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Cetáceos desde el aire

viernes 25 de junio de 2021 - 11:19 GMT+0000

La investigadora Patricia Arranz durante una reciente visita a la Facultad de ciencias de la ULL.

Hablar de las maravillas naturales del archipiélago canario podrá parecer sucumbir a los más manidos lugares comunes de la promoción turística. Pero en más de una ocasión esos tópicos responden a la realidad. Y es que el enclave geográfico del archipiélago, unido a su origen volcánico y otras variables, favorece la presencia de especies, algunas de ellas transeúntes, otras residentes, que aportan una inusitada biodiversidad en un territorio relativamente pequeño y fragmentado. Obviamente, el hecho insular facilita que el medio marino sea partícipe de esta variedad, por lo que su estudio y conservación son de gran interés científico.

La Universidad de La Laguna posee numerosos grupos de investigación centrados en estudios sobre el medio marino. Uno de ellos es el denominado Biodiversidad, Ecología Marina y Conservación (BIOECOMAC), que engloba proyectos de diversa temática que abarcan desde los efectos del cambio climático en las condiciones de los océanos hasta la fauna que habita las aguas

Patricia Arranz.

Patricia Arranz

profundas de Canarias, con especies que se han establecido de forma permanente. Precisamente al estudio de éstas últimas se dedica Patricia Arranz Alonso, investigadora que desde hace 15 años está vinculada al grupo a través de diversos proyectos, y ha logrado, con gran esfuerzo, desarrollar su carrera científica en El Hierro, isla en la que reside. 

Su especialidad es el estudio de los cetáceos de buceo profundo, especies emblemáticas de Canarias y a cuya observación ha dedicado gran parte de su vida , obteniendo resultados que han llegado a tener eco en la prensa internacional, en cabeceras tan populares como Science o National Geographic Wild. Pero estudiar animales con una inteligencia casi humana, y que en ocasiones permanecen pocos minutos en superficie antes de volver a  sumergirse a grandes profundidades no es fácil, y más si se quiere hacer sin molestarles ni alterar su comportamiento natural ellos. El avance de la tecnología ha permitido a Arranz incorporar una herramienta de observación no invasiva que arroja datos novedosos sobre el comportamiento, estado de salud y desarrollo de los cetáceos: los drones.

Para mí es muy importante poder investigar sin molestar a los animales, con el mínimo de impacto”, explica. “El dron es nos permite registrar información detallada sobre los animales, incluso de las madres y crías, sin que perciban nuestra presencia, manteniendo el barco a 400 metros de ellos”. La altura mínima de vuelo son 30 metros, lo que hace imperceptible el sonido del dron, ya que como demuestran algunos estudios, a partir de los 10 metros ya son prácticamente inaudibles para los cetáceos.

El dron facilita el estudio del comportamiento de los animales en relación a los barcos, como por ejemplo aquellos que desarrollan actividades comerciales de avistamiento (o whale watching) y hacer experimentos de respuesta al ruido submarino. Además de la información puramente visual que aporta en alta calidad, el dron permite estimar variables como la tasa respiratoria y de amamantamiento, el tamaño del animal, la ontogenia del comportamiento (la conducta de cada uno de los animales del grupo en función de su tamaño o grado de desarrollo), la estructura social e, incluso, algo que es muy novedoso: obtener ADN a partir de la exhalación de vapor, así como datos sobre la presencia de contaminantes o estado de madurez sexual, entre otras variables.

(Ejemplo de las imágenes obtenidas mediante dron por los investigadores de BIOECOMAC)

Mejorar el sector de los avistamientos

Patricia Arranz, a través de su vinculación a BIOECOMAC, está participando simultáneamente en varios proyectos, siempre relacionados con los cetáceos. Uno de ellos es un contrato Agustín de Betancourt cuyos objetivos van más allá de lo puramente biológico y se adentran también en cuestiones socioeconómicas, pues su propósito es introducir mejoras que permitan que la activad de whale watching se desarrolle de manera que pueda seguir siendo económicamente rentable para las empresas a la vez que respetuosa con los animales.

Este Agustín de Betancourt es peculiar porque este tipo de contratos están orientados a la transferencia de resultados de investigación al sector producto. Por ello, siempre participa una empresa -en este caso, el Centro de Buceo El Bajón de La Restinga (El Hierro)- y suele desembocar en algún tipo de explotación comercial. 

