La pandemia de COVID-19 ha ejercido una presión extraordinaria sobre los hospitales y ha acentuado la necesidad de lidiar con el bienestar emocional y los problemas relacionados con el estrés de los profesionales sanitarios. Antes de este período crítico, ya existían problemas de salud entre los profesionales sanitarios, que día tras día se enfrentan a situaciones muy complejas emocionalmente: enfermedad, muerte y múltiples formas de sufrimiento. Un estudio publicado por investigadoras de la Universidad de la Laguna en colaboración con University College of London ha analizado el efecto de los componentes empáticos y la inferencia de los estados mentales de los pacientes con las dimensiones de desgaste profesional o agotamiento mental en los profesionales de la salud. El artículo puede conocerse en este enlace.
El burnout o síndrome de quemarse por el trabajo es uno de los problemas de salud más frecuentes que experimentan los profesionales sanitarios. Este síndrome se compone de agotamiento emocional, despersonalización hacia los pacientes que se atiende y falta de realización personal en el trabajo. Se relaciona con graves consecuencias para la salud como problemas de insomnio, irritabilidad, ansiedad, depresión y consumo de drogas.
Aunque es un síndrome ampliamente estudiado, se conoce muy poco acerca de la relación que existe entre la empatía y los diferentes componentes del burnout. Así, mientras que en algunos estudios se ha identificado que la empatía puede reducir los niveles de burnout, otros estudios muestran que los niveles más altos de empatía se relacionan con niveles más altos de burnout. Ante estas inconsistencias en la investigación previa, este equipo de investigación de la Universidad de La Laguna se ha propuesto identificar qué componentes de la empatía pueden estar relacionados con cada una de las dimensiones del burnout.
Específicamente, en la investigación se propone que la relación entre empatía y burnout depende del tipo de empatía que se despliegue, que puede estar orientada hacia uno mismo (malestar personal, incomodidad y ansiedad ante las experiencias negativas de los pacientes) o hacia la persona que tenemos enfrente (habilidad para tomar la perspectiva de los pacientes y mostrar preocupación empática, sin experimentar ansiedad o malestar propio). La hipótesis general es que los componentes de la empatía orientados hacia uno mismo se relacionarán con un mayor agotamiento emocional, mientras que los componentes orientados a los demás se asociarán con niveles más altos de realización personal y un menor agotamiento emocional en el trabajo.
Según las profesoras Naira Delgado y Helena Bonache, los resultados de este estudio dan cuenta de la compleja relación que existe entre empatía, inferencia de estados mentales y burnout en el contexto sanitario. Mientras que algunos componentes de la empatía facilitan que el personal sanitario experimente sentimientos de angustia y malestar, lo que está asociado al agotamiento emocional y a un menor sentimiento de logro personal, otras dimensiones de la empatía, como la toma de perspectiva y la preocupación por los demás, incrementan dicha sensación de logro personal, especialmente cuando se atribuyen estados mentales a los pacientes.
Este estudio profundiza en las inconsistencias encontradas en investigaciones previas acerca de cuál es el impacto que tiene la empatía en la salud y el bienestar de los profesionales sanitarios. Sus hallazgos indican la necesidad de abordar la multidimensionalidad de la empatía en los estudios que analizan su impacto en la salud de los profesionales sanitarios. Se trata del primer estudio derivado del proyecto de investigación titulado Efecto de la inferencia de estados mentales y la empatía en los profesionales sanitarios: un enfoque multimétodo, concedido en la convocatoria de I+D+i de 2019 del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.
La investigación concluye que resulta esencial proporcionar formación especializada sobre cómo gestionar los diferentes componentes de la empatía en el contexto sanitario. “Aprender a desarrollar estas habilidades de forma precisa, partiendo de resultados de investigación concluyentes, puede conducir a la prestación de una atención sanitaria más eficaz, impactando en la calidad de vida tanto de los pacientes como de los profesionales sanitarios”, precisan las investigadoras.