Una madre, pongamos que se llama Carmen, pregunta a su hijo de 15 años, pongamos que se llama Bruno, qué es un hashtag y para qué sirve, algo que dibuja una sonrisa en la cara del chico. Y no precisamente de complicidad, más bien a medio camino entre el desdén y la insolencia, casi inherentes a su condición de adolescente. Esa madre no sabe lo que él cree que todo el mundo sabe. Lo cierto es que desconoce qué son las RRSS y cómo manejarse en ellas.
Carmen no existe. Bruno, su hijo de 15, tampoco. Solo son personajes inventados cuya vida se extingue a la par que se lee esta entrevista y que, sin embargo, responden a un patrón real con el que quiere romper ‘Mujeres Enredando’, una iniciativa tan necesaria como hermosa a la que busca continuidad el Laboratorio de Innovación Social de la Universidad de La Laguna que capitanea la pedagoga social Mónica Dios Rodríguez.
“Esta bonita iniciativa va a permitir ‘andar’ a muchas mujeres que tienen hijos e hijas y no perderse los usos que están haciendo los chicos en las redes sociales. Se trata de mujeres de entornos rurales en los que la brecha digital de género es muy evidente y sobre las que sus hijos depositan una mirada diferente, porque no se le da el mismo valor a una madre que no sabe que a la que sabe”, comenta la experta.
Y precisamente para conocer esa realidad digital y llegar a dominarla, ‘Mujeres Enredando’ se concibe con talleres cortos y prácticos en los que se aprende cómo hacer una consulta en la banca online, de qué forma rellenar una solicitud electrónica o hacer una videollamada por Whatsapp. Pequeños pasos que suponen grandes avances, capaces de conectar a estas mujeres con la realidad digital, y que se logran usando infografías sencillas que cualquiera es capaz de asimilar.
“Se nos quedó una sesión colgada de los talleres debido a la pandemia‒aclara Mónica Dios‒ y tuvimos que hacerla una vez finalizó el confinamiento. La respuesta fue increíble. Hubo un agradecimiento máximo y nos pidieron que continuáramos con los talleres. Sin duda, lo que aprendieron posibilitó que pudieran estar conectadas durante el estado de alarma. Es un proyecto por el que hay que seguir apostando”.
Las iniciativas
Ese es uno de los preceptos que envuelve todo lo que hace el laboratorio. No hay proyectos estancos e impenetrables que empiezan y terminan, y ahí acabó su vida. Hay, como prefiere llamarlas Mónica Dios, iniciativas que comienzan a caminar y ya desde sus primeros pasos pueden (a lo mejor) irse sumando a otras que conduzcan a distintas líneas de trabajo. Una fluidez que hace que en ocasiones un proyecto se encadene a otro.
Es muy sencillo definir lo que se hace en este laboratorio de innovación social, pionero en Canarias y uno de los pocos que hay en España: dar alternativas o soluciones a problemas sociales, a problemas que enturbian la realidad de nuestra sociedad. “Nos planteamos nuestra propuesta de laboratorio porque nos dimos cuenta de que nosotras, como equipo, lo que queríamos es tener incidencia en lo público. Veíamos esa necesidad de transformar lo público con otras metodologías porque a veces se invierte presupuesto en hacer lo mismo, y remodelando los procesos metodológicos se podían hacer cosas distintas”.
Eso lo desmarca del resto, desde luego, pero lo que realmente aporta un plus a su actividad y marca la diferencia es que trabajan desde el enfoque integrado de género, desde la interseccionalidad. En esta cocina de ideas útiles se pone el acento en el género, en la etnia, en las realidades diversas. Hablar de innovación social dejando atrás a parte de la población no es compatible con lo que se hace en este espacio que se maneja en la avanzadilla del cambio, con propuestas comprometidas en las que se implica siempre el personal investigador de la ULL.
