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Sobre dichos, refranes y lenguas romances

lunes 25 de julio de 2022 - 09:28 GMT+0000

Joaquín Sabina reconocía hace ocho años, y sobre el escenario, que lo sentía muchísimo pero que no podía afrontar el concierto con el que la gente de Madrid recuperaba su áspera y trasnochada voz después de un lustro sin encontrársela cara a cara. Y lo hacía diciendo que creía que le acababa de “pasar un Pastora Soler”, o lo que es lo mismo, un desmayo provocado por el pánico escénico que obligó a retirarse temporalmente a la cantante sevillana después de que le diera una crisis de ansiedad durante una de sus actuaciones.

Y de una “nueva folclórica” a otra de rompe y rasga. Nada más y nada menos que María Jiménez, que sin saberlo ni pretenderlo dio nombre a una expresión acuñada por un concursante del programa de televisión Pasapalabra cuando se le acababan las respuestas. Porque al hacer un María Jiménez se da a entender que la cosa que nos ocupa, lo que sea, se zanja, en alusión a una de las canciones más aclamadas (Se acabó) de la gitana rubia que refrescó la rumba española a base de golpes de melena y letras atrevidas.

Ese uso del verbo hacer se da tanto en español como en francés porque de un tiempo a esta parte esa expresión recorre también el país galo de forma imparable. “Son expresiones que se hacen hueco en la lengua y se van extendiendo”, tal y como reconoce el catedrático de Filología Románica de la Universidad de Barcelona (UB), José Enrique Gargallo Gil, especialista en dialectología, paremiología y geoparemiología, que estuvo en Tenerife para participar en el XXX Congreso Internacional de Lingüística y Filología Románicas, celebrado recientemente en la Universidad de La Laguna.

Una cita de sobrada solera y reconocido prestigio ‒organizada por la Société de Linguistique Romane‒ cuya celebración recayó esta vez en La Laguna después de que Roma (Italia) y Copenhague (Dinamarca) fueran sede de los dos últimos encuentros en los que alrededor de 500 expertos de todo el mundo se reúnen cada tres años para exponer lo más novedoso e interesante de las investigaciones en torno a las lenguas romances, o como prefiere decir Gargallo, en torno al concepto de romanicidad.

Entre lenguas romances

“Yo defiendo desde hace mucho tiempo el concepto de romanicidad y, en este sentido, habría que distinguir entre romanidad, que remite a Roma y romanicidad, que es el hecho de hablar una lengua romance. Es un neologismo que estaría bien promover”. Aunque las lenguas románicas sean como una especie de “pequeño universo o pequeña isla en el océano” en comparación con otras, tienen una “fuerza enorme”.

Las que se han convertido en “motivo de felicidad” para este estudioso de la lengua no se limitan a cinco principales, o a lo sumo 10, como nos indica una búsqueda online rápida y precisa sobre las lenguas romances, que no románticas. “La gente se acoge a la verdad fácil y manida de que las lenguas románicas no son muchas y dan un número concreto, y lo cierto es que hay tantas, y tan distintas…”. De hecho, en la península Ibérica hay una variedad llamada mirandés, una lengua románica de las que no se comenta nada en la escuela pero que hablan 15.000 personas en Portugal.

Que la lengua mirandesa está emparentada con el leonés y el asturiano, ambas lenguas románicas, es tan cierto como que “tan lengua es el occitano como el español”, aclara el investigador sobre esta lengua románica que se hablaba en el sur de Francia, muy allegada al catalán, y de la que ha surgido una variedad que pervive actualmente en La Ribagorza: el occitano aranés, la lengua del valle de Arán, y la única variante del occitano reconocida oficialmente, que desde hace unos años se enseña en los colegios de Aragón.

Una buena muestra de la increíble riqueza de las lenguas románicas, a pesar de que los profanos en la materia se empeñen en cuantificarlas en menos de una decena, es que enumerarlas se hace casi imposible. “En Italia hay más lenguas románicas que en el resto de los países de Europa. Sería imposible poner de acuerdo a los italianos en el número de lenguas románicas que se habla en su país. Es más, podríamos cortar Italia en 40 trocitos y cada uno sería candidato a tener una lengua propia”.

