimentación desde la época de la posguerra, en la que la producción agraria era un modelo válido para todo, hasta la actualidad. Es más, señaló que “es necesaria la transición a un modelo agroecológico, una agricultura que no necesite el apellido ecológico, sino que sea una agricultura sostenible y racional”. Para ello, aseguró Raigón que es necesario instaurar políticas de investigación en agricultura ecológica puesto que ahora es casi inexistente.