Imaginen una ciudad en constante crecimiento: se construyen casas, hoteles y carreteras. Cada día crece más. Apartamentos, campos de fútbol, urbanizaciones… Aunque no existe población para tanta vivienda las órdenes de fabricar no cesan, tanto es así que los propios vecinos se sienten asfixiados por tanta construcción. Al final, esa presión urbanística acaba aplastando a los propios habitantes de la ciudad. Qué paradoja. Pero esta sigue adelante con su crecimiento, acercándose peligrosamente al pueblo vecino. Además, manda arquitectos emisarios para que sigan este modelo en otras ciudades. Esto es una metáfora de cómo se comportan las células cancerígenas.
El cáncer es un conjunto de enfermedades, más de 200, que tienen en común ese crecimiento desmedido y sin control de las células. Cada año mata a 10 millones de personas en el mundo, pero la buena noticia es que cada vez menos: ahora, cáncer no es sinónimo de muerte. Según la Organización Mundial de la Salud, el pasado año, a nivel mundial, se estima que hubo 20 millones de nuevos casos de cáncer. Las previsiones adelantan que la carga del cáncer aumentará aproximadamente en un 60% durante las próximas dos décadas, lo que afectará aún más a los sistemas de salud, a las personas y a las comunidades. Se prevé que el número de pacientes globales aumente a unos 30 millones de nuevos casos para 2040, soportando las peores cifras los países de ingresos bajos y medianos.
El Día Mundial contra el Cáncer nació el 4 de febrero de 2000 en el marco de la cumbre mundial contra el cáncer para el nuevo milenio celebrada en París. Aprovechando esta efeméride, queremos conocer a una investigadora que dedica su vida a esta lucha; la lucha contra la evolución celular y sus errores de réplica. Marta Llanos Muñoz es profesora asociada asistencial e investigadora del Departamento de Medicina Interna, Dermatología y Psiquiatría de la Universidad de La Laguna. Desde que era una niña lo tenía claro: “Quería ser médica”.
En su casa tenía el caldo de cultivo ideal. “Mi padre me traspasó su pasión por la medicina, fue su vocación frustrada. Además, en casa había libros sobre enfermedades y cómo se tratan. Aunque me imagino que lo que está en el fondo era mi curiosidad, querer saber por qué pasan las cosas o cómo funciona nuestro cuerpo. Incluso antes de comenzar la carrera, el Cáncer era una patología que me intrigaba mucho. Ya cuando estudié medicina me gustó mucho la medicina interna y aún más la Oncología”.
Marta Llanos podía haber optado por su consulta oncológica, que no es poco, pero necesitaba ir un poco más allá. Su pasión por la investigación y la docencia le ha llevado a repartir su tiempo entre estas tres ocupaciones. “Me dedico a la investigación porque nos ofrece mejores oportunidades para los pacientes. Colaboramos en muchos ensayos clínicos, de esta manera tenemos la oportunidad de poner a prueba todos estos fármacos nuevos que llegan y ofrecerlos a los pacientes, de otra manera tendrían que esperar muchos años más, es una gran oportunidad para buscar el mejor tratamiento posible y ofrecérselo a los pacientes. Sobre la docencia, es muy bonito transmitir esto a las futuras generaciones, es muy interesante enseñar a los que serán mis médicos del futuro”.
Nuevos tratamientos
Ya han pasado algunos años de aquello, un momento donde ni siquiera existía la asignatura de Oncología. Los cambios no solo han venido desde la educación, también desde el tratamiento y el diagnóstico. La investigación contra el cáncer ha sido una de las carreras que más ha avanzado mejorando y alargando la esperanza de vida de los pacientes. En unas pocas décadas los cambios son abrumadores.
“En Oncología el avance es impresionante. Nada tienen que ver los tratamientos de antes con los de ahora. Cuando yo comencé solo teníamos la Quimioterapia, que era como tratar el tumor a cañonazos, no era un tratamiento dirigido, atacabas tanto a las células buenas como a las malas. Más tarde llegaron tratamientos con anticuerpos monoclonales. En los últimos cinco años el cambio ha sido impresionante, sobre todo en la terapia dirigida”.
