Pekín, julio de 2018. Un total de 15 médicos de renombre compiten contra un robot en diagnosticar tumores cerebrales. Y pierden. Su contrincante no es otro que un sistema de inteligencia artificial denominado BioMind Al, capaz de realizar, en tan solo 15 minutos, un 87% de diagnósticos correctos. Un resultado de 2-0 que evidencia que esto ya no es ciencia ficción. Es el hoy y el mañana de la medicina.
Desde que los robots entraron en los quirófanos para quedarse, los avances realizados en el ámbito de la cirugía robótica son cada vez más sorprendentes. “Descubren un mundo de enormes posibilidades porque encontramos un lenguaje común que es ‘archivable’, explotable y capaz, incluso, de resolver problemas o hacer tomar decisiones”. Y eso es la cirugía digital, dice el doctor Manuel Gómez Fleitas, un auténtico precursor en este campo que vislumbró hace 20 años un panorama que es ya toda una realidad.
El coordinador de Innovación del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla (Santander) y catedrático de Cirugía de la Universidad de Cantabria fue el encargado de clausurar los actos conmemorativos celebrados con motivo del quincuagésimo aniversario de la fundación de entonces Facultad y hoy Sección de Medicina de la Universidad de La Laguna. Y lo hizo hablando de algo que conoce a la perfección: «La robótica en la cirugía del siglo XXI».
El conocido como hospital de Valdecilla, donde Gómez Fleitas lleva más de 40 años ejerciendo la medicina, es pionero en el campo de la cirugía robótica en España. Desde 2010 en sus instalaciones se han realizado más de 1.500 procedimientos robóticos, la mayoría de ellos con el robot Da Vinci Si, de tercera generación, utilizado en la parte clínica. A este se une el Da Vinci S, con el que se trabaja en el hospital virtual, y recientemente el Da Vinci Xi, la joya de la corona. Un robot de última generación que permite, gracias a su doble consola, que un cirujano dirija la operación y que otro, el residente, se forme en la segunda consola.
De esta forma, las posibilidades que se abren son innumerables: cirugía oncológica, general, ginecológica, urológica, cardiovascular… La cirugía robótica permite abordar prácticamente todas las especialidades quirúrgicas. Pero lo novedoso no se queda aquí. Al paciente lo opera un cirujano que ni siquiera tiene por qué estar a su lado, sino en una consola que quizá se encuentra a cientos o miles de kilómetros de distancia. Ya no tiene por qué viajar el paciente, y tampoco tiene que hacerlo el cirujano experto.
La comunidad médica ha dado la bienvenida con los brazos abiertos al uso de la inteligencia artificial, una inestimable ayuda para el cirujano, cuyos inicios se remontan a los años 80 del siglo pasado, cuando los ingenieros de la NASA utilizaron sus conocimientos sobre realidad virtual para hacer cirugías a distancia. El interés de los militares norteamericanos llevó al desarrollo de los primeros prototipos en los años 90, hasta que por fin, en el año 2000, el Da Vinci vio la luz.
Desde la primera operación (de vesícula) a distancia, ejecutada con un Da Vinci en Nueva York en 2001, muchos pacientes se han beneficiado de las bondades de la cirugía robótica, y en concreto de las del autómata más popular en los quirófanos de todo el mundo: reduce el riesgo de infecciones, las intervenciones quirúrgicas son mínimamente invasivas, la pérdida de sangre es menor, la precisión es mayor y el tiempo de permanencia en el hospital es mucho más breve.
“La capacidad de información para el médico es inigualable, ‒comenta Manuel Gómez‒, sobre todo si se tiene en cuenta que la visión que tiene el cirujano se multiplica por 10 con el robot, ya que con su sistema se puede acudir a las zonas más ocultas para ver lo que nosotros no podemos ver”. Y es que el cirujano obtiene, gracias al robot, determinados elementos que le ayudan a tomar mejores decisiones.
Es la cirugía 5.0, que ha llegado para quedarse y revolucionar la medicina del siglo XXI, algo impensable hace 50 años, donde todos los procedimientos se hacían de forma manual: “Con esta revolución tecnológica lo que sucede es que entre el paciente y el cirujano hay una interfase, de tal manera que la información que el cirujano recibe del paciente está mediada a través de un sistema informático, que la conduce en forma de datos”.
Pero todos estos cambios no se hacen de un día para otro. Requieren mucho tiempo. Y este es uno de los aspectos que inquieta a Gómez Fleitas. Indudablemente, durante el transcurso del presente siglo los avances han sido espectaculares. “Sabemos lo que puede pasar en los próximos 10 o 20 años, pero no lo que sucederá en 2098, algo fantástico e inimaginable. Seguro”.
La cirugía en red
La cirugía del futuro, para Manuel Gómez, es la cirugía en red. Determinados servicios quirúrgicos tendrán un ámbito que no se limitará al de un hospital concreto, sino al de otros muchos hospitales conectados entre sí. Es, sin duda, “la gran democratización de la cirugía” porque posibilita a innumerables pacientes de distintas zonas y ámbitos acceder a un experto, en remoto, sin necesidad de trasladarse.
Sin embargo, y “a pesar de que actualmente estamos inmersos en algunos proyectos europeos basados en la cirugía a distancia o remota, ‒comenta Gómez‒, los robots no operan”. Son instrumentos quirúrgicos muy sofisticados que solo intervienen bajo las órdenes del cirujano. Llegados a este punto, cabe preguntarse si podrán hacerlo algún día, algo que tiene muy claro: “Técnicamente sí, pero éticamente no”. La toma de decisiones la adopta un humano. Nunca una máquina.
