Es uno de los pocos gestos innatos que tiene el ser humano y que compartimos todos los mamíferos. Los bebés nacen sabiendo mamar y listos para ir en busca del pecho de la madre. La lactancia materna va mucho más allá de su aspecto puramente alimenticio y genera un vínculo tan importante entre madre e hijo que la evolución ha decidido mantenerlo.
A principios de agosto se celebra en todo el mundo la Semana Mundial de la Lactancia Materna y este año la Alianza Mundial para la Acción sobre Lactancia Materna ha elegido el lema «Proteger la lactancia materna: una responsabilidad compartida». El tema destaca los vínculos entre la lactancia materna y la supervivencia, la salud y el bienestar de las mujeres, los niños y las naciones. Ya es algo que trasciende de la alimentación infantil para escalar a la salud y bienestar de la sociedad.
Pero esto no siempre fue así: la incorporación de la mujer al mundo laboral, la inexistencia de la conciliación y la aparición en el mercado productos que prometían sustituir a la leche materna, hizo que muchas madres cambiaran el pecho por el biberón, pensando que de esa manera ayudarían a la familia. Pronto las matronas y pediatras pusieron el grito en el cielo y denunciaron que ningún producto industrial puede sustituir a la leche materna, que es insustituible, y dicho mensaje poco a poco fue calando en la sociedad.
Después de múltiples campañas y llamadas de atención, las cifras demuestran un cambio de tendencia. Desde el año 1995, la cifra de madres que dan el pecho a sus hijos más de seis meses ha crecido más de diez puntos, pasando del 32,2% al 46,9% en 2012. Del mismo modo el número de madres que decide amamantar a sus hijos al menos 3 meses se ha incrementado un 12,3% en el mismo periodo. Las madres que amamantan 6 semanas está por encima del 70%.
En estos momentos, la lactancia materna se reivindica en hospitales y centros de salud, en los medios de comunicación y hasta en festivales de cine. Sin embargo queda mucho que hacer, y este es el reto que insufla energía cada día a Marta Díaz Gómez, profesora Titular de la Facultad de Ciencias de la Salud, pediatra y coordinadora del Grupo de Investigación La lactancia materna desde un enfoque multidisciplinar de la Universidad de La Laguna.
Díaz recuerda que quería estudiar Medicina pero el acceso era difícil, se vivían las primeras promociones de la carrera y eran muchos los jóvenes que querían cristalizar su vocación en Canarias. Y aunque no fue con mucha convicción al examen, el hecho de que hoy en día sea Pediatra induce a pensar que no le fue nada mal ese día. Recuerda esos primeros años de estudiante como apasionantes. “Los médicos fundadores de la facultad de Medicina eran unos profesores excelentes, me inocularon esa pasión que ellos sentían por la carrera”.
Su inclinación por la Pediatría llegó por su fascinación por la magia del nacimiento y los recién nacidos. También le gustaba la Ginecología pero “curiosamente en esa época las mujeres tenían más limitado la especialidad, el que estaba de catedrático prefería tener hombres en su departamento”. Luego, una cosa llevaría a la otra y sus pasos volverían a la universidad para, en esta ocasión, formar a las futuras enfermeras y enfermeros.
La lactancia es vital
La lactancia materna pasó de ser la única opción de alimentación para el recién nacido, lo único que garantizaba su supervivencia, a una alternativa más. “Cuando comenzaron a surgir las industrias que elaboraban los preparados alimenticios para recién nacidos acometieron unas campañas de marketing exageradas que confundieron a las madres. Interpretaron que eso era un signo de progreso, de modernidad y que era mejor para sus hijos”.
Esto motivó una pérdida del uso de la lactancia, hasta el punto de que existía una falsa creencia que defendía el uso del biberón, por la sesgada percepción de que los niños alimentados así han crecido sanos. Después llegaron las campañas de la Organización Mundial de la Salud para recuperarla y el trabajo de muchos profesionales que desde los centros de salud, hospitales, asociaciones de vecinos y universidades trabajaron para concienciar a las futuras madres de la importancia de que amamanten a sus hijos.
En la actualidad nadie rebate los beneficios que tiene este tipo de alimentación para el niño. Existe un consenso en la comunidad científica: la mejor manera de alimentar a un recién nacido es con la leche de su madre. “Los beneficios son muchos y se conocen bien: reducción de la obesidad, ayuda a evitar enfermedades alérgicas, diabetes, además de los vínculos afectivos y psicológicos que se disparan cuando una madre amamanta a su hijo”.