Ahora se ha pasado de la lucha con cañones al combate cuerpo a cuerpo de francotiradores. En estos momentos se puede conocer qué mutación te ha provocado el tumor y atacarlo de una manera diferenciada. Uno de los ejemplos más sorprendentes lo encontramos en el Cáncer de Pulmón, donde en algunas mutaciones, se puede tratar con una terapia dirigida forma de pastillas, con unos efectos secundarios mínimos y que alargan la vida del paciente considerablemente.
Por otro lado, está “la terapia agnóstica”, es decir, aquellas que tratan el cáncer sin importar el órgano que esté afectado, gracias a la secuenciación masiva del genoma tumoral y la identificación de las mutaciones concretas que han provocado su tumor. Porque no hay dos tumores iguales.
Otra de las grandes novedades que ha desembarcado con éxito en la lucha contra el cáncer se llama inmunoterapia. “Ahora disponemos de un arsenal terapéutico que evita que las células cancerígenas esquiven a nuestro sistema inmune. Nuestro propio sistema inmunológico, gracias a estos nuevos fármacos, puede detectarlas y atacarlas. La Inmunoterapia, sola o combinada con la quimioterapia, están arrojando muy buenos resultados”.
La detección temprana y prevención
Desafortunadamente algunos tipos de cáncer se manifiestan con síntomas muy tarde, cuando poco se puede hacer por el paciente. Por eso la detección precoz es una de las mejores armas que tiene la medicina para luchar contra esta pandemia. “Este es un tema que también ha avanzado mucho. Tenemos identificados marcadores que nos predicen si un paciente va a desarrollar un cáncer, también técnicas como la biopsia líquida que nos pueden anticipar cierta prevalencia, pero queda mucho que avanzar en esto”.
Solemos esperar que la medicina venga a nuestro rescate y nos cure las enfermedades, sin embargo, cada uno, podemos hacer muchas cosas para evitar que aparezcan. Si bien es cierto que tenemos unos factores que no podemos modificar, sobre los que no podemos actuar, como la edad o las mutaciones genéticas, existen otras muchas que están en nuestra mano. Tener una buena alimentación y nutrición, mantener una buena actividad física, huir del humo del tabaco, evitar radiaciones ionizantes y algunos agentes infecciosos nos pueden evitar desarrollar un cáncer a lo largo de nuestra vida. El Código Europeo Contra el Cáncer aglutina todas sus recomendaciones en dos grandes ideas: “Llevar un estilo de vida saludable para prevenir ciertos tipos de cáncer, mejorar la salud en general y participar en los programas de cribado. La detección precoz es un factor clave para reducir la mortalidad por cáncer”.
El Futuro
La solución al cáncer no vendrá desde una única vía. Ayudada por el aumento de las medidas de prevención, la victoria tiene que llegar atacando a los francos. Marta Llanos nos da las claves de lo que podría pasar en los próximos años. “Habrá que tratar el cáncer tumor a tumor, aunque en mi opinión, no siempre hay solo una vía involucrada. Se deberá profundizar más en la combinación de medicamentos, su secuenciación. Pero en estos momentos el objetivo principal es cronificar el cáncer avanzado. Queremos que se convierta en una patología crónica, donde el paciente tiene cáncer, pero no muere de esto, buscamos controlar la enfermedad el mayor tiempo posible. La curación aún está más lejos porque las células cancerígenas tienen muchas vías de escape, quizás puedes controlar una pero se te escapa por otra”.
Existen algunos tipos de cáncer que son provocados, o desencadenados por patógenos como virus y bacterias. Que se identifiquen estos culpables puede facilitar el combate contra el cáncer. Según los datos que manejan las comunidades científicas entre un 10 % y un 30 % de los tumores son provocados por virus, la buena noticia es que muchos de ellos se pueden prevenir a través de la vacunación. Son el caso del Virus de Epstein-Barr, asociado con el cáncer de nasofaringe y con varios Linfomas, los famosos Virus de la Hepatitis B y C están relacionados con carcinoma hepatocelular o con Linfoma no Hodgkin. El Sarcoma de Kaposi parece que está provocado por un virus del herpes, y así la lista continúa.
