Se siente como si jugara en el Barça, pero el de Mesi, no el de ahora, con la diferencia de que la liga en la que juega José Carmona Santiago (Argentina, 1974) es una liga que no sabe de superestrellas de fútbol ni de partidos de champions, y sí de mucho esfuerzo, disciplina e investigaciones tan rigurosas como la que lo ha convertido hace escasas semanas en la primera persona de etnia gitana en doctorarse en Psicología por la Universidad de La Laguna.
Un auténtico “regalo de vida” que ha permitido al primer gitano en ser investido doctor en Canarias, y graduado en Trabajo Social, tener el “privilegio” de trabajar con María José Rodrigo López y María Luisa Máiquez Cháves, ambas catedrática emérita y profesora del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación, y Marta García Ruiz, docente del Área de Trabajo Social y Servicios Sociales, sus tres directoras de tesis, guías y apoyos en estos cinco años de investigación.
Que haya jugado con las mejores en su liga particular no quita que la lectura y defensa de su tesis «Los modelos parentales del Pueblo Gitano en Canarias y su impacto en el éxito educativo» le valiese, por méritos propios, la mención cum laude por parte de un tribunal que se rendía ante la evidencia: el propio doctorando, de etnia gitana, era capaz de ver desde fuera, con datos objetivos, mirada científica y una argumentación perfectamente calibrada, lo que había vivido desde dentro a lo largo de su vida.
De la primaria al doctorado
Esa perspectiva y mirada científica que mueve a José Carmona, a la que han contribuido decididamente sus directoras de tesis, es solo la punta del iceberg de una trayectoria tan intensa como meritoria en la que ha aprendido a interesarse solo por lo que puede demostrar. Lo dice alguien que hace tan solo 13 años, con 34, carecía de la educación primaria, alguien que, ayudado por los pastores de la iglesia evangelista, aprendió a leer y escribir y se animó a seguir formándose para ingresar en la Universidad de La Laguna, hasta llegar donde ha llegado. Muchos retos que enfrentar en poco tiempo.
Todo un ejemplo de persona resiliente que, sin embargo, dice que lo suyo carece de mérito, que únicamente es cuestión de codos, de sentarse en la biblioteca con la vista clavada en los libros y no levantarse de la silla, de echarle horas y preparación constante. Comentarios propios de una persona “muy humilde que recibe siempre lo que dices de una manera positiva y acepta todo lo que tiene que cambiar sin problema”, explica María José Rodrigo.
“He estado metido en un proceso de aprendizaje constante en el que he tenido la suerte de trabajar con excelentes profesionales de la Universidad de La Laguna, ya que cada una de ellas es experta en un área distinta, y eso es todo un ‘lujazo’. De todas las publicaciones que hemos realizado hasta ahora, no nos han rechazado ninguna”, dice José Carmona de su tesis doctoral, la primera investigación exhaustiva que expone las realidades familiares gitanas y orienta sobre los pasos que el pueblo gitano canario debe dar para avanzar hacia la inclusión socio-educativa.
Hasta ahora en las islas no existía ningún estudio científico que sacara a la palestra esta realidad social. También hay que decir que se pasaban un poco por alto las posibles causas del fracaso escolar en la comunidad gitana. Según los datos extraídos de una investigación publicada este año por la Universidad de Navarra, en torno al 64% del alumnado gitano no completa sus estudios obligatorios en España, y son muy pocos los que llegan a cursar estudios superiores.
La comunidad gitana canaria
Este patrón es muy diferente en Canarias donde, a día de hoy, una veintena de personas gitanas cursa estudios universitarios, una cifra nada desdeñable y muy superior a la del sur de España. “Las investigaciones que se hacen en la península no reflejan la realidad del archipiélago porque es una comunidad pequeña, de 3.000 personas, y aunque ya hay varias generaciones que han nacido aquí, tanto los diagnósticos sociales como los estudios de salud y los mapas de vivienda son casi inexistentes”, explica Carmona.
Para entender por qué la realidad canaria se aleja tanto de la peninsular basta con detenerse y hacer un análisis de cómo son las cosas en territorio insular. Aquí, los gitanos no son noticia, dice José Carmona. Y la razón es, ni más ni menos, que su adaptación es total en una sociedad en la que no hay guetos, ni chabolismo, ni lugares alarmantes como Las 3.000 Viviendas (Sevilla) o la Cañada Real (Madrid). En definitiva, es una comunidad que pasa desapercibida.