En este caso los resultados van a manifestarse mediante la creación de una serie de protocolos de buenas prácticas y documentos técnicos que podrían ser de utilidad en la redacción de futuros cambios normativos en el sector del avistamiento de cetáceos: “Las leyes deberían fundamentarse en evidencias científicas, por lo tanto, es nuestro deseo que la información de campo que podamos recabar sirva de soporte para que la sociedad ejerza su actividad turística de forma respetuosa, y por ello todos los resultados del proyecto van a estar a disposición de la administración”.

Arranz (a la derecha) durante una de las salidas de observación con dron.

Arranz (a la derecha) durante una de las salidas de observación con dron.

Foto: ULL.

Arranz explica que el proyecto se relaciona, por tanto, con la forma en que la actividad de whale watching, el transporte marino y la sociedad se relacionan con el medio y los animales. “Tiene varias patas, pero lo interesante es que utiliza El Hierro como laboratorio vivo para desarrollar productos turísticos más sostenibles en el ámbito del ocio marino, de manera que las actividades costero-marítimas se puedan desarrollar de una forma respetuosa. Ofrecemos asesoría científico-técnica, generamos cuestionarios para las empresas, sobre expectativas y nivel de satisfacción de sus clientes. La idea es poner en valor que el apoyo científico puede mejorar la calidad del producto que se está ofreciendo al turista, con un impacto doblemente positivo, ya que también contribuye a conservar el recurso turístico”.

Del proyecto piloto herreño se extrapolan los resultados a lugares con uso más intensivo de los recursos, como por ejemplo la Zona de Especial Conservación en el sur de Tenerife, en la franja marina Teno-Rasca, donde se colabora a través de diferentes convenios con otras empresas hoteleras y de avistamiento y países como Noruega y Dinamarca, donde pese a la bravura de sus mares, están muy avanzados en las actividades comerciales de avistamiento y son pioneros en la introducción de orientación científica en la actividad turística. “Hace tiempo, las ballenas tenían valor en la pesca, valía más una cazada que una viva; ahora se ha demostrado lo contrario y los animales vivos son un recurso económico, como lo demuestra el hecho que Canarias es el cuarto lugar del mundo en número de turistas que realizan whale-watching, y más aún si ese recurso se conserva,  manteniendo el buen estado de salud de las poblaciones”.

Buenas prácticas

Seguir investigando a los cetáceos resulta imprescindible porque todos esos años de observación y análisis han permitido conocer mejor cómo se comportan, por dónde se mueven, qué necesitan y, sobre todo, qué les daña. Y de ese modo, será posible afinar normativas, prácticas y protocolos que permitan desarrollar los avistamientos sin comprometer la integridad de la fauna marina. Lograr ese equilibrio resulta primordial si se considera que el whale watching es la segunda actividad más demandada por los alrededores de 15 millones de turistas que visitan Canarias cada año; como dato, solamente en Tenerife la practican anualmente más de 700.000 personas, lo cual supone una evidente fuente de riqueza para la economía regional. 

El desafío es lograr compatibilizar la actividad con la conservación del hábitat, y, si bien es cierto que la legislación canaria es especialmente respetuosa al respecto, siempre hay margen de mejora. En ese sentido, Arranz destaca que las propias empresas del sector son las principales interesadas en que el sector esté adecuadamente regulado. “Son las primeras que quieren hacerlo bien”, explica la bióloga marina. “Están dispuestos a mejorar en la actividad si eso les permite seguir trabajando. Y estas medidas no tienen porqué ser más restrictivas para quienes ya lo están haciendo bien. De hecho, las empresas ya trabajan en colaboración con los puertos y la administración local, para facilitar al turista identificar cuáles son las empresas que cumplen con la normativa”.

Una de las mejoras técnicas que se están barajando sería implementar una regulación de las embarcaciones dedicadas al sector. “Un aspecto muy importante para reducir el impacto sobre los animales es medir el ruido submarino. Actualmente no existe ningún país que esté incluyendo esa variable en la normativa de gestión de la actividad. Y se ha demostrado que no es solo la mera presencia de las embarcaciones lo que afecta a los animales, sino el ruido que producen. Y la solución es algo tan sencillo como hacer una ‘ITV’ de esos barcos, porque no es lo mismo que te mantengas a 100 metros de los animales, si haces poco o mucho ruido entorno a ellos”.