Incluso, asevera Díaz, existen estudios que relacionan la lactancia materna con un mayor intelecto en época adulta, lo relacionan con un mayor nivel social y de ingresos económicos. Pero no solo los beneficios recaen en el recién nacido, las bondades para la madre también están muy estudiados. “Existe una menor incidencia de cáncer de mama entre aquellas madres que amamantaron a sus hijos, también de cáncer de ovario. Se sabe que tienen menos Hipertensión y Diabetes. Cuanto más tiempo se amamante más beneficios para la madre”. Además de las repercusiones psicológicas ligadas a la satisfacción personal. Pero, aunque el acto de amamantar a un bebé es algo que se remonta a los albores de la humanidad, aún queda mucho por investigar. “Estamos investigando la presencia de ciertas sustancias en la leche de la mujer lactante. Aunque están en proporciones pequeñas no sabemos qué repercusión tienen. De la misma manera trabajamos en realizar intervenciones para lograr alargar los periodos de lactancia”.
Solemos pensar que la lactancia materna consiste en alimentar a un bebé, que la leche materna siempre es la misma, como si de un tetrabrick se tratara. Nada más lejos de la realidad, pues dicho alimento nunca es al mismo y se va adaptando a la demanda de su hijo. “Antes de que nazca el niño, la madre gestante tiene lo que llamamos calostro, la leche ideada para las primeras horas del bebe: poca cantidad, llena de proteínas y de factores de defensa”. Al quinto o sexto día la composición ha cambiado, aparece entonces la leche de transición. “Esta está entre el calostro y la leche madura, donde va bajando el contenido en proteínas y aumenta la cantidad”. Esta sincronicidad continúa cuando llega lo que llaman la leche madura, que aparece en torno a la primera quincena de lactancia. “Esta leche tampoco va a tener una composición constante, como todo fluido biológico dependerá de la alimentación de la madre”.
La madre no solo le aporta nutrientes al bebé, también las defensas que comenzará a necesitar desde el minuto uno. “Se ha demostrado que la microbiota intestinal de un niño que se alimenta de la leche de su madre es muy distinta a la de otro que lo hace con leche artificial. Cuando el niño nace, su tubo digestivo no tiene bacterias, que son fundamentales y que solo recibe cuando toma leche materna”. Son numerosos los trabajos que se publican demostrando la trascendencia que tiene poseer una buena microbiota intestinal, no solo para su propio funcionamiento, sino para nuestra salud general.
A pesar de la importancia que tiene este tema para la futura salud de la madre y el niño, la investigación que se realiza sobre la lactancia es aún escasa si la comparamos con otras áreas de conocimiento. “Somos el único grupo que investiga la leche materna en las universidades del país. Hay otro en la Universidad Complutense, pero lo hace de una manera transversal, están especializados en microbiota o la mastitis, de ahí que incluyan la lactancia. Por eso somos el único grupo universitario de investigación que se dedica exclusivamente a este tema en España”.
En pleno corazón del siglo XXI aún nos podemos encontrar escenas bochornosas. Mujeres que se esconden para dar el pecho, obligadas a ir a baños públicos ciudadanos que las increpan por estar haciéndolo en la vía pública, esgrimiendo razones sexuales que sólo arden en las mentes más perversas. Aún es noticia que, por ejemplo, una parlamentaria europea amamante a su hijo en su puesto de trabajo, pero es que lo normal hoy en día es que las mujeres no puedan compaginar la lactancia de su hijo con el trabajo.
“Es curioso cómo la publicidad está llena de sexualidad sin que nadie se pronuncie sobre ello, pero una madre dando de mamar a su hijo en la calle puede ser mirada mal, y a las madres esto les afecta, tanto que las hay que no quieren salir porque no saben dónde darle el pecho sin que la miren mal. Hay otras madres valientes que incluso lo hacen en grupo para luchar contra este tabú”. En varias encuestas se ha puesto de manifiesto cómo esta incomodidad de dar el pecho a su hijo en la calle era unos de los principales motivos para interrumpir la lactancia. Pero, como reconoce Díaz, la última palabra la tiene la madre. “Deben estar bien informadas y conocer los pros y los contras de la lactancia materna, luego ellas deciden”.
El futuro
Las futuras líneas de investigación en este campo estarán dirigidas a reforzar lo que ya sabemos, que la lactancia materna es fundamental para la salud de la madre y el bebé. En este sentido en los próximos años se enfocarán en el estudio de la inmunidad de la madre y el niño cuando hay lactancia y cuando no. También se prestará mucha atención a los factores de crecimiento, algo que también podría ayudar a la industria alimentaria, porque podría incluir en sus fórmulas las sustancias que se vayan descubriendo. “También tenemos un campo de investigación muy interesante en el ámbito del abandono de la lactancia. Tenemos que ayudar a las madres a que consigan sus metas de lactancia. Podemos comprobar la eficacia de las intervenciones que se hacen para conseguir que no se abandone la lactancia”.
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