La Estrategia de Detección Precoz, Vigilancia y Control de COVID-19 del Ministerio de Sanidad recalca la importancia de hallar de una manera rápida los casos compatibles con el coronavirus como uno de los puntos clave para controlar su transmisión. Por ello, es necesario reforzar la capacidad diagnóstica y la disponibilidad del material necesario para realizar las pruebas pertinentes, las llamadas PCR (siglas en inglés de “Reacción en Cadena de la Polimerasa”) que detectan la presencia de material genético de un patógeno en la muestra analizada.
El pasado mes de abril, el Instituto de Salud Carlos III, organismo coordinador en España de todas las actuaciones sanitaras durante la pandemia de SARS-Cov-2, validó al Instituto de Enfermedades Tropicales y Salud Pública de Canarias de la Universidad de La Laguna como uno de los centros nacionales capacitados para la realización de estas PCR, por cumplir los requisitos de bioseguridad y personal cualificado para ejecutarlas.
La decisión fue refrendada, además, por la Consejería de Sanidad de Gobierno de Canarias y el propio instituto universitario, adicionalmente, reforzó en agosto su capacidad diagnóstica al adquirir un nuevo equipamiento que le permite hacer tests para detectar de una manera más rápida y eficaz 23 de los patógenos respiratorios más comunes, entre ellos el coronavirus que mantiene en vilo al planeta desde hace meses.
Dado esta gran capacidad para el diagnóstico, aproximadamente en agosto el Rectorado encomendó al director de instituto, Jacob Lorenzo, la puesta en marcha de una campaña de cribado de la comunidad universitaria para detectar de manera precoz focos de contagio del virus en la institución. Inmediatamente se comenzó a trabajar para que a principios del nuevo curso esta aspiración pudiera ser una realidad. Y se ha logrado: en la semana del 5 de octubre comenzaron a realizarse los primeros tests en el centro académico, a los cuales cualquier persona vinculada a la institución académica puede acceder a través de un procedimiento en la Sede Electrónica.
Las personas solicitantes quedarán inscritas en un listado del cual cada semana se elegirán aleatoriamente a mil, que recibirán en su móvil y correo electrónico una conformación, un código alfanumérico que servirá para identificarlas durante todo el proceso, unas instrucciones sobre cómo realizar la muestra, y un enlace a la aplicación de cita previa.
El bote de muestras se recogerá en las porterías de las facultades y edificios de la institución y en los siete días siguientes a la recepción del mensaje, deberá solicitarse turno a través del enlace recibido para acudir a entregar su muestra en el Instituto de Enfermedades Tropicales y Salud Pública de Canarias. Es importante recordar que sin pedir la cita no se podrá realizar esta entrega.
Cada bote recibido será etiquetado con el mismo código alfanumérico que recibió el usuario en su móvil, de tal modo que la muestra queda identificada sin revelar la identidad de quien la entrega. Ese código solo tendrá validez durante una semana, así que es primordial que las personas que reciban el mensaje de confirmación pidan hora en esa misma semana.
De este modo, está todo listo para poder realizar hasta 20.000 tests voluntarios a razón de 1.000 por semana, pero llegar hasta ahí no ha sido fácil, pues ha exigido el trabajo coordinado de numerosas instancias de la universidad para poner en marcha un procedimiento crítico y sensible, dado que conjuga aspectos de salud pública, seguridad y protección de datos.
20.000 tests de saliva
El primer paso para poner en marca el proyecto fue, obviamente, la adquisición de los kits para hacer las PCR, una operación no tan sencilla como parece porque, dada la situación sanitaria, su demanda es muy alta y en algunos momentos ha habido listas de espera para su compra.
Afortunadamente, que la pretensión de la Universidad de La Laguna fuera adquirir material necesario para la nada desdeñable cifra de 20.000 PCR facilitó que no tuviera que dilatarse la espera para la operación, que finalmente fue tramitada a través de un distribuidor local, AD Diagnost, que proveyó a la institución de kits fabricados en Holanda por un total de 174.000 euros. Cada uno de ellos permite la realización de 2.000 PCR, y a ellos hay que sumar los reactivos s y material fungible (puntas, tubos, alcoholes…) necesarios para la realización de los tests.
