Cuesta imaginar que alguna vez Tenerife no estuvo coronada por el Teide, las Cañadas no existían y, en su lugar, se extendían grandes áreas de dunas arenosas similares a las que se pueden seguir viendo hoy en Corralejo (Fuerteventura). Sin embargo, así era el paisaje de la isla hace unos 700.000 años y, aunque parezca imposible, todavía se conservan vestigios de esa época en diversos yacimientos paleontológicos, un tipo recurso patrimonial que posee indudables virtudes para la investigación pero que, sin embargo, no goza de tanta popularidad como otras figuras de protección y estudio del territorio.
Revalorizar los yacimientos paleontológicos de Tenerife y, por extensión, de Canarias, es precisamente el propósito de tres proyectos de investigación que en la actualidad ocupan parte del tiempo del Área de Paleontología de la Universidad de La Laguna bajo la coordinación de Carolina Castillo Ruiz, del Departamento de Biología Animal, Edafología y Geología. En ellos también participa, gracias a un convenio marco, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y la Universidad Nacional de Río Negro de Argentina. El contacto entre ambas instituciones ha sido posible gracias a la presencia en el organismo argentino de la investigadora Penélope Cruzado Caballero, cuya formación de licenciatura fue en el centro tinerfeño y, aunque se doctoró en la Universidad de Zaragoza y ahora está adscrita a la citada universidad sudamericana, ha mantenido vínculos científicos con la ULL.
Estos tres proyectos son, concretamente, uno financiado por la Fundación CajaCanarias para estudiar la viabilidad de crear un Paleoparque en la Reserva de la Biosfera de Anaga; otro con fondos del Gobierno de Canarias, centrado en el estudio de restos de la especie Gallotia (un género de lagartos endémicos) en diversos yacimientos de Tenerife; y un tercero concedido por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) del Ministerio de Ciencia, Educación y Universidades para difundir la importancia de los yacimientos paleontológicos no sólo como recurso científico, sino como parte del acervo sociocultural y herramienta para promover vocaciones científicas entre la población de Enseñanza Secundaria. Especialmente en el primero y el segundo de los proyectos, un elemento fundamental es el uso de la tecnología 3D para estudiar los yacimientos.
Paleoparque de Anaga
Uno de los objetivos del primero de los proyectos es proponer la creación de un paleoparque en los yacimientos ubicados en la Reserva de la Biosfera de Anaga. Como señala la profesora Castillo, esta figura legal parte de la Sociedad Internacional de Paleontología y, aunque existen otras figuras que pueden proteger estos recursos, esta es la más específica. Explica que, por ejemplo, en Azores ya se ha propuesto que la isla de Santa María sea un paleoparque. “Todavía estamos en la fase de analizar qué yacimientos hay, qué información tenemos y, en función de eso, hacer una propuesta hasta llegar a su designación”.
La importancia de proteger los yacimientos reside en que suponen la única información real que existe actualmente sobre lo que ha pasado y cuál ha sido la respuesta biótica de flora y fauna ante cambios de eventos climáticos importantes. “La idea es conservar la historia de cómo se ha colonizado el territorio. Hay ahí datos científicos muy importantes para muchos aspectos, entre ellos la conservación de la biodiversidad actual. Sobre todo, pensando en si en el futuro de las islas va a haber un calentamiento global y comprender y predecir los cambios que ya estamos viendo hoy en día”.
Gracias a los estudios paleontológicos se sabe de especies animales que vivían en las islas, como tortugas terrestres gigantes similares a las de las islas Galápagos, que se extinguieron con el paso de los siglos. Lo interesante es analizar qué pasó cuando se extirpó un elemento como ese de un ecosistema y cómo cambió éste. Y ese análisis también permite elucubrar prospecciones sobre qué pasaría si se eliminara otro elemento biológico similar en el momento actual dentro del mismo ecosistema.
El interés por fomentar el Paleoparque reside en que otras figuras de protección no hacen tanto hincapié en los fósiles y, además, en casos como los yacimientos de poca extensión pero alto interés científico, resulta difícil recurrir a figuras como la de monumento natural u otras, de ahí la necesidad de una salvaguardia específica.
