Un año más, el Paraninfo de la Universidad de La Laguna se llenó de un público que buscaba experimentar el espíritu navideño a través de la música interpretada por la Coral Universitaria de La Laguna, el Coro Polifónico de la institución académica, la Camerata Lacunensis y la Banda Sinfónica del centro. Una velada en la que la solidaridad también tuvo cabida, pues toda la recaudación de la taquilla, incluida la de una fila cero solidaria, será donada a la Asociación para la lucha contra la Esclerosis Lateral Amitrófica TeidELA.
La noche comenzó con cierta tristeza porque, como explicó el presentador de la gala, el periodista Ardiel Rodríguez, justamente ese día había fallecido la presidenta de honor y fundadora de TeidELA, Cati Martín. El público le dedicó un cálido aplauso que precedió a un video sobre la asociación en el cual la propia Martín explicaba los logros de esta entidad nacida en 2021 y enfatizaba la necesidad tanto de que la administración y el personal sanitaria conozca mejor esta enfermedad, como de que los grupos políticos lleguen a un acuerdo para desbloquear la ley ELA en el Parlamento.
El concierto fue abierto por el rector, Francisco García, y la vicerrectora de Cultura y Extensión Universitaria, Isabel Karely León, quienes pusieron énfasis en la doble dimensión cultural y solidaria del concierto de esa noche, ofreciendo de esta manera dos de las caras más amables de la institución académica. Citando a Bono, cantante del grupo U2, la vicerrectora recordó que “la música puede cambiar el mundo porque puede cambiar a las personas”.
Otro momento centrado en la solidaridad de la gala fue la presentación del proyecto ULLRaid, mediante el cual estudiantes de Ingeniería de la Universidad de La Laguna renovarán un coche de más de veinte años para participar en una carrera solidaria el próximo febrero, durante la cual repartirán donaciones en diferentes aldeas de Marruecos, siempre y cuando logre la financiación a través de la plataforma de mecenazgo institucional.
El concierto bordeó las dos horas de duración, mostrando la gran calidad interpretativa de todas las agrupaciones participantes, que ofrecieron variados programas en los que no sólo tuvieron cabida los villancicos, sino también canciones populares de diferentes países, sones caribeños, música sacra, estándares de jazz y piezas clásicas como la “Marcha Radetzky” de Johan Strauss en la que, como es habitual, el público participó con sus aplausos y sirvió para dar un festivo colofón a un concierto que aun albergaba una sorpresa final: mientras el público salía de la sala, las tras agrupaciones vocales participantes se unieron en las escaleras del hall del Edificio Central para interpretar dos villancicos tradicionales fuera de programa.