Porque por variedad de lenguas y dialectos que no sea. “En cierto modo, el español es un dialecto nacido del latín y las variedades de Italia son también dialectos del latín”, dice este investigador, quien además de interesarse por el estudio de las lenguas románicas o romances, se ha sentido también atraído por frases o dichos bastante más populares y extendidos a lo largo y ancho de nuestro territorio nacional: los refranes.

En un país de refranes

Es una realidad fehaciente que se vaya por donde se vaya en España es extraño el lugar en el que no surja algún que otro refrán en una conversación entre varias personas. La que sea. Y es que el nuestro es un país refranero. De eso no hay duda. Tanto que los expertos han calculado que la cifra alcanzada por estos dichos que beben de la sabiduría popular se sitúa en torno a 100.000, una cantidad considerable que se acomoda a todo tipo de públicos, quehaceres y cosas.

Los hay sobre niños y personas mayores; sobre la comida, salud o muerte. Los hay, también, sobre el dinero, el tiempo, la amistad y la envidia; sobre el amor o el desamor y, cómo no, sobre el clima. En el país de “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy” y del insistente “A quien madruga dios le ayuda” ‒pese a que muchos de los turistas que nos visitan sigan pensando que las siestas, fiestas e impuntualidad figuran en nuestro ADN‒ José Enrique Gargallo Gil sabe cómo poner “Al mal tiempo, buena cara”.

Lo suyo es la Paremiología, una rama de la lengua que se dedica al estudio de los refranes y, en su caso, de los refranes vinculados a la meteorología. Los refranes asignados a cada uno de los meses del calendario y estaciones del año han ocupado su actividad profesional casi desde los comienzos de su trayectoria académica e investigadora quizá, como él mismo reconoce, porque sus abuelos y sus padres sabían cómo colocar, de la forma más oportuna, cada refrán en el momento preciso.

“A mí me vino la afición al refrán, básicamente, por curiosidad y divertimento. Observaba en calidad de romanista porque en las lenguas románicas hay refranes que son muy semejantes. Es algo normal, son hermanas”, dice este estudioso de la lengua al que se le atribuye la paremiología románica, un término que posiblemente haya acuñado con sus colaboradores, con los que durante años ha estudiado estos dichos populares que no son exclusivos de España ni del español. Cada región tiene sus equivalentes o versiones.

“El refrán ‘En abril aguas mil’ lo tenemos en otras lenguas, o también el castellano ‘Agua de mayo, pan para todo el año’ y uno, del catalán, que personalmente me gusta mucho por su construcción: ‘Per molt de pa, mai no és mal any’ (‘Por mucho pan, nunca es mal año’). Es una construcción mágica, y tienen un encanto especial. Y a mí lo que me atrapó fue precisamente eso, ver el mundo románico a través de los refranes”.

De hecho, son más de 13.000 las fichas de refranes estudiadas las que comparten romanicidad. Hay que tener en cuenta que los refranes no permanecen impasibles al tiempo. Los hay que sufren variantes e, irremediablemente, también hay otros tantos que van quedando en el olvido. Sin embargo, a veces existen razones a las que Gargallo denomina “mágicas” por las que la perviven de generación en generación, a pesar de los cambios de hábitos, las modas pasajeras y las nuevas tecnologías.

Uno de los que se mantiene inalterable, quizá porque resulta “especialmente simpático”, aclara el experto, es “Hasta el 40 de mayo no te quites el sayo”. Y sí, así es, hasta esa fecha (concretamente el 9 de junio) mejor cargar con una chaqueta no muy ligera por si las lluvias tardías y los aires frescos de la primavera nos dan una sorpresa. Hasta el Instituto Cervantes lo advierte en su refranero multilingüe, remarcando su amplio uso e irresistible gancho mediático: “Se menciona mucho en la televisión, en la sección de los informativos dedicada a la meteorología”.

Navegando por Paremio Rom

Hay otros como “Cuando marzo mayea, mayo marcea”, un mes que encierra otra paremia menos conocida, “Marzo, marzuelo, tres días te quedan, ya no te temo” o “El agua de marzo riega y la de marzo quema”. Y así mes a mes, José Enrique Gargallo ha estudiado todos los refranes imaginables en las distintas lenguas románicas, un trabajo que ha logrado condensar en Paremio Rom, un proyecto donde “acoge los materiales de la antigua base de datos sobre refranes del calendario y meteorológicos en la Romania (BADARE)”, y que a día de hoy continúa enriqueciéndose con refranes en castellano, catalán, francés, calabrés, occitano, gallego, portugués, italiano y otras lenguas romances.