“También algunas bacterias están detrás de tumores como la Helicobacter Pylori, causante del linfoma gástrico. Si tratamos la bacteria a tiempo, de una manera precoz, podemos curarlo. Podemos curar un cáncer con antibióticos, este también ha sido un nuevo paradigma”.
La Metástasis
Esta palabra es una mala noticia envuelta en otra peor. Un cáncer con metástasis significa que las células cancerígenas se han diseminado por el organismo y se han fijado en otros órganos, generando nuevos tumores. Llanos también hace hincapié en la necesidad de evitar esa colonización con tratamientos coadyuvantes, que son aquellos que se administran después del tratamiento primario para evitar que el cáncer vuelva. “Después de un tratamiento local y después de que la enfermedad desaparezca sabemos que hay un riesgo de que la enfermedad vuelva a aparecer. Para evitarlo se da, sobre todo, quimioterapia, radioterapia, hormonoterapia y, más recientemente, la inmunoterapia. Algo que ha sido un hito importante. Por ejemplo, después de atacar un cáncer de esófago, damos un año de inmunoterapia con muy buenos resultados”. Hasta no hace mucho tiempo un cáncer metastásico suponía una sentencia de muerte, en estos momentos, gracias a una nueva generación de fármacos, se puede controlar y llevar una vida de calidad durante muchos años.
Células inmortales
Las células cancerígenas son unos organismos muy especiales. Se reproducen sin control, saben cómo escapar de nuestro sistema inmunológico y, son casi eternas, inmortales. Varios autores han expuesto que el cáncer siempre vencerá. Que padecer esta enfermedad está en nuestros genes y, cuanto más vayamos ensanchando nuestra esperanza de vida, más errores de replicación tendrán las células, condenándonos a padecer un tumor en algún momento de nuestra longeva vida. “A medida que la célula sea más vieja se equivoca más, tiene más posibilidades de provocar esos errores que son los que derivan en la célula tumoral. Se ha visto que al aumentar la edad hay un aumento de la posibilidad de desarrollar un cáncer. Si todos llegáramos a los 100 años es muy probable que todos pasáramos por un cáncer. Lo importante, sabiendo que estamos abocados a esto es, si acaso, no erradicarlo pero sí controlarlo y conducirlo”.
La estadística hoy en día nos dice que la supervivencia no para de crecer, la ciencia está cronificando una enfermedad que hasta hace no muchos años era necesariamente mortal. Pero esto no es así en todos los países del mundo. Precisamente este es el motivo central del Día Mundial contra el Cáncer este año. Bajo el título «Cerrar la brecha asistencial» busca comprender y reconocer las desigualdades en la atención al cáncer en todo el mundo. Esta efeméride quiere aprovechar para denunciar que existe una gran desigualdad en los accesos a tratamientos y asistencia sanitaria oncológica. Por si esto fuera poco, la COVID-19 también ha complicado la vida de los pacientes oncológicos.
Las organizaciones se quejan de que se está observando un descenso en la financiación de la investigación, además, los pacientes con cáncer están visitando menos a los especialistas, su sistema inmunológico deprimido desaconseja la visita a consultorios y hospitales, con el consiguiente abandono asistencial que esto conlleva. También, este retroceso y la atención mundial de la pandemia está bajando las cifras de diagnóstico precoz de tumores que, de otra manera, se hubieran podido tratar sin mayores complicaciones.
Una encuesta realizada por la Unión Internacional Contra el Cáncer (UICC) a 100 de sus organizaciones miembros en 55 países y publicada en The Lancet Oncology, reveló que “casi tres cuartas partes experimentaron reducciones de ingresos de entre el 25% y el 100%.” Lamentablemente las posibilidades de supervivencia al cáncer dependen de donde vivas, pues no es lo mismo ser un paciente en Europa que en África, como denuncian las organizaciones que están detrás de esta iniciativa que busca poner el cáncer en la agenda social por un día.
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