Es más que patente que en las familias del Pueblo Gitano en Canarias no existen indicadores de marginalidad, están perfectamente integradas y viven en viviendas de alquiler, de propiedad o de protección oficial. “En general, puede decirse que viven muy bien. De hecho, de unos años para acá, las familias gitanas en riesgo pueden contarse, si acaso, con los dedos de una mano. La falta de formación sí que es una de las dificultades que hay que vencer”.
La ausencia de estigmatización en la comunidad gitana canaria no implica que todo sea miel sobre hojuelas. En el archipiélago también hay dificultades y clichés extendidos que siguen asociándose a la comunidad gitana, menos, pero los hay. Un motivo por el que Carmona pide visibilización para la identidad gitana canaria y que se exploten todas las posibilidades para que puedan aparecer las oportunidades de las que se ha privado al pueblo gitano durante seis siglos. Así es como se acaba con los estereotipos, que sí están instaurados en los colegios.
Los estereotipos en los colegios
“Hemos hecho una investigación transversal y podemos determinar ‒explica Carmona‒ que Canarias no ha sufrido los estereotipos exceptuando los colegios, porque hay un déficit educativo. Es un problema del sistema. Las familias gitanas pueden llevar a sus hijos al colegio a diario pero si los profesores no creen en ellos, y los resultados de la tesis así lo dicen, no es cuestión de creer o no creer.”
Para este gitano canario nacido en Argentina lo que no se puede permitir es que haya un 95% de fracaso escolar en un pueblo y que nadie actúe. “Lo que no se está protegiendo es la infancia, ese niño fracasa y al sistema le da igual”. Es un hecho objetivo que los padres y madres gitanas quieren que sus hijos estudien, que se formen, pero es difícil cuando esos progenitores no han estudiado. En el anclaje del fracaso escolar no puede obviarse el peso específico que aporta la multiculturalidad. En los colegios del sur de las islas los niños gitanos tienen menos problemas educativos. “Cuando los espacios son más diversos hay menos fracaso escolar, el profesorado tiene una mirada más abierta. Lo primero que hay que empezar a aceptar son las diferencias. Una cultura homogeneizadora en España no es funcional porque todos somos diversos”.
Y en esa aceptación de las diferencias de cada pueblo, de cada etnia, está el avance, lo que ocurre es que despojarse de la rémora que ha torpedeado durante siglos al pueblo rom (romaní) o calé ‒si nos referimos a la comunidad gitana instalada en España‒ es una asignatura pendiente y vergonzante sobre la que la ONU ha advertido recientemente a España, preocupada por la “tendencia creciente hacia la intolerancia y la discriminación”.
Si bien en no es el caso de Canarias, la Fundación Secretariado Gitano denuncia reiteradamente en sus informes anuales casos de discriminación contra los gitanos, que se elevan a 150 cada año, que se sepa, porque son muchos los que se silencian y no se denuncian. No se tumba de un día para otro el mito del gitano vagabundo y maleante que responde mucho más al imaginario popular que a la realidad. Una composición en la que Cervantes, el gran genio de la literatura española, ha tenido mucho que ver. La Gitanilla es una buena muestra de ello.
De Cervantes a Víctor Hugo
Y no solo hablamos de Cervantes. Hay más: Sir Arthur Conan Doyle, Ramón J. Sender o el Duque de Rivas cuentan historias vertiendo prejuicios contra las minorías que golpean de lleno a la etnia gitana, al describirlas como gente que roba, que rapta niños, que hace la trampa todo el tiempo. Gente discriminada. Un lado oscuro y prejuicioso que la literatura se encarga de difundir hasta que Espronceda, Dickens, Flaubert, y sobre todo Víctor Hugo, convierten en héroes a todos esos marginados.
Sale a relucir entonces el lado bohemio y artístico, personalizado magníficamente en la bella y amable Esmeralda, la zíngara de Nuestra Señora de París, inmortalizada como El jorobado de Notre Dame en la gran pantalla. Comienzan a soplar entonces aires nuevos para lo gitano. Pese a ello, acabar con el antigitanismo sigue sin ser una realidad siglos después.
“A día de hoy se nos sigue considerando lo peor. Se han hecho estudios en los que se refleja cómo la mayoría de la gente prefiere tener al lado de su casa, por vecino, a un delincuente o drogadicto antes que a un gitano”, explica Carmona. A día de hoy, las personas gitanas son las que más discriminadas se sienten, un hecho constatado por la psicóloga norteamericana Susan Fiske, un referente mundial en la investigación de los estereotipos.
Para Fiske la razón estriba en la desconfianza que despierta en la sociedad la gente que carece de un domicilio fijo y va de un sitio para otro, sin olvidar que el cerebro opta por el camino más rápido, y lo más rápido al ver a alguien por primera vez es crear prejuicios a primera vista. En ese sentido, el nuevo doctor aclara que en Canarias la situación es diferente. Los gitanos que llegaron a las islas en los años 40 fueron bien recibidos.