“Yo experimento con la gente para ver qué conocimiento tiene de los refranes. Es cierto que muchos de ellos se han ido perdiendo, sobre todo en lo concerniente a labores que han ido desapareciendo, como las agrícolas. Es un hecho que el mundo sigue y se renuevan los elementos de la lengua; surgen nuevas fórmulas de expresión. El mundo de los refranes se va desliendo y deshaciendo, y quedan registrados en los proverbios”. Pero no siempre es así.

En este sentido, reconoce que le resulta divertida la manipulación que en ocasiones sufren los refranes en sus adaptaciones, sobre todo en las más chistosas. El genial humorista Chiquito de la Calzada fue uno de los que no dudaba en recurrir a dichos y expresiones populares para asegurarse la carcajada del público y acentuar aún más su gracia y desparpajo natural. Y lo hizo ‘tuneando’ el conocido “Donde dije digo, digo Diego” por “No te digo Trigo por no llamarte Rodrigo”. YouTube es ahora su escaparate.

Y aunque no iba de refranes, el desaparecido director de cine José Luis Cuerda supo jugar, como pocos ‒sirviéndose de una auténtica maestría del humor y conocimiento del lenguaje‒ con las palabras en la disparatada y ya reconocida película de culto, Amanece que no es poco, una comedia de lo más surrealista y absurda, plagada de frases gloriosas que quedarán para siempre en la cultura popular española. Quizá por eso, para muchos, se ha convertido en una de las mejores obras del cine español.

“Hay muchas maneras de jugar con los refranes, porque la gente espera que digas una cosa y después acabas diciendo otra. Por eso me interesó desde el principio este mundo refranero, porque era un campo no cultivado en el que había mucho por descubrir, y tengo que decir que más que una especialidad, considero que es una querencia”. Querencia con la que sigue divirtiéndose junto a su colega de profesión, Joan Fontana, con quien está completando, actualmente, los refranes romances de todos los meses del año. Y falta agosto.

El mundo de los romanistas

Pese a su amor incondicional por la Paremiología, José Enrigue Gargallo es, ante todo, un romanista convencido que no se pierde, cada tres años, la cita en la que, junto a cientos de colegas procedentes de más de 250 centros de estudios de 27 países, debate sobre romanicidad. Y en esta ocasión, el congreso celebrado en Tenerife, en la Universidad de La Laguna, con la catedrática Dolores Corbella (“reconocida romanista”) como anfitriona, fue “un acto de fe y de justicia a una causa tan noble como la lingüística y la filología románica, la romanística, porque en el mundo no son demasiados los que se ocupan de esto”.

El filólogo no duda al afirmar que el XXX Congreso Internacional de Lingüística y Filología Románicas fue “sin duda, el congreso”. Tampoco en subrayar su “dimensión atlántica” y en resaltar la línea de investigación en torno a las humanidades digitales que está llevando a cabo la Universidad de La Laguna: “Si tuviera que nombrar el equipo ideal de universidades donde se cultiva la filología románica, ese es el de la Universidad de La Laguna, porque no es una disciplina secundada por toda Europa, y la labor que se desarrollan aquí es una labor muy selecta”.

Su papel en este encuentro, que tilda de “modesto”, pero aclarando que  “Muchos pocos hacen un  mucho”, en referencia a otra de las paremias sobradamente conocidas del refranero español, se centró en la lexicografía, la onomástica y fraseología. En definitiva, en lo suyo, en los fraseologismos y refranes o “paremiotipos” que sigue investigando y recuperando para que no caigan en el olvido.

Otro de los numerosos refranes que ha sido objeto de estudio por parte de este experto es el que nos dedica como broche final a esta entrevista y que, como no podía ser de otra forma, alude al pico más alto de España, a nuestro Teide. Porque “Cuando el Teide tiene toca, recoge, niña, la ropa”. “Un ejemplo precioso que contiene una estructura definida y que tiene otros hermanos, porque el refrán del Teide lo tenemos también en versión gallega”. Y en la nuestra propia: “Cuando el Teide tiene sombrero, vienen lluvias y aguaceros”.

Gabinete de Comunicación

 

 

 

 

 

 

 


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