No puede haber innovación social sin perspectiva de género, o mejor, sin el enfoque integrado de género, como lo denomina esta pedagoga. “Se haba de innovación, que es lo más de lo más, de futuro, de avances y de cambios, pero sigue sin contemplarse la perspectiva de género. Y no se trata exclusivamente de que haya hombres y no mujeres, sino de que al comenzar a idear y definir una innovación se incluya siempre el enfoque de género y la interseccionalidad. Es importante que estemos todas las personas”.
Es muy evidente que no es lo mismo ser una mujer negra o blanca, pero tampoco es lo mismo ser una mujer blanca de clase baja que reside en una ciudad que otra, también de escasos recursos, pero que en vez de ser una urbanita vive y se ha criado en medio del campo. Son distintos entornos y también distintas realidades que no se pueden obviar bajo ningún concepto.
Los paradigmas
Los labins (-ins por innovación social pero también por insular, con lo que ello entraña) del Observatorio de Innovación Social de la ULL, como los llaman las mujeres que conforman este equipo de trabajo, son tres: el pensamiento crítico, el modelo sistémico y la transdisciplinariedad. Acompañados, eso sí, de la tecnología que suma, es decir, de la que mejora la vida de las personas, así como de los principios éticos sin los que no se da un solo paso: el respeto a los derechos humanos, el enfoque de justicia social, la corresponsabilidad hacia el bien común y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030.
Palabras y propósitos mayores que no se quedan ahí. “Lo primero que tenemos en cuenta a la hora de desarrollar una iniciativa es ver qué se ha estado haciendo anteriormente y reflexionar para poder encontrar otras vías que nos permitan buscar propuestas de verdadero cambio y transformación. Después trabajamos las transformaciones sociales desde distintas esferas y con varios agentes sociales, como entidades públicas, privadas o del tercer sector, y la ciudadanía y la universidad. Porque, sin duda, sumamos conocimiento cuando se trabaja bajo la óptica de las inteligencias colectivas”.
Es en este punto donde aparecen los conceptos clave sin los que el laboratorio no sería lo que es y no haría lo que hace: pedagogía colaborativa, o la necesidad de agregar perspectivas diferentes que deriven en esa ansiada transformación, así como la transferencia de conocimiento: “Investigamos con la idea de aplicar e incidir para que sucedan cosas que permitan transformar la sociedad”, dice Dios Rodríguez.
El enfoque que se da a las iniciativas en el laboratorio es siempre diferente, más original, por eso es sumamente importante trabajar con grupos integrados por personas con perfiles diversos, cuyas miradas sean distintas, y no limitarse a los grupos estanco, formados por personas de la misma disciplina. Eso conduciría a una especie de camino sin salida, con una respuesta en modo bucle. Y no se trata de eso.
Esa misma perspectiva es la que aflora también en el equipo que integra el laboratorio, conformado por perfiles diversos, quizá no tanto como le gustaría a su directora, pero capaces de aportar una visión fresca y, por qué no decirlo, poco contaminada, a los problemas que se abordan. Las profesionales con las que cuenta ahora Mónica Dios para seguir avanzando, que aportan talento, entusiasmo y capacidad de trabajo, son Elisa Pérez Rosales, investigadora, Letizia Díaz Polegre, técnica de proyectos, y Zeinabu Mohamed Mahdi y María Alina Bermúdez Jiménez, ambas becarias de investigación.
Dios Rodríguez habla claro cuando afirma que la transformación que está por llegar (en lo social) vendrá de la mano de las ciencias humanas y artísticas, disciplinas algo infravaloradas que reivindica a lo largo de esta charla. Siempre ha trabajado en contextos sociales, donde cree que la pedagogía tiene mucho que aportar. De ella pueden salir esas propuestas con matices diferentes que vayan unos pasos más allá de lo que ya hay. “Cualquier proyecto que se precie debería indagar primero en las realidades y no desde las percepciones”.