De ahí que los posibles problemas derivados de la cirugía robótica sean iguales a los que se producen ante cualquier avance humano: el mal uso; la mala praxis. “Si se usa mal habrá problemas, por eso no se deben olvidar jamás los principios éticos. Un buen técnico no es un buen médico, pero un buen médico tiene que ser también un buen técnico”.
Es más que evidente que un robot quirúrgico no puede adquirir las capacidades propias de los seres humanos, sobre todo en lo referente a la improvisación y a la toma de decisiones, habituales en medicina, y especialmente en cirugía, donde suele haber un gran nivel de estrés y situaciones críticas en las que hay que decidir, sí o sí, ante complicaciones raras o inesperadas. “Nadie quiere que eso lo haga una máquina, sin más”.
En algunas áreas de la medicina la robótica está mucho más avanzada que en otras, como sucede en la diagnosis por imagen. “Ya hay sistemas de soporte a las decisiones tomadas por los radiólogos, a los diagnósticos, y la posibilidad de que las máquinas hagan diagnosis incluso más exactas que las del ser humano”, como el caso del robot chino, capaz de diagnosticar con una mayor precisión que los propios cirujanos los tumores cerebrales.
Aunque la inteligencia artificial jamás reemplazará a los profesionales de la medicina, se avecina una nueva era en la que los Da Vinci pueden perder su hegemonía en favor de una nueva generación de robots quirúrgicos que llegan dispuestos a desbancar a su principal competidor. ¿Y por qué? Principalmente porque son bastante más baratos, mucho más pequeños y flexibles.
Tres razones de peso para hacerse un hueco en hospitales más pequeños y modestos, incapaces de afrontar el desembolso económico que supone la adquisición de un Da Vinci: la apabullante cifra de casi dos millones de euros. Es la otra cara de la democratización de la cirugía robótica, que beneficiará a un mayor número de enfermos en multitud de especialidades quirúrgicas.
A falta de la certificación de la Unión Europea (UE) están ya a punto de salir al mercado como 10 o 12 nuevos dispositivos; algunos de ellos aún se encuentran en periodo de prueba. Pero si hay uno que ha despertado verdadera curiosidad es el desarrollado en la Universidad de Cambridge (Reino Unido) por la empresa CMR Surgical: el Versius, que actualmente está en fase de prueba. Es modular y podrá moverse con una increíble facilidad, no solo de un quirófano a otro, sino de un centro hospitalario a otro.
Junto a él, otros tantos robots se comercializarán próximamente. Un auténtico desembarco de dispositivos quirúrgicos que se están fabricando también en países como EEUU, Alemania, Italia o Japón. Es la evidencia de que “la robótica es el presente de la medicina”, dice el coordinador de Innovación del hospital de Valdecilla. “En los próximos cuatro años habrá una inversión de 60.000 millones de dólares en robótica. Incluso en España, en pocos años, se ha duplicado la cifra de robots, tras el parón en inversiones provocado por la crisis económica”.
Ahora que estos ‘supercirujanos quirúrgicos’ se volverán asequibles y más dotados (en muchos casos) que el Da Vinci, no cabe duda de que la cirugía robótica entrará en nuevos hospitales para quedarse definitivamente. Y es que “más que en el dogma de la medicina basada en la evidencia, en estos momentos trabajamos en el dogma de la medicina fundamentada en el valor”.
Pero, ¿Cómo recibe la comunidad médica estos cambios tan paradigmáticos que llegan de la mano de la inteligencia artificial? “La resistencia al cambio es una constante en el ser humano, y si yo estoy cómodo porque hago las cosas de una manera y me dicen que haga cambios, eso genera molestia. A eso hay que añadir la inversión económica, que sí creo que deben de hacer los hospitales con un espíritu innovador grande”.
“Sin duda, hay que hacer un esfuerzo. Yo no puedo hacer cirugía robótica de colon y recto de la misma forma, y con las mismas costumbres y políticas, que cuando lo hacía en abierto. Mientras con la cirugía abierta los pacientes tenían hace años una estancia media de 12 a 13 días en el hospital, ahora el 50% se va a casa a los tres días. Hay que verlo con esta perspectiva. Se trata de una inversión y no de un gasto”, explica Gómez.
El cirujano precursor
Su inquietud por la innovación ha llevado a Manuel Gómez Fleitas a convertirse en todo un referente en el campo de la medicina robótica. En 2010 apostó porque el hospital en el que lleva cuatro décadas de ejercicio profesional, el hospital de Valdecilla, se embarcara en la adquisición de robots quirúrgicos, cosechando innumerables logros. Entre ellos, la realización, hace unos meses, de la primera cirugía mundial con robótica y radioterapia intraoperatoria.
No por ello hay que olvidar el impulso dado a la formación en medicina robótica mediante el acuerdo que su hospital mantiene desde hace bastante tiempo con la Universidad de Harvard (Estados Unidos), y que permite seguir formando a profesionales sanitarios de toda Europa en las técnicas quirúrgicas de última generación.
Este eminente cirujano que nació en La Orotava y que viene a su tierra siempre que puede, a encontrarse con sus raíces y colegas, es también precursor en otras muchas cosas: fue el médico de su promoción más joven de España, lo que le dio dos años de ventaja respecto al resto. Es cirujano general y cardiovascular, y el único que ha hecho trasplantes, como primer cirujano, de corazón, hígado, riñón y páncreas en el territorio español.
Un auténtico pionero al que su hijo, Marcos Gómez Ruiz, sigue sus pasos desde que, como él, se enganchase a la inteligencia artificial hace 20 años, tras asistir juntos a un congreso celebrado en Santa Bárbara, regalo de licenciatura de su padre. La saga del cirujano tras el robot continúa, pero siempre dos pasos por delante.
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