Los numerosos ránquines universitarios que desde hace unos años han comenzado a proliferar apuntan que una de las asignaturas pendientes del sistema universitario español es la dificultad para captar talento internacional que se sume a sus plantillas docentes e investigadoras y, de ese modo, ayude a mejorar su relevancia global. Las propias universidades, así como las instituciones estatales y autonómicas, están tratando de poner remedio a la situación mediante diferentes medidas. Una de ellas ha sido el programa de ayudas Beatriz Galindo que el entonces Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades puso en marcha en 2018, y del cual ya está prevista una nueva convocatoria para 2020.
Esta convocatoria tiene como objetivo facilitar la incorporación a las universidades españolas de investigadores que los que la Ley de Ciencia de 2011 denomina “distinguidos”, es decir, que acrediten una amplia experiencia tanto investigadora como docente en el extranjero (de al menos 7 años en el caso de las ayudas Senior). Es actualmente el programa más exigente de incorporación de doctores al sistema universitario español, pues solamente oferta 100 plazas (60 junior y 40 senior), frente a las 225 que, por ejemplo, oferta el programa Ramón y Cajal.
Uno de los investigadores que ha logrado la ayuda Beatriz de Galindo y en la categoría Senior en esta primera convocatoria ha sido David Díaz Díaz, que se acaba de incorporar al Departamento de Química Orgánica de la Universidad de La Laguna y también al Instituto de Bio-Orgánica Antonio González. En cierto modo, se trata de un regreso a casa, pues el investigador se licenció y doctoró en Ciencias Químicas en la institución tinerfeña y, a partir de 2002 iniciaría un recorrido por varias instituciones de investigación y empresas del sector privado, donde ha logrado labrar un prestigioso currículo centrado la creación de materiales multifuncionales nanoestructurados con aplicaciones en campos como energía, catálisis, recubrimientos, sensores y biomedicina.
En estos primeros meses de 2020, Díaz está incorporándose a su nuevo puesto en la Universidad de La Laguna, preparando la asignatura “Ciencia de materiales” que imparte en el Grado en Química, además de otras asignaturas prácticas, y sobre todo poniendo en marcha un nuevo laboratorio de investigación con el que poder trabajar.
Para el vicerrector de Investigación y Transferencia del centro académico, Ernesto Pereda, la incorporación de Díaz a la Universidad de La Laguna supone una gran oportunidad, dado que posee “una completísima experiencia investigadora, docente y redes de colaboración internacionales” y, además, es uno de los dos únicos Beatriz Galindo que se concedieron en toda España en el área de Química Orgánica. También valora que este programa resulta muy atractivo porque permite atraer de investigadores senior capaces de liderar desde el inicio grupos de investigación, incorporar docencia en inglés y establecer para la Universidad de La Laguna redes de colaboración con universidades y centros de investigación de excelencia.
“En la edición actual, la universidad va a hacer un esfuerzo adicional para presentar al menos tres candidaturas (dos juniors y un senior) que puedan integrarse en nuestras áreas de conocimiento y colaborar a la necesaria renovación de la plantilla de forma complementaria a la incorporación de PDI con figuras LOU. Se trata de una vía que, a través también del apoyo a la incorporación de investigadores Ramón y Cajal, Juan de la Cierva y Viera y Clavijo, queremos potenciar en lo posible en los próximos años”, explica Pereda.
La trayectoria científica y profesional de Díaz en estas dos décadas ha sido muy agitada. Baste con mencionar que en su momento llegó a renunciar a un contrato Ramón y Cajal, ha sido profesor funcionario en Alemania y, actualmente, es funcionario del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) con plaza en el Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA) en La Laguna, plaza en la que actualmente está en excedencia para poder incorporarse a la Universidad de La Laguna mediante el contrato Beatriz de Galindo.
Explicando este trayecto más detenidamente, Díaz recuerda que tras la lectura de su tesis en la Universidad de La Laguna en 2002, obtuvo una beca del ministerio que le llevó al Scripps Research Institute de San Diego (EE.UU.) donde estuvo cuatro años: dos becado y los siguientes ya con un contrato. Fue en ese momento cuando obtuvo una plaza en la Universidad Autónoma de Madrid a través del programa Ramón y Cajal, institución en la que permaneció durante un año hasta que, a finales de 2006, recibió una oferta para incorporarse al área de materiales en la sede que la multinacional estadounidense Dow Chemical tiene en Suiza.