La andadura
En dos años de andadura, las iniciativas, que suelen tener 12 meses de duración, van creciendo. Se hace imposible detallarlas todas, pero hay algunas que tocan un poco más el corazón. Y una de esas es la de ‘Discursos Orillados’, la voz de las mujeres migrantes, un proyecto al que se está buscando financiación para poder seguir avanzando, y en el que estas mujeres valientes hablan de sus miedos, de sus sueños y necesidades. Una idea que les da visibilidad y en la que se ha encontrado un espacio para experimentar, para tomar conciencia de las distintas realidades confluyentes y diversas.
Otra propuesta que está en sus inicios es IGUAL+LAB. Impulsada junto a la Consejería de Igualdad y Diversidad del Gobierno de Canarias, nace con el firme propósito de investigar en torno a la igualdad y la diversidad para dar pie a una visión integradora e igualitaria que tenga una incidencia directa en las políticas públicas. “Se trata de obtener datos y mapear para ver en qué cuestiones se tiene que incidir, porque hay que trabajar desde la base, pero también desde las administraciones públicas. Estamos desaprovechando un saber y a veces estamos desmotivando a las personas. Lo que se haga debe tener una utilidad”.
La gran diferencia a la hora de actuar, para la directora del laboratorio, radica más en el cómo que en el qué. Y un buen ejemplo es la Gestión de Políticas de Igualdad Locales, GePIL. “Veíamos que a veces los ayuntamientos entendían que los proyectos de igualdad los tenía que desarrollar el área de igualdad, y no es así. Tenemos que trabajarlos desde una transversalidad real. Se trata de un proyecto muy de tú a tú en el que las profesionales se sientan con el personal de cada área, ven qué hace y cómo puede incorporarse la perspectiva de género”.
El futuro
El más inmediato se perfila abordando la pobreza, un asunto que le preocupa especialmente, y que la covid ha acentuado. Hablar de pobreza en este contexto es hablar de una realidad que azota no solo a personas en exclusión, sino a aquellas que han perdido sus empleos y a las que tirar para adelante les está resultando muy complicado. Profundizar en estos aspectos es la próxima iniciativa en la que comenzará a trabajar el equipo del laboratorio, junto al Ayuntamiento de La Laguna.
Otro proyecto de ámbito completamente distinto, pero también enriquecedor, es el que desarrollan junto al Área de Deportes del Cabildo de Tenerife, enfocado a trabajar los valores en el deporte: ‘Educar Entrenando’. “Hemos empezado con un diagnóstico participativo porque entendíamos que no podíamos empezar con un proyecto sin escuchar a las federaciones, clubes deportivos, y las familias de menores que practican deporte base, así como los entrenadores y entrenadoras”.
Siempre bajo el prisma de la experimentación y sin alejarse del concepto de proyecto piloto, el laboratorio se involucra en tareas que no siempre están tan planificadas. La situación vivida durante la pandemia, y sobre todo en el confinamiento, obligó a afinar aún más las mentes y a iniciar cosas tan chulas y necesarias como la que hicieron con la propia Universidad de La Laguna para paliar la soledad de las personas que desconocían el manejo de las herramientas digitales. Y así nació #LaULLNosConecta. Lo hizo en un momento en que hacía mucha falta, contribuyendo a que esas personas se sintieran acompañadas y aprendieran a usar el WhatsApp o el Skype para hablar con sus seres queridos.
Esta es una de las tantas iniciativas que ha visto a luz en este laboratorio, donde se trabaja para “facilitar que las cosas sucedan” como dice su directora, a la que le gustaría que hubiera una transformación en las organizaciones y que las instituciones experimentaran una apertura porque “han ido funcionando de manera muy cerrada y tienen que hacer una apuesta por la cercanía. De lo que se trata es de cambiar las maneras de pensar, de hacer y hasta de sentir”.
De eso saben mucho en esta cocina de ideas que busca soluciones a realidades adversas, donde trabajan a pie de calle y en los propios espacios de las administraciones públicas, tomando conciencia de las problemáticas existentes, y no solo de las de igualdad de género. La mirada la ponen también en los niños y niñas, en la adolescencia, en las nuevas familias, en los mayores y, en definitiva, en todos aquellos ámbitos y colectivos a los que los demás no llegan.