El yacimiento debe conservarse porque, además, para preservar la información paleobiológica que alberga es recomendable dejarlo lo más intacto posible y estudiar los fósiles in situ con tecnologías punteras. “Cada medio ambiente por el cual haya pasado un fósil deja una señal, una pátina, que es la que vamos a reconstruir. Cuando se recoja alguno, que sea para algo específico, no ir a cogerlos por coger”, explica Castillo, a lo cual Penélope Cruzado añade: “Una vez recolectado el fósil, esa historia que le ha ido pasando se para, se fija, la pieza deja de tener datos de lo que vaya acaeciendo en la actualidad. Pero si lo dejamos en el yacimiento, sufre menos –aunque parezca mentira- y va a seguir registrando lo que va sucediendo a lo largo del tiempo. Esa información nos puede valer para contrastar temas de cambio climático, por ejemplo”.
Metodologías de trabajo
En la Reserva de la Biosfera de Anaga, existen dos grandes tipos de yacimientos: uno de depósitos marinos costeros, en los cuales se hallan vestigios de la fauna marina que hubo en las islas en etapas geológicas más cálidas; y otro que son las paleodunas, antiguos ambientes dunares del norte de la isla. Sus vestigios han quedado fijados gracias a las coladas volcánicas que las cubrieron y fosilizaron, y permiten realizar cortes transversales en los que se aprecian su estratificación cruzada y restos de fósiles, tanto de invertebrados como de vertebrados, incluyendo el género Gallotia.
Estos yacimientos estudiados se han localizado tras el análisis de la bibliografía existente al respecto. Se da la circunstancia de que se han localizado otras áreas de interés muy importantes que quedarían fuera de la demarcación actual de la reserva, aunque las formaciones sedimentarias son similares y formarían parte del mismo conjunto, sobre todo en el caso de las paleodunas. “Eso conviene que se conserve como un conjunto, así que habría que redefinir los límites del paleoparque para que se incluya toda esa parte”, explica Castillo.
Otro elemento distintivo de este proyecto es que los yacimientos son escaneados mediante tecnología 3D, una metodología aportada al grupo de trabajo por la investigadora Penélope Cruzado, quien explica que en paleontología se lleva tiempo digitalizando yacimientos y se han probado diferentes tecnologías. Inicialmente se emplearon escáneres laser, pero en la actualidad se ha optado por la fotogrametría, una técnica más sencilla y económica: con una cámara de mano o montada en un dron, se van tomando fotografías que se solapan mediante un programa informático que va a reconocer todos los puntos comunes de las fotografías y generar el modelo tridimensional a partir de esa información.
El tiempo que se tarda en escanear un yacimiento dependerá de muchos factores: la extensión, dónde se localiza, su complejidad… “Por ejemplo”, explica Cruzado, “los yacimientos marinos son plataformas horizontales al lado de la costa y dependemos de la bajada de la marea, que no haya mucho charco porque eso da errores de registros, que no haya mucho acantilado, etcétera”.
El segundo de los proyectos en los que están trabajando, financiado por el Gobierno de Canarias para estudiar el género Gallotia (lagartos), también digitaliza las muestras pero, en este caso, utilizando otra técnica, la tomografía computerizada.
“Todo esto surgió”, recuerda Cruzado, “porque durante mi tesis me puse en contacto con el Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont (ICP), donde conocía a otro compañero que trabajaba con tecnología 3D. Hicimos un estudio con mis materiales de tesis, se los mostré a Carolina Castillo, le gustó y, a partir de ahí, comenzamos a colaborar. Luego, para los modelos de lagartos, fuimos al International Centre for Theoretical Physics de Trieste (Italia), en donde Federico Bernardidni hizo las tomografías, mientras que en el ICP trabajamos con Josep Fortuny en hacer las reconstrucciones a partir de las tomografías”.
La dificultad de proceso estriba en que las tomografías aportan unas imágenes muy crudas en escala de grises, sobre las que hay que “dibujar” sobre la muestra, separando lo que es hueso de lo que es sedimento. “Es un trabajo laborioso y ahora estamos en la fase de comenzar el estudio de los huesos, aunque ya presentamos unos datos preliminares en un congreso del año pasado, sobre un cráneo fósil de un lagarto gigante de La Palma”.