“Canarias se convirtió en el espacio idílico para las familias del pueblo caló que vinieron del sur de España y querían trabajar, echar raíces. Al llegar aquí recuperan parte de su identidad porque podían comprar y vender, algo que les habían arrebatado en la península, y no reciben el rechazo de la sociedad. Cuando mis abuelos llegaron a las islas ser gitano no era sinónimo de ladrón, eran trabajadores a los que llamaban jarandinos, vendedores que iban por las casas y eran bien recibidos”. En Canarias no se entendía de estereotipos.
Cinco generaciones después
Más de 250 años después, hay una quinta generación de esos jarandinos que llegaron a las islas en busca de prosperidad. La tesis doctoral es un recorrido por la historia del pueblo gitano de Canarias, un pueblo asentado e integrado, y la investigación realizada en 95 familias gitanas de Arrecife (Lanzarote), Las Palmas, San Bartolomé de Tirajana (Gran Canaria) y La Laguna, Arona y Granadilla (Tenerife) desde un punto de vista social y científico, y siempre bajo el enfoque de la parentalidad positiva.
Esta perspectiva se centra en encontrar las capacidades y competencias, y no en ahondar en los déficits o aspectos negativos. Y lo que se ha observado, indica una de las directoras de tesis, María José Rodrigo, es que las familias gitanas que apoyaban más a los niños y niñas en su educación adquirían un nivel de rendimiento escolar igual al de las demás familias, aunque “aún hay un largo trecho que recorrer” en este sentido.
José Carmona no se conforma con que los niños y niñas gitanas acudan al cole, sin más. Hay que ir más allá. Hay que lograr que continúen sus estudios, que se formen para que puedan decidir qué quieren ser en la vida. Quizá quieran emprender y montar un negocio (el gitano es comerciante por naturaleza) o, a lo mejor, quieran seguir su camino, el universitario, el mismo que cada día siguen más gitanos en Canarias y España, donde desde 2017 comenzó a introducirse la cultura gitana en los colegios, siguiendo la senda que abrió Castilla y León.
“Cuando me han dado las oportunidades he sido doctor. Hacen falta programas y subvenciones para montar empresas, para dar formación, no para dar ayudas. De la pobreza no se sale pidiendo, se sale emprendiendo y formándose”. Así se construye un futuro y un presente que, en su caso, se ha forjado él mismo con talento y esfuerzo decidido: colabora con el Aula de Participación Ciudadana de la ULL, donde continuará investigando junto a Marta García para sumar publicaciones a su currículo académico, y trabaja para la Unidad de Absentismo Escolar del Ayuntamiento de La Laguna, con niños de la zona de Taco.
Los logros, ilusiones y metas
Otro de sus logros recientes, además de haber publicado cuatro artículos de su tesis doctoral en revistas de investigación de renombre, como la del Ministerio de Educación y Formación Profesional, ha sido el reconocimiento de ‘buenas prácticas’ en Europa al proyecto centrado en la población gitana asentada en Ingenio (Gran Canaria), en el que trabajó hasta 2018. Una etapa preciosa que le sirvió para reafirmar que Canarias es el mejor lugar para mantener la identidad gitana y que la interculturalidad es el único camino hacia la inclusión educativa.
Entre sus metas figura una por encima de todas, convertirse en profesor de la Universidad de La Laguna, algo de lo que no tienen ninguna duda sus directoras de tesis. Y está en ello. A conciencia. Hasta entonces, proyectos no le faltan. Entre los más ilusionantes está el desarrollo de una investigación que cuente las historias de vida de 20 mujeres, profesionales gitanas que han logrado abrirse camino en el mercado laboral luchando contra todo tipo de adversidades. Ejemplos de resiliencia a corazón abierto, como el suyo propio.
Pero sin duda, una de las principales motivaciones de José Carmona es reivindicar sus orígenes. “Se lo debo todo a mis abuelos, a mis padres, Rafael y Remedios, a mi hermana, Trinidad, y a mis primos, que son un montón”, tantos como más de 1.000. Y sí, entre ellos están los ‘habichuelas’, los Carmona de Ketama, los de No estamos lokos. Sus bisabuelos eran primos.
Este doctor por la Universidad de La Laguna, argentino, canario, gitano y resiliente no quiere integración. Lo que busca es inclusión, que se le respete con sus diferencias. “Y no hablamos de economía ni de estatus, sino de poder elegir. Yo me puedo ir mañana al mercado pero no todos pueden trabajar en la unidad de menores ni publicar un artículo científico. Esa es la diferencia”.
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