La Sección de Náutica, Máquinas y Radioelectrónica Naval de la Escuela Politécnica Superior de Ingeniería de la Universidad de La Laguna acogió hoy, jueves 23 de mayo, una actividad del programa mediante el cual la institución académica se suma a la celebración del centenario de César Manrique. Su propósito ha sido poner en valor las obras que el artista lanzaroteño elaboró para las instalaciones universitarias, entre las cuales destaca el inmenso mural de 1966 titulado “Anatomía de un barco”, ubicado en el salón de actos de la sección universitaria.
En el acto estuvo presente el rector de la Universidad de La Laguna, Antonio Martinón; el subdirector de la Sección de Náutica, Máquinas y Radioelectrónica Naval de la escuela, Antonio Burgos; y el catedrático de Historia del Arte y director de la Cátedra Cultural César Manrique de la institución académica, Francisco Galante.
El rector reivindicó el rico patrimonio artístico con que cuenta la Universidad de La Laguna, del cual este mural es un excelente ejemplo, y lamentó que una de los objetivos que han quedado pendientes durante su mandato ha sido materializar su idea de un museo en el que esas obras puedan ser puestas a disposición del público. En sus palabras, la difusión de la cultura es una de las tareas más valiosas de la universidad, como complemento a la docencia, la investigación y la transferencia de conocimientos.
El subdirector de la sección aprovechó la ocasión para recordar la existencia en su centro de una obra artística de este calibre, así como de otra pieza ubicada en la cafetería y una instalación en el parking, también firmadas por Manrique. Hizo cierta autocrítica al señalar que, hasta la fecha, los diferentes equipos de gobierno del centro no han sabido transmitir al alumnado el gran valor de estas piezas.
Por su parte, el catedrático de Historia del Arte contextualizó este mural dentro de la producción de Manrique. Su precedente es un mural fechado en 1962, ubicado en el Casino de Arrecife, si bien esta pieza de 1966, justo el año de su retorno de Nueva york, posee un mayor dramatismo. Manrique se vanaglorió en su día de que la obra fue desarrollada en el tiempo record de dos meses, pero el experto universitario cree que este plazo fue incluso menor.
Aunque la obra se ha relacionado con los “objetos encontrados” del dadaísmo, Galante cree oportuno adscribirlo a la técnica del “assemblage”, puesto que reutiliza materias desechados para darles un nuevo valor estético, sin perder nuca de vista el que, según este estudioso, siempre fue el “argumento” principal del artista tola: la pintura.
Galante también destacó la figura de Manrique como activista comprometido con el paisaje y su conservación, movido no por la política sino por el “amor al territorio”. Por ello, lamentó que su figura no sea muy conocida entre las personas más jóvenes porque, a su juicio, “ojalá existiera hoy un Manrique para remover las conciencias sobre la conservación de la naturaleza y del patrimonio”.