La ventaja de la tecnología tridimensional es que permite, por ejemplo, imprimir la muestra con una impresora 3D y, además, reescalar respecto al tamaño original, de tal modo que se puede obtener una réplica de la muestra de mayor tamaño que la real para un análisis de más calidad, ver los detalles mejor y, en el caso de crear materiales divulgativos, preparar muestras específicas para personas con alguna discapacidad sensorial.
En todo caso, estos tres proyectos evidencian, una vez más, la necesidad tanto de abordar la investigación en cualquier especialidad desde una perspectiva interdisciplinar como la de contar con la implicación de diferentes investigadores. Por ello, si bien se ha contado con un núcleo de investigadores central, para cada uno de los proyectos se ha contactado con diferentes especialistas, según fueran las necesidades específicas.
Así, tanto Carolina Castillo como Penélope Cruzado han querido destacar la labor de varias personas de la propia Universidad de La Laguna: Isabel Sánchez Berriel, del Departamento de Ingeniería Informática y de Sistemas, y José Luis Saorín, del Departamento de Técnicas y Proyectos en Ingeniería y Arquitectura, con el que ya habían colaborado anteriormente en un proyecto de escaneado de fósiles marinos; María del Carmen Alfayate y Ana Lancha Bernart, ambas del Departamento de Bioquímica, Microbiología, Biología Celular y Genética, para todo lo relacionado con fotografía microscópica; y Carmen Rosa Sánchez, del Departamento de Psicología Clínica, Psicobiología y Metodología, quien participa en la preparación de las encuestas realizadas al alumnado con el que se prueban los diferentes talleres divulgativos de los proyectos.
Conocer para conservar
Otro de los objetivos de los tres proyectos es otorgar un valor sociocultural y socioeconómico a los recursos obtenidos de todo el trabajo de investigación realizado en los yacimientos. Por ejemplo, todo lo que se digitalice podría servir para realizar productos culturales y divulgativos para la sociedad, ya sea salvaguardándolos en algún repositorio donde puedan ser consultados o como parte de libros electrónicos. “El yacimiento paleontológico es un recurso transversal que se puede utilizar para muchas cosas”, señala la profesora Castillo.
También es posible su aplicación al turismo cultural, ya que la visita a un yacimiento podría muy bien ser una atracción para cierto tipo de viajero interesado en algo más que el sol y la playa, o como complemento a este binomio. Por supuesto, siempre existe el peligro de que la integridad de la reserva paleontológica pueda sufrir a causa de las visitas, pero según la profesora Cruzado, la única forma de solventarlo es explicando bien ese recurso a la población: “Si cierras y ocultas un yacimiento, vas a hacer que sea más apetecible ir. Si no les explicas qué es y por qué es importante, van a ir y a poner el grafiti con su nombre. Pero si lo difundes y les enseñas su relevancia, la población lo va a cuidar”.
La investigadora habla con conocimiento de causa porque tiene una anécdota personal al respecto: ella realizó su tesis doctoral con unos yacimientos en Huesca y, en cierta ocasión en la que estaba lejos de esa zona, la llamaron alarmados desde el pueblo para avisarle de que había un hombre “muy extraño” preguntando por los yacimientos. “Finalmente, resultó ser un paleontólogo italiano que estaba de vacaciones y quería hacer una visita, pero lo importante es que el pueblo fue quien avisó porque estaba preocupado. Un tiempo antes se había trabajado en ese yacimiento para su valorización turística y el pueblo había crecido un poco gracias a las visitas de turistas, por lo que lo había asimilado como algo suyo y era la propia población quien lo protegía”.
El tercero de los proyectos, financiado por la FECYT, está a punto de finalizar y se encaminaba más a este tipo de explotación divulgativa de los resultados de las investigaciones realizadas en los yacimientos paleontológicos canarios. En el marco de ese proyecto se han puesto en marcha diferentes iniciativas educativas para alumnado de Secundaria que no solo ha buscado generar vocaciones científicas tempranas, sino arraigar la idea de que la ciencia es algo cotidiano, para que deje de verse como propia de unos pocos elegidos.
Gabinete de Comunicación