Otro momento de las salidas de campo del proyecto.

Otro momento de las salidas de campo del proyecto.

Foto: ULL

Otras propuestas que baraja la investigadora son mejorar la observación desde la costa para monitorizar a los grupos de animales y los barcos o establecer una sectorización por tiempo y espacio delimitando zonas de exclusión de tráfico. “Las Islas Canarias occidentales son muy altas y esto permite observar a los cetáceos desde acantilados. Al ser un archipiélago volcánico oceánico, hay grandes profundidades cerca de la costa y los animales se encuentran muy cerca de la orilla. Ambos aspectos unidos facilitan que se puedan observar animales desde costa con la ayuda de prismáticos”. Explicado de manera muy simplista, sería crear una especie de “torre de control”, una unidad que atribuyera a cada embarcación un grupo de animales y gestionara el tiempo que pasa hasta liberar dicho grupo para el barco siguiente. 

Durante la pandemia, las empresas del sector han estado paralizadas, pero Arranz y su equipo se han mantenido activos, aprovechado la circunstancia para hacer trabajo de campo. “Varios de los estudios sobre ruido y con el dron los hicimos en ese momento. Ha sido un trabajo en el que hemos contado con todo el apoyo de la empresa colaboradora en Tenerife, Whale-Wise-Ecotours, que es con la que pudimos trabajar de forma focalizada con los grupos de cetáceos en ausencia de otros barcos”.

Un centro de investigación y divulgación marina en El Hierro

Tras licenciarse en Biología en la Universidad Autónoma de Barcelona y realizar un máster en Oceanografía en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Arranz finalmente se doctoró en la Universidad de La Laguna y, paralelamente, tras realizar una estancia postdoctoral de cuatro años en la Universidad de St. Andrews en Escocia, se afincó en El Hierro, donde ha formado una familia. Su aspiración, pues, es permanecer en la Isla del Meridiano, lo cual no es sencillo dada su carácter ultraperiférico, pero la científica ha logrado realizar una carrera investigadora de excelencia, participando y dirigiendo proyectos de investigación nacionales e internacionales financiados por entidades como la Oficina Naval Americana.

En este sentido, agradece que el Cabildo Insular de El Hierro siempre ha sido muy receptivo con estas líneas de investigación, y muestra su esperanza por que logren desarrollarse óptimamente algunas iniciativas novedosas, como el Centro de Tecnología Marina (CETECMAR), que podría ser “una oportunidad única para poner en valor y dinamizar docencia, investigación, ecoturismo y divulgación entorno al singular patrimonio natural y cultural herreño.

Grupo de cetáceos observado desde un dron.

Grupo de cetáceos observado desde un dron.

Foto: ULL

La investigadora explica que un centro de estas características aglutinaría materias interdisciplinares y se viene gestando desde el Departamento de Biología Animal, Edafología y Geología de la Universidad de La Laguna desde hace más de una década. “Ha habido destacada investigación y presencia de la Universidad en El Hierro desde los años ochenta,, con proyectos sobre cetáceos, pero también sobre pesca, turismo o la reserva marina. El Hierro es como un blanco experimental para muchos procesos, como el cambio climático, la pandemia y la resiliencia de las poblaciones frente a catástrofes naturales y merece que se reconozca su importancia.

Arranz declara que tras el contrato Agustín de Betancourt, el cual busca atraer el talento investigador a la Universidad de La Laguna y facilitar, si es posible, afianzarlo en la institución, desea consolidar su carrera con una figura de investigación de excelencia en un futuro próximo.

(Las investigaciones citadas han sido posible, además de las instituciones que aparecen en el texto, gracias al apoyo de la Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación de la Universidad de La Laguna, el Cabildo Insular de Tenerife, los fondos FEDECAN, los fondos MEDI y los proyectos FILMAR: Fomento de la Participación Pública en la Investigación de Mamíferos en Espacios de la Red Natura (FCT-19-14411) e INMAR: Proyecto de infraestructuras marinas (financiado por el Gobierno de Canarias y cofinanciación con fondos FEDER (Ref.: EIS 2020 07_ULL). Las imágenes de cetáceos en el medio marino han sido tomadas con permiso del Gobierno de Canarias y el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico).

Gabinete de Comunicación


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