“Pues sí, renuncié a una Ramón y Cajal. Eran los primeros años de ese programa, supongo que en aquel momento no era tan descabellado hacerlo”, explica el investigador. “Además, quería tener la experiencia industrial y estar en una compañía como esa me la daba. En ese momento pensaba en mi formación y creo que tomé la decisión correcta en ese momento y en esas circunstancias. Me dio otra visión completamente distinta a la que se obtiene solo con la academia y ha marcado mucho cómo son los proyectos que hago”.
Durante los tres años que estuvo en la compañía, Díaz trabajó en las sedes que la multinacional tiene en Suiza y en Holanda y, al tercer año, existía la posibilidad de que se le trasladara nuevamente a Estados Unidos por una reestructuración interna de la multinacional. En esos momentos, él y su familia ya habían decidido que querían quedarse en Europa, por lo que hubo de encontrar una alternativa a su trabajo en el sector privado, que finalmente fue un retorno a la universidad sacando una plaza de investigador experimentado de la Fundación Alexader von Humboldt, que le permitió establecer su primer laboratorio en Alemania, en la Universidad de Regensburg.
Para complicar más la situación, casi al mismo tiempo el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) abrió una convocatoria de plazas a la que Díaz concurrió y obtuvo un puesto como científico titular en el centro español. “Tanto lo de España como lo de Alemania fueron sucesos casi simultáneos, pero las condiciones que tenía en Alemania eran en ese momento mejores, por lo que pedí una excedencia en el CSIC y fui a Alemania, donde estuve dos años, monté mi primer grupo con unos cuantos estudiantes, y luego regresé al cabo de dos años a España, a mi plaza que, en ese momento, estaba en el Instituto de Materiales de Zaragoza”.
En 2013 obtuvo la plaza de profesor Heisenberg de la Fundación Alemana de Investigación Científica (DFG), una plaza de gran prestigio, por lo que regresó al país germano pero no solo como investigador, sino ya también como profesor titular en la facultad en Regensburg. Díaz ha sido el primer científico español en acceder a esta plaza. Esto supuso pedir otra excedencia al CSIC para no perder la plaza de funcionario española. Permaneció en Alemania entre 2013 y 2018 pero, llegado ese punto, su plaza alemana también se hizo permanente y se vio en la tesitura de tener que elegir, pues no puede ser funcionario en los dos países. “Ahí fue cuando mi familia y yo decidimos volver a España. Ten en cuenta que las últimas mudanzas ya las hacíamos con los niños y suponía un gran esfuerzo”.
En ese momento su plaza del CSIC estaba vinculada al Instituto de Química Avanzada de Cataluña (IQAC), pero tras ponerse de acuerdo con los directores de ambos centros, pudo trasladarla al Instituto de Productos Naturales y Agrobilogía (IPNA) y, así, retornar a Tenerife. Eso no quiere decir que perdiera la vinculación con Alemania, puesto que la Universidad de Regensburg tenía interés en mantener y potenciar el vínculo creado durante tantos años con el investigador.
De ese modo, Díaz obtuvo en 2018 la Habilitación Alemana, tras lo cual la institución docente le ofreció adherirse a la figura de Privatdozent, con la que se es miembro permanente de la facultad pero sin vinculación salarial: “No te pagan, pero puedes mantener un pequeño laboratorio con estudiantes, que en mi caso la mayoría trabaje con proyectos industriales alemanes. Puedo mantener la doble afiliación científica con España y Alemania y eso, a nivel de colaboraciones y oportunidades, es algo positivo”.
El contrato Beatriz Galindo tiene una duración de cuatro años, y a su término, la universidad receptora, tras una evaluación previa, deberá sacar la plaza de su beneficiario en la figura en la que esté acreditado; en estos momentos Díaz posee la acreditación como profesor titular, pero espera lograr la de catedrático en los tres años y medio que quedan por delante.
Si algo demuestra el trasiego entre instituciones vivido por Díaz es que posee un currículo investigador muy competitivo. Lo cierto es que su área de especialización, los materiales moleculares funcionales, es una disciplina en auge dado que se pueden aplicar en una multitud de áreas, desde la biomedicina hasta usos más cotidianos.
