El catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Sevilla Julio Cabero Almenara considera que el proceso de adaptación docente que ha tenido que experimentar la universidad española como reacción ante la pandemia ha servido para derribar algunos mitos. Por ejemplo, que la formación virtual o a distancia es de peor calidad que la presencial. A su juicio, la digitalización he llegado para quedarse y puede ser tan eficaz como las metodologías tradicionales, siempre y cuando se utilice de una manera innovadora y que favorezca la proactividad del alumnado. “Lo importante no es si la educación es presencial o virtual, sino que sea capaz de crear entornos formativos de calidad que pongan la estudiante en el centro”, resumió.
Este especialista en tecnología de la educación ha sido el ponente inaugural de las Jornadas de Innovación y Transferencia Educativa de la Universidad de La Laguna que han comenzado hoy, jueves 3, y se desarrollarán hasta mañana, viernes 4 de junio, en la Facultad de Educación, aunque se pueden seguir de manera telemática a través del canal institucional de Youtube. Fueron presentadas por la rectora de la institución, Rosa Aguilar, y el vicerrector de Innovación Docente y Calidad, Néstor Torres.
La rectora resaltó la relevancia de las jornadas puesto que favorecen la reflexión sobre la misión de formar y educar. “Parece que cuestionarnos nuestro papel docente sea una cuestión menor, cuando es justo lo contrario: es nuestra razón de ser”. Y es más importante hacerlo tras el proceso vivido durante la pandemia, que ha propiciado cambios en la manera de enseñar y de relacionarse con la comunidad universitaria. “Si ya sabíamos que no podíamos seguir haciendo lo de siempre, y que tocaba innovar también en la docencia, el revulsivo que ha supuesto la Covid-19 en todos los ámbitos de la vida nos lo ha dejado más claro todavía”.
Aguilar señaló que la Universidad de La Laguna está dando pasos para darle vuelta al sistema, poner al alumnado en el centro y personalizar más aún la capacidad de tutorización. Estas jornadas serán, justamente, un marco para conocer algunos de los esfuerzos innovadores realizados en ese ámbito tanto en el centro tinerfeño como en otras instituciones. “Creo sinceramente que hoy somos mejores; las universidades hemos mostrado una gran resiliencia y, pese a los errores y a la incertidumbre de los primeros meses, hemos demostrado una gran solvencia en la resolución de obstáculos, en asumir nuevos métodos de enseñanza y, en cierta medida, en reinventarnos”.
Por su parte, Néstor Torres recordó que estas jornadas solo cobran sentido si se contemplan en el contexto de un conjunto de acciones vinculadas unas con otras, todas las cuales apuntan a un objetivo claro: la implantación efectiva en la Universidad de La Laguna de un modelo de enseñanza que coloque al alumnado en el centro. De hecho, recordó que el Consejo de Gobierno aprobó recientemente una declaración institucional que hacía suyo ese modelo y comprometía a la institución a avanzar hacia ese modelo.
El vicerrector recordó que los proyectos de innovación educativa presentados en estas jornadas reinciden en ese modelo y en la evaluación continua, al igual que lo hace el Plan de Formación para profesorado, herramienta que sirve a los docentes de la institución en este tránsito hacia una nueva manera de enseñar. También recordó que el vicerrectorado ha puesto en marcha dos títulos propios para mejorar la formación de los docentes, así como programas de acompañamiento al profesorado novel y sobre el uso de las TIC en el aula.
Lecciones tras la pandemia
La conferencia de Almenara llevaba por título “Aprendizajes desde la pandemia. Reflexiones para la universidad”, y en ella expuso las lecciones que como especialista en tecnología aplicada a la educación ha extraído tras los últimos meses de cambio vividos en las instituciones académicas españolas. Explicó cómo las creencias y actitudes previas que se posean hacia las tecnologías condicionan lo que el profesorado sea capaz de hacer con ellas. Por ello, en un primer momento solamente suelen utilizar las TIC como un repositorio de documentos mientras siguen basando su proceso de enseñanza en la clase magistral, hablando a una cámara en lugar de a una audiencia presencial. Para Julio Cabero, cambiar la fotocopiadora por la impresora o por colgar un material en un “drive” no supone un cambio sustancial.
El problema ha radicado en la falta de competencias digitales del profesorado, entendidas estas no como el mero manejo instrumental de determinados programas – algo que en general ya está dominado- sino en saber utilizar las TIC de manera creativa, crítica y segura. Por ello, cree que los planes de formación para el profesorado en estas herramientas deberían cambiar el enfoque: no enseñar a manejarlas, sino formarlo para que sepa cómo enseñar con ellas.
El ponente explicó que este cambio de mentalización de los docentes no se arregla con cursos de 30 horas sobre tal o cual programa y que, de hecho, hay estudios que demuestran que la transformación total de un docente presencial a uno que domina de la manera óptima las TIC puede conllevar varios años y pasar varias fases: desde la mera adopción, en la que simplemente hace con las tecnologías lo mismo que sin ellas, hasta llegar a la innovación, fase en la que es capaz de realizar cosas nuevas.
El docente debe pasar de ser un diseñador de contenidos a un creador de actividades, ser proactivo con el alumnado y capaz de evaluar el aprendizaje continuo con metodologías diferentes al examen final. “Las tecnologías son solo ‘cacharros’, no son la panacea que va a resolver los problemas educativos: hay que aplicar pedagogía sobre ellas. Los cambios de la formación deben ser sistémicos: que afecten a la tecnología, pero también a la pedagogía y la política”.