La Universidad de La Laguna, a través de del Vicerrectorado de Cultura y Participación Social, ha colaborado con el Consulado Honorífico de México en Tenerife y el Ayuntamiento de La Laguna para mostrar la cultura y tradiciones mexicanas de la festividad del día de difuntos. Un altar de difuntos en la calle Viana 54 está dedicado a dos personajes fallecidos de la cultura y las artes, la pintora Frida Khalo y el cantante, compositor, músico y actor Armando Manzanero.
El altar es un elemento que forma parte del conjunto de tradiciones mexicanas del Día de Muertos, que consiste en montar un altar doméstico en honor de los difuntos de la familia donde se ofrece como ofrenda alimentos, velas, flores y objetos de uso cotidiano del fallecido.
La construcción del altar está llena de símbolos, resultado del sincretismo de las ideologías prehispánicas, las culturas mesoamericanas y las creencias religiosas europeas traídas por los conquistadores y misioneros españoles encomendados a la colonización y conversión de los pueblos nativos del actual territorio mexicano.
El altar de muertos
Los orígenes de la tradición del Día de Muertos son anteriores a la llegada de los españoles. La representación de los altares de muertos ha cambiado a través de los siglos desde la introducción de la religión católica en el México prehispánico, debido a que se han incluido elementos simbólicos que no pertenecen a las culturas mesoamericanas, como imágenes religiosas católicas (rosarios, crucifijos e iconos sacros).
La estipulación de la festividad religiosa del Día de Todos los Santos se conjuga con el Día de Muertos. En tiempos de la conquista de México, se intentó convertir al catolicismo a los pobladores de Mesoamérica. La tradición se resistió a morir, y poco a poco se le fueron incluyendo elementos de las culturas europeas.
La construcción y representación del altar de muertos varía según la idiosincrasia y los elementos disponibles en una determinada región, así como de la cosmovisión de las diferentes culturas y etnias. Uno de los elementos más destacados son los aromas, ya que en su forma más tradicional se incluyen diversos elementos aromáticos que simbolizan la purificación del alma, así como especies de hierbas de olor, las cuales también representan los frutos de la tierra.
En la parte superior del altar se suele colocar un arco, hecho de carrizo, palmilla o fierro, flores que simbolizan ser la puerta de entrada al mundo de los muertos. Los aztecas utilizaban papel amate, un tipo de fibra hecha de la corteza de árboles, para representar el viento en los altares; posteriormente tras el mestizaje esta fibra fue reemplazada con el papel actual. En aquellos papeles amate se pintaban diferentes deidades y debido a su versatilidad podía ser teñido de diferentes colores disponibles para la época.
La representación del fuego ocupa también un papel destacado en los altares mexicanos. Por eso suelen añadirse velas, veladoras y cirios por su fácil manejo y su relación con los símbolos religiosos. En su versión menos frecuente pueden añadirse antorchas y fogatas controladas. El agua tiene múltiples significados en los altares, el principal, se utiliza para calmar la sed del espíritu. Por eso se colocan diferentes objetos que representan el agua como un vaso lleno, el cual el difunto utilizará para aliviar su sed en su camino. También debe haber espacio para la representación de la tierra y se incluyen semillas, frutos, especias y otras bondades de la naturaleza.
Las flores son otro elemento principal de estos altares mexicanos. La flor de cempasúchil, la nube, la flor de terciopelo y el amaranto o moco de pavo son las especies más utilizadas para el adorno de un altar, como símbolo para dar la bienvenida a los difuntos. Lo mismo sucede con las calaveras, que son dulces que representan alusiones a la muerte y pueden ser de azúcar, chocolate o amaranto y más recientemente tamarindo. En este punto, la imagen de La Calavera Garbancera (conocida como La Catrina), creada por José Guadalupe Posada, no se relaciona con una función específica del día de muertos, ni con algún atributo específico para honrar a los muertos, ya que se trata de una caricatura de una dandizette de la época porfiriana, es decir, una mujer de clase social alta caracterizada por su aparente intelecto y su sobrerrefinamiento que conformó la sociedad alta en el periodo presidencial de Porfirio Díaz. La caricatura fue diseñada como una burla hacia las mujeres que escondían su origen mexicano.
La comida, según la tradición, debe ser del agrado del fallecido y con lo que más le gustaba comer. Debido a la dieta del mexicano promedio, es frecuente ver la cocina criolla nacional como mole, pozole, tacos, tamales etc., presente en muchos altares. También es habitual que se coloque en los altares de muertos la escultura de un perro o un perro real de la raza Xoloitzcuintle, representando al dios Xólotl, ya que se dice que el perro ayudará a cruzar a las almas el río Itzcuintlán.