El Consejo Social de la Universidad de La Laguna ha celebrado hoy, jueves 15 de abril en el Auditorio de Tenerife Adán Martín, la quinta entrega de su ciclo de conferencias y debates en los que se abordan asuntos de relevancia social a los que se invita a expertos en la materia abordada para ofrecer su conocimiento de manera abierta a la sociedad. El encuentro de hoy se ha centrado en la problemática de la precariedad laboral en los jóvenes y el porvenir del mundo del trabajo, contando para ello con expertos en tecnología, legislación, representantes de empresas, organizaciones sindicales y profesionales.
En la apertura, la presidenta del Consejo Social, Dolores Pelayo, dio la bienvenida y explicó en sentido de este encuentro, que se produce en un contexto donde el mundo del trabajo está cambiado vertiginosamente gracias a, entre otros elementos, la inteligencia artificial aplicada diferentes ámbitos. Otra problemática abordada, relacionada con la anterior, es el futuro de los jóvenes actuales, probablemente la generación más preparada de la historia y, sin embargo, con grades dificultades para incorporarse a un mercado laboral cada vez más precario y temporal.
Manuel Area
El profesor del Departamento de Didáctica e Investigación educativa y director del Laboratorio de Educación de la Universidad de La Laguna, Manuel Area, fue el primer ponente del programa. Para hablar de juventud, recurrió al último informe del Instituto de la Juventud del Gobierno de España publicado el pasado mes, que atestigua que la inmensa mayoría de este rango poblacional hace uso constante de la tecnología digital: el 75% de los encuestados utiliza la tecnología entre dos y tres horas diarias. Para el profesor, este es uno de los rasgos más distintivos de los jóvenes actuales, lo cual, asegura, es un fenómeno previo al tiempo pandémico, que comenzó durante el desarrollo del siglo XX.
Los millenials, la generación nacida a finales del siglo XX y principios del XXI, son los últimos que, en su infancia, manejaron medios analógicos. Según Area, se habla ya de los posmillenial, la primera generación humana que ha nacido en el ecosistema digital y no tiene experiencia previa en consumo analógico.
Las experiencias diarias cotidianas de ambas generaciones en el acceso a información, conocimiento y ocio, se caracterizan por el vínculo constante a un dispositivo tecnológico, una interacción social permanente, independientemente del tiempo y del espacio donde se encuentren, y el consumo de información y productos culturales en forma de microcontenidos expresados de manera audiovisual o multimedia.
El experto aseguró que la educación tiene algo que decir ante este contexto tecnológico en la formación de los jóvenes, y no puede quedarse en meras reformas, sino que tiene que afrontar un replanteamiento muy importante: “Es necesario reformular todos los sistemas educativos en sus metas, contenidos, metodologías y el papel del profesorado”, indicó el experto, que habló en términos generales de un “cambio del paradigma educativo”. Aseguró también que la educación en este siglo XXI, entre otras muchas cosas, significa utilizar internet como un marco clave para aprender y enseñar.
Se habla ya del desarrollo de competencias transversales o del talento 4.0, es decir, la posesión de una serie de destrezas básicas para desenvolverse en esta sociedad digitalizada: ser capaces de resolver problemas prácticos que surgen en la vida cotidiana y el ámbito laboral, desarrollar pensamiento crítico ante la información que se obtiene en la web, dominar el trabajo colaborativo, ser capaz de expresarse en distintos formatos y favorecer una actitud positiva hacia el cambio y la innovación. “La competencia digital significa saber desenvolverse de forma crítica y exitosa en todo el ecosistema que representa la filosofía y cultura digital”, afirmó Area.
Por último, el experto aseguró que la competencia digital no debe ser solo hacia los jóvenes, sino que ha de extenderse a toda la ciudadanía por tres ideas fundamentales: la primera, una razón política, para ser ciudadanos que participan en una sociedad digital democrática; una razón económica, para que puedan trabajar e impulsar el mercado y los servicios digitales; y por último, por motivos psicosociales, para que sean personas cultas e integradas socialmente en el tiempo que les ha tocado vivir.
Juan Diego Betancor
El director-gerente de la Fundación General de la Universidad de La Laguna, Juan Diego Betancor Ortiz, intervino en segundo lugar y centró sus palabras en la empleabilidad de los egresados universitarios, y basándose en numerosos estudios existentes y la Encuesta de Población Activa más actualizada, fue claro en su diagnóstico: “A día de hoy, cuanto mayor nivel de estudios, más y mejor trabajo. Esta es la realidad”. Así, mostró datos que indican que el paro entre personas con nivel de estudios universitarios es la mitad que entre quienes solo poseen estudios secundarios, y eso es una tendencia que se repite en todos los países europeos, no solo en España.
Betancor se congratuló porque, analizando un histórico de datos de los últimos siete años, el porcentaje de población con estudios universitarios en Canarias ha aumentado de un 30% a un 40%, es decir, que la preparación se ha incrementado. Sin embargo, le pareció preocupante que todavía haya más de un 7% solamente con estudios primarios, pues eso le resta posibilidades de empleabilidad.
Indicó que la tasa de inserción laboral de universitarios en España ha llegado a estar por encima del 90%, aunque ahora está en un 80% y, en Canarias, es del 75%. En estos meses de pandemia, el paro ha hecho mella en trabajadores de todos los perfiles educativos. Sin embargo, los datos muestran que el impacto negativo ha sido algo menor entre los universitarios y, además, el de los egresados de educación superior es el único sector que, según las últimas cifras, está empezado a remontar la situación. “Puede que la formación haya dejado de ser la garantía de inserción laboral absoluta que era hace cincuenta años, pero sigue siendo la mejor garantía que existe”.
El ponente recordó que se dan amenazas para el empleo universitario como son la sobrecualificación y el no lograr trabajar en lo que se ha estudiado, y reconoció que lo segundo es el panorama que probablemente vaya a ser el más habitual en el mercado laboral futuro, por lo que será necesario tener una actitud y formación que facilite la flexibilidad y adaptabilidad.
En ese sentido, señaló varias estrategias que la universidad podría poner en marcha para preparar a los trabajadores universitarios del futuro: un diseño curricular del aprendizaje basado en el trabajo y no solo en la teoría; dotar de un abanico de competencias transversales; fomentar emprendimiento; favorecer la movilidad internacional y las prácticas externas; y mejorar y aumentar la cooperación universidad-empresa; “y esto no es mercantilizar la universidad ni privatizarla, todo lo contrario. Para mejorar nuestro servicio público tenemos que estar más cercanos a la realidad laboral. Y eso no se logra desde la atalaya académica”.