Los tests adquiridos por la Universidad de La laguna resultan más cómodos para los usuarios que los utilizados habitualmente (basados en muestras tomadas mediante hisopos en el interior de la nariz) porque analizan la saliva que cada usuario deposita en un bote y entrega en el instituto que realiza los análisis. Esta prueba es relativamente nueva pero ya se está utilizando ampliamente en Estados Unidos y se está extendiendo también en Europa.
Su eficacia está sobradamente contrastada, es menos engorrosa para los pacientes y, además, permite analizar varias muestras a la vez, optimizando así el número de tests utilizados porque es posible unificar hasta cinco muestras diferentes en un solo análisis: si el test sale negativo, significa que los cinco usuarios está libres del coronavirus; en caso de que se detecte la presencia del patógeno, entonces se haría una segunda prueba a cada una de las personas para concretar quién era la infectada.
El uso de este método, además, ahorra costes porque el precio de un bote de muestras para la saliva es más barato que el de hisopos nasales. Y, adicionalmente, su gestión es más eficaz porque, en lugar de precisar que personal sanitario especializado tome la muestra a los pacientes, son estos los que depositan la saliva en el bote y lo trasladan hasta el lugar del análisis.
Hay, eso sí, que seguir una serie de instrucciones para que las muestras sea recogida de manera correcta. La principal es que la saliva debe haber sido depositada en el bote, como máximo, hasta 60 minutos antes de su entrega. Y una hora antes de realizar la muestra, es importante no haber comido, fumado, tomado bebidas, cepillado los dientes o masticado chicle, y procurar que los labios estén libres de maquillaje. Por cuestiones de seguridad, es importante llevar el bote ya con la muestra y así evitar escupir en los alrededores del área de recogida, que es una carpa situada en el exterior del Instituto de enfermedades Tropicales y Salud Pública de Canarias.
Diseño del procedimiento
La recogida de muestra es el paso intermedio de un proceso muy simple para a los usuarios, pero cuyo diseño ha sido, paradójicamente, muy complicado. Baste decir que ha costada algo más de un mes de trabajo y ha supuesto la implicación del Gabinete de Análisis y Planificación (GAP), que junto al Instituto Universitario de Enfermedades Tropicales y Salud Pública de Canarias, probablemente ha sido la unidad más crítica en este proceso; el Servicio de Tecnologías de la Información y Comunicaciones (STIC); el delegado de Protección de Datos; la Oficina Técnica; el Servicio de Cartería; el Servicio de Información y Orientación; el Servicio de Planificación Académica; la Secretaría General y el Gabinete de Comunicación, todos ellos bajo la coordinación del Vicerrector de Agenda Digital, Modernización y Campus Central y la Gerencia.
El desafío de este proceso es asegurar la privacidad y el anonimato de quienes participan en él, porque hay que recordar que, según la legislación de protección de datos, la información personal sobre salud se encuentra entre las de mayor rango de protección. Dicho de otro modo, había que lograr tramitar los tests y comunicar los resultados tanto a la persona interesada como a la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias sin que en ningún momento nadie implicado en el desarrollo del procedimiento supiera a quién correspondía cada prueba.
Para lograrlo, ha sido de lo más oportuno que la Universidad de La Laguna cuente con una Sede Electrónica muy sólida y afianzada desde hace ya muchos años, pues ese es el recurso que se ha convertido en el eje articulador del proceso. El Gabinete de Análisis y Planificación diseñó el procediendo de solicitud y consentimiento que da inicio a todo el proceso que culmina con el análisis de la muestra y la remisión de resultados. Desde un punto de vista legal, era importante que quedara muy claro que esta participación en los tests es voluntaria, ya que la institución académica no puede obligar a nadie a presentarse a una prueba de salud.
