El ciclo de análisis y debate social ULL Opina ha vuelto hoy, viernes 25 de marzo, a la Universidad de La Laguna con una sesión centrada en el emprendimiento, que ha podido seguirse en directo tanto mediante streaming como presencialmente en la Facultad de Economía, Empresa y Turismo. Articulado en torno a cinco intervenciones cortas, el encuentro reivindicó la versatilidad de la actividad emprendedora, ya que puede darse tanto como una iniciativa por cuenta propia, como un medio para mejorar desde dentro la competitividad de una empresa.
ULL Opina es una iniciativa coordinada desde el Vicerrectorado de Cultura y Participación Social que ha vuelto a retomarse tras unos años de interrupción. Tanto el vicerrector responsable, Juan Albino Méndez, como la rectora de la institución, Rosa Aguilar, se congratularon durante la inauguración por el retorno no solo de este ciclo, sino de las actividades plenamente presenciales, puesto que la sala registró una gran afluencia de público. Sobre el emprendimiento, ambos destacaron que se trata no solo de un medio de inserción laboral, sino de un modo de concebir la vida y de afrontar las situaciones que pueden aplicarse a más ámbitos que el meramente empresarial.
Auspiciado por la Cátedra Fundación Disa de Jóvenes Emprendedores, la sesión arrancó con la intervención de Esperanza Gil, del Departamento de Dirección de Empresas e Historia Económica, quien ofreció datos extraídos de estudios internacionales sobre el comportamiento emprendedor en Canarias. En general, afirmó que, si bien la población canaria supera la media nacional en el parámetro referido a la intención de iniciar un negocio, esta decrece (aunque sigue en la media) a la hora de materializar esa idea y ya se sitúa por debajo del promedio nacional en la etapa de consolidación de la activad, tres años y medio después de su inicio.
La experta apuntó que esto puede explicarse, en parte, observando otros indicadores, como son el índice de miedo al fracaso que se da tanto en España como en Canarias, muy altos en comparación al resto de países del entorno. Ello influye, sin duda, en una percepción negativa de la propia preparación y autoconfianza para afrontar un negocio, y también dificulta la capacidad para detectar oportunidades de negocio. Para Gil, es algo muy cultural y arraigado en España.
Francisco García, del Departamento de Dirección de Empresas e Historia Económica, se centró en los aspectos educativos y comenzó su intervención afirmando rotundamente que el emprendimiento puede aprenderse y, por tanto, puede enseñarse. Señaló que existen varios abordajes metodológicos para ello y también mostró su apoyo al profesorado de Secundaria que está luchando por que en las nuevas reformas educativas los contenidos sobre Economía no se reduzcan.
García recordó que la competencia emprendedora no es solo poner en marcha empresas y que provee de una serie de competencias muy relevantes en esta nueva sociedad cambiante en la que es necesaria una adaptación constante. Por ello, cree que cada persona debe construir su propio modelo profesional a partir de sus vocaciones y habilidades: habrá quien termine en una sucursal bancaria y quien lo haga en una ONG en África. En todo caso, recalcó que toda actividad debería afrontarse desde la ética y los valores, pues aplicar la creatividad y la iniciativa para objetivos deplorables es algo propio de dictadores y no puede considerarse emprendimiento.
Desiderio Gutiérrez, del Departamento de Dirección de Empresas e Historia Económica, se centró en los factores tecnológicos del emprendimiento actual, que se están produciendo en un contexto en el cual ya resulta difícil catalogar a empresas como Tesla, Google, Amazon o Facebook dentro de los sectores tradicionales. Por ello, no sería descabellado que mañana algunas de esas empresas también abrieran hoteles o aerolíneas, pues tienen la capacidad económica para ello y, sobre todo, el control de los datos.
El ponente explicó seis efectos de la digitalización en los negocios: el dominio de las grandes compañías como las ya mencionadas; el paso del consumo de productos al de servicios, de tal modo que ya no se compran películas y CD, sino que se contratan subscripciones a plataformas de cine y música; un nuevo proceso de reintermediación, que ordena y clasifica la gran cantidad de oferta existente en el mercado global; la economía de la “larga cola”, esto es, un modelo de negocio como el de Amazon, que vende poca cantidad de muchos productos distintos; la eclosión de la plataformas como modelo de negocio; y la virtualización del comercio.
Gloria Rojas, del Departamento de Derecho Público y Privado Especial y Derecho de la Empresa, hizo un análisis desde el derecho laboral, explicando cómo el emprendimiento ha cobrado una gran relevancia social pese a que en legislaciones relativamente recientes ni siquiera era nombrado. Reflexionó que conviene separar el emprendimiento de la figura del autónomo, ya que, si bien hay relación, no es exactamente lo mismo y, además, el segundo se trata de una figura laboral muy desprotegida.
Señaló que el aumento de la presencia de emprendedores en el mercado laboral obedece a la propia evolución del nuevo capitalismo, con modos más flexibles de producción y nuevos modelos laborales que, de facto, han convertido a los emprendedores en los nuevos dinamizadores de la economía, mientras que se vive el debilitamiento del empleo por cuenta ajena, un hecho que la catedrática no consideró una consecuencia natural, sino algo intencionado.
Finalmente, la profesora del Departamento de Economía, Contabilidad y Finanzas y directora de la cátedra organizadora, Inés Ruiz, habló del intraemprendimiento, esto es, la aplicación del talento emprendedor no para el desarrollo de un proyecto propio, sino para el de otra persona o entidad. Explicó que todas las empresas viven momentos de declive, por lo que es necesario que cuenten con personas que, justo antes de que llegue ese punto, introduzcan alguna innovación que frene la llegada de esa decadencia.
Es por ello que las empresas también necesitan intraemprendedores capaces de desarrollar esas innovaciones, por lo cual sería necesario que las corporaciones comprendieran que contratar esos perfiles les va aportar valor. Ruiz también señaló que la diversidad es otro factor que añade competitividad y está demostrado que los equipos formados con personas de diferente perfil generan más valor: “Si todos en la orquesta tocaran el mismo instrumento, sonaría fatal”.