El investigador explica que su formación inicial en síntesis orgánica le ha sido de gran utilidad para su trabajo actual, ya que, aunque ahora se dedique a la ciencia de los materiales, en el momento más crítico del proceso, lo que siempre es necesario es la síntesis de alguna molécula. “Todo lo que aprendí en esta casa sobre síntesis me sirvió muchísimo para no tener que depender de otros grupos de síntesis. Podemos fabricar las moléculas que necesitemos, tanto pequeñas como polímeros, nosotros porque tenemos el conocimiento. Pero ha sido un camino de dos décadas de estudio”.
La línea de investigación actual de Díaz es la de los materiales funcionales, que su grupo trata de controlar a nivel molecular, para los cuales hay múltiples aplicaciones: recubrimientos de superficies; sistemas que eviten la corrosión; o la unión de distintos materiales (adhesivos) ya sean de construcción como biomédicos, para unir tejidos u órganos evitando el uso de grapas en diversas áreas como catálisis, energía, recubrimiento de superficies, adhesivos y, sobre todo, en el campo de la medicina regenerativa.
Su equipo se ha especializado, entre otros, en materiales blandos, tipo geles, que poseen prestaciones adicionales, como la fabricación de las lentes de contacto o de súper absorbentes de múltiples aplicaciones. “Fabricamos materias con esa consistencia que nos permitan incorporar fármacos y se puedan liberar de manera controlada. O en sectores tan diversos como la energía, la conservación del medio ambiente (la extracción de contaminantes de sistemas acuosos) y la biomedicina”. En ese último ámbito, por ejemplo, su grupo está desarrollando proyectos de un gran desafío científico con hospitales de referencia.
Como explica el investigador, es una química muy aplicada. “Cuando trabajaba en Dow, aprendí que en la síntesis de cualquier material –y eso lo decía un ingeniero muy famoso americano, Kelly Johnson- tenemos que tratar de evitar la complejidad. Hay que hacerlo lo más simple posible para llegar a entender mejor el mecanismo por el cual funcionan esos materiales. Si lo entiendes, tienes la puerta abierta para innovar y mejorar los materiales. Si no lo comprendes, no vas a poder mejorarlo, replicarlo, reproducirlo o escalarlo”.
Fruto de estos esfuerzos ya ha salido una patente, desarrollada durante su estancia en el CSIC, que está actualmente tramitándose y, por tanto, no se pueden dar detalles sobre ella, pero básicamente se trata de un adhesivo bastante fuerte derivado de fuentes naturales. “Eso es otra parte que intentamos, que los materiales sean biocompatibles y si son para biomedicina, que sean biodegradables. Que la química que utilizas para crear los materiales sea respetuosa con el medio ambiente: no es lo mismo hacer una reacción para la que precises un escalado de esa reacción en disolventes orgánicos a que la puedas hacer en agua, por ejemplo”.
David Díaz es optimista con este contrato Beatriz de Galindo porque, asociado a sus relaciones con Alemania, puede facilitar la obtención de proyectos de investigación internacionales muy atractivos. “Tenemos que mirar hacia el futuro y pensar a lo grande sobre qué es lo que queremos hacer, con quién y hacia dónde queremos dirigir la investigación que podemos hacer aquí”.
En estos momentos, está preparando su nuevo laboratorio en la Universidad de La Laguna, sin descuidar el que ha quedado en Alemania, al que viaja de forma regular. Espera que a lo largo del año pueda incorporar a una investigadora con un contrato Juan de la Cierva y en breve se incorporará al grupo otro doctor y vendrá un primer estudiante de Alemania a hacer una estancia corta. También se ha solicitado otro contrato Juan de la Cierva con un investigador de la Pontifica Universidad Católica de Chile e, igualmente, Díaz codirige ya una tesis de Química Analítica. “Espero que en 2020 tengamos ya un grupo de personas altamente competitivas”.
El investigador valora que la Beatriz de Galindo es ideal para atraer personas con una preparación adicional que pueden contribuir a la internacionalización de la institución por su vinculación con instituciones extranjeras, como es su caso.
La única critica que hace al programa es que, tal y como está formulado ahora, solamente contempla el dinero para la remuneración del investigador, pero haría falta una partida adicional para empezar a trabajar desde el principio y así no depender de la obtención de un proyecto, que puede tardar un año o más en concederse en el mejor de los casos. “Cuando fui a Alemania, el primer día que tomé posesión de la plaza tenía ya el laboratorio, acceso a dos o tres estudiantes pagados por la universidad y un mínimo de dinero para arrancar. Es complicado, pero sin duda es el modelo al que debemos dirigirnos”.
Gabinete de Comunicación