La segunda sesión del Programa de Concienciación Medioambiental que la Universidad de La Laguna está desarrollando en el segundo semestre de 2022 en colaboración con el Cabildo de Tenerife se ha celebrado esta semana en la Playa Grande de Arico. Las personas participantes pudieron conocer de primera mano la problemática de los microplásticos que se acumulan en el medio marino y las costas y llegan a la fauna a través de la alimentación. En la sesión, que tuvo unas cuatro horas de duración, además de la recogida y separación de estos residuos, se procedió a la liberación en el mar de una tortuga recuperada.
La sesión práctica estuvo tutorizada por Cintia Hernández Sánchez, profesora Ayudante Doctora del Área de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de La Laguna, colaboradora en el proyecto de investigación IMPLAMAC, cuyo objetivo es, precisamente, en estudio de los microplásticos en la Macaronesia. También estuvo presente la vicerrectora de Infraestructuras y sostenibilidad, Montserrat Acosta González; y el director de Secretariado de Sostenibilidad y Campus Saludable, Edgar Pérez Herrero.
Previamente, el día anterior la profesora Hernández Sánchez impartió un seminario online de unas dos horas de duración para aportar a las personas matriculadas en la salida de campo el contexto teórico necesario, el cual también contó con la colaboración docente de Cristina Villanova Solano, doctoranda del Programa de Doctorado de Biodiversidad y Conservación. Graduada en Ciencias del Mar por la Universidad de Alicante y Máster de Biología Marina por la Universidad de La Laguna
Cintia Hernández Sánchez ofreció una panorámica general del problema de la gestión de residuos, para luego centrarse en el medio marino en particular y, más en concreto, los plásticos. El abandono de los residuos sin tratar causa impactos medioambientales que van desde la contaminación del aire por los gases producidos, a una menor producción de energía (porque esos gases se podrían reutilizar para producirla), la desaparición de recursos naturales y la contaminación del suelo y de las aguas. La tradicional quema de basuras genera igualmente muchos problemas medioambientales, al dejar en el suelo residuos como dioxinas, furanos o mercurio, entre otros. Es una práctica aún en boga en países en vías de desarrollo y todavía estado presente en estados más avanzados.
Abogó por tratar de regirse por la “3 R”: Reducir, Reutilizar y Reciclar. Sobre el último concepto, recordó que actualmente todavía no elimina el problema medioambiental porque no todos los plásticos son 100% reciclables y, además, conlleva un gasto energético.
La experta explicó que, si bien el problema de los plásticos en el mar ya era conocido de antes, no fue hasta 2005 cuando cobró relevancia, pues dentro de un albatros muerto hallado en Hawai se encontró una pieza de plástico que tenía un código que permitió su trazabilidad: provenía del fuselaje de un hidroavión hundido en las costas de Japón en la Segunda Guerra Mundial. Ese hecho fue el que levantó la alerta y se empezó a plantear el problema de la permanencia en el medio de los plásticos y su facilidad para desplazarse.
Sobre los microplásticos, explicó que se producen por la degradación de los trozos de mayor tamaño por diversos medios: sin aire, a través de la temperatura, la luz, la propia atmósfera y los impactos mecánicos de las corrientes, olas, colisiones y abrasiones. También los dividió entre primarios, que son los creados ya originalmente con ese tamaño, y secundarios, que se producen por la degradación. Nuevas formaciones de contaminación: plastiaglomerados, piroplásticos, plasticrusts y el plastitar… todos ellos presentes en la Playa Grande de Arico.
Por su parte, Cristina Villanova habló del impacto en los organismos y empezó contextualizando el problema, señalando que se vierten 8 millones de toneladas de plásticos cada año, las cuales se concentran en ciclo grandes giros oceánicos a causa de las corrientes, formando islas de plástico. Se calcula que, en 2050, el peso de los residuos plásticos superará al de todos los peces del planeta.
La corriente de Canarias desciende directamente de la corriente del Golfo, en donde hay una de esas islas de plástico, y por ello están llegando grandes cantidades de residuos a las islas. De hecho, su grupo de investigación ha detectado que la playa de Arenas Blancas en El Hierro se ha convertido en un nuevo “punto caliente” de recepción de plásticos.
Estos residuos pueden estar flotando en la corriente de agua, con presencia hasta en muestreos de columnas de agua a 1.150 metros de profundidad. Y también en el fondo, incluso a profundidades abisales, como demuestran algunos muestreos en el Océano Pacífico a 5.700 metros. El problema es de tal magnitud que ya se ha logrado grabar en video al zooplancton ingiriendo microplásticos. Por tanto, puede afectar a fanerógamas marinas (sebadales), erizos de mar, pepinos de mar, organismos filtradores asociados al fondo y a arrecifes de coral.
Entre los principales problemas para los organismos marinos que se han identificado en relación a los plásticos están los enredos con “redes fantasma”, que pueden inmovilizar al animal y dificultarle el movimiento necesario para captar alimento, causando muerte por inanición; asfixia, al cubrir el fondo e impedir que lleguen la luz y el oxígeno; y la ingestión, el problema más grave y que asedia especialmente a las aves marinas, así como a peces, mamíferos marinos e invertebrados.
Otro problema de los microplásticos es que tienen una gran capacidad para absorber contaminantes, lo cual está facilitando que se dé bioacumulación: es decir, si un organismo ingiere microplásticos contaminados, si persiste en la ingesta durante mucho tiempo, esos contaminantes podrían acumularse en sus tejidos con concentraciones muy elevadas.