Reinhard Genzel, Premio Nobel de Física de 2020 y uno de los directores del Instituto Max Planck de Física Extraterrestre, ha sido el ponente principal de la segunda jornada del XV Congreso de Estudiantes de Física de la Universidad de La Laguna, celebrada hoy, viernes 14 de abril en el aula Magna Blas Cabrera de la Facultad de Ciencias. En su ponencia online ha realizado un recorrido histórico sobre los avances que han permitido llegar a observar “lo que no se puede ver”, en referencia a los agujeros negros.
La de Genzel era una de las ponencias más esperadas de este consolidado congreso de estudiantes, que ya en ediciones anteriores ha podido contar con físicos, astrofísicos y matemáticos de gran relevancia internacional. La sala estaba abarrotada no solo por el alumnado joven que aspira a convertirse algún día en científicos reputados, sino parte del cuerpo docente de la facultad, con la vicedecana de la Sección de Física, Silvana Radescu, a la cabeza, o invitados como el astrofísico y Doctor Honoris Causa por la Universidad de La Laguna John Beckman.
La ponencia dictada en inglés y apoyada en abundante material audiovisual, estuvo dirigida a un público especializado, por lo que la profusión de fórmulas explicativas fue constante. El hilo conductor era claro: cómo se han podido lograr evidencias físicas de la existencia de los agujeros negros, un fenómeno que durante más de sesenta años solamente había podido ser demostrado de manera teórica. De hecho, Genzel explicó que la dificultad a la hora de observarlos es que las evidencias físicas que se suelen utilizar para detectarlos pueden obedecer también a otros fenómenos, como los campos magnéticos.
En este sentido, destacó que la calidad de la observación ha ido mejorando a medida que se han perfeccionado los observatorios y, si bien alabó las infraestructuras de este tipo en Canarias, prestó especial atención al Very Large Telescope (VTL) del Observatorio Europeo del SUR (ESO), ubicado en el cerro Paranal del desierto de Atacama (Chile).
El ponente explicó como el descubrimiento en la década de 1960 de los cuásares, objetos luminosos y distantes cuyo brillo provoca que se las confunda con estrellas sin serlo, condujo al «paradigma de los agujeros negros masivos», según el cual la mayoría de las galaxias albergan en sus núcleos agujeros negros masivos de masas entre millones y miles de millones de masas solares en sus núcleos, que pueden convertirse en núcleos galácticos activos y cuásares cuando acumulan gas y estrellas rápidamente.
El más estudiado es el agujero negro que se ubica en el centro galáctico de la propia Vía Láctea, conocido como Sagitario A estrella (Sgr A*), que hasta no hace mucho todavía no se había podido demostrar que se tratara de este agujero hasta que en mayo de 2022 pudo ser fotografiado claramente por primera vez a través del telescopio Event Horizon.