La Sede Electrónica, además, garantiza que anonimato de todo el proceso, de tal forma que ningún ser humano podrá saber jamás la identidad de las personas tras cada uno de los tests. Para ello, lo que se ha hecho es que, una vez recibida la solicitud del usuario, la sede asigne a su nombre el código alfanumérico correspondiente, el cual, por un lado, se envía al propio interesado y, por otro, se imprime en una etiqueta que se imprimirá y remitirá al instituto que realiza los análisis.
En el momento de entregar la prueba, el bote será etiquetado con el número correspondiente. En ese punto es verdad que una persona (la que etiqueta) sabe quién ha hecho la entrega y qué número tiene, pero nunca conocerá el resultado del test porque no será la misma que realice los análisis, por lo cual, una vez llegue al laboratorio, la única referencia que se tendrá de esa muestra en el código.
Finalmente, una vez realizado el test, se asociará el resultado, (positivo o negativo) a ese código alfanumérico, y se remitirá desde el instituto de vuelta a la Sede Electrónica. Una vez ahí, de manera totalmente informatizada y sin participación humana, el código con su respectivo resultado será asociado otra vez con el nombre de la persona y de manera automática se realizará una comunicación doble del resultado: a la persona que solicitó el test, por un lado y a la Consejería de Sanidad, para que inicie el protocolo que sea preceptivo en caso de haber algún resultado negativo.
Además de la anonimización de los datos, la Sede Electrónica también es responsable de seleccionar de manera aleatoria al millar de personas inscritas que cada semana podrá realizarse los análisis. Una particularidad del proceso es que quien resulte seleccionado no sale del listado de candidatos una vez haya pasado la prueba y, de hecho, podría volver a ser invitada a realizar el test una o varias veces, lo cual no es un error, sino un medio para afianzar la seguridad comunitaria de la prueba, al hacer test múltiples aleatorios a la misma población.
La selección la realizan robots de software que están programados para asegurar que, dentro de la aleatoriedad de su decisión, se cumplan ciertos parámetros que aseguren la pluralidad de la muestra. Es verdad que la primera semana de tests, correspondiente al 5 de octubre, solamente se seleccionaron integrantes del personal docente e investigador y del personal de administración y servicios, para tener un primer cribado sobre el personal de la institución.
Pero a partir de la segunda semana, la selección también se ha abierto al alumnado y, así, cada semana se tomará de forma aleatoria el 5% de la población estudiantil de cada una de las titulaciones, el 5% del profesorado de cada departamento y el 5% del personal de administración y servicios de cada unidad organizativa.
Evidentemente, para que esos porcentajes sean reales, sería necesario que se inscriba a la iniciativa un número considerable de personas; en la primera semana solamente había unas 3.000 inscripciones, por lo que, por razones obvias, el reparto previsto no se pudo lograr y el sistema realizó una muestra totalmente aleatoria. Pero es de esperar que en las sucesivas semanas se vayan sumando más personas.
Durante la primera semana se realizaron solamente unos 450 tests y es cierto que el proceso de análisis llevó más tiempo de lo previsto, suponiendo una sobrecarga de trabajo inesperada pare el personal de instituto. Pero día a día se han estado afinando las tareas y ya al final de esa semana se estaban remitiendo los resultados antes de 24 horas, un plazo más corto del previsto por el instituto, que inicialmente manejaba un intervalo de entre 24 y 72 horas. Por ahora, en esa primera semana, todos los resultados han sido negativos, peor será necesario contar con más personas para realizar un cribado más fiable.
Esta es un iniciativa a largo plazo, pues tiene veinte semas de duración prevista pero, según ha comentado el Gerente de la Universidad de La Laguna, José Manuel Plasencia, se está barajando la idea de que, si los fondos de las ayudas Covid-19 del Gobierno de Canarias que recibirá el centro lo permiten, se pueda ampliar hasta final de curso y, así, realizar un cribado permanente que permita mejorar minimizar los riesgos de contagio en la institución al facilitar, por ejemplo, la detección de personas asintomáticas con el virus. Porque ese, al fin y al cabo, es el propósito de este ambicioso proyecto: ampliar las medidas para que el retorno al trabajo y al estudio en la Universidad de La Laguna sea mucho más seguro.
Gabinete de Comunicación