En Canarias, y especialmente en Tenerife, la inmigración de origen extranjero ha continuado siendo el factor clave del crecimiento demográfico durante el siglo XXI. Su contribución representa aproximadamente el 75% del incremento que se ha experimentado desde 2001. En este sentido, la isla de Tenerife cuenta actualmente con una población migrante que se caracteriza por sus numerosas y diversas procedencias, siendo las más comunes las de los países americanos y europeos, que representan casi el 90% de la población instalada en Canarias. La proporción restante corresponde a la población de origen africano y asiático.
Sin embargo, la población de procedencia africana es el centro de interés de la agenda política y mediática de Canarias desde 2006 tras la crisis de los cayucos. En aquel entonces, Canarias recibió un total de 31.678 personas migrantes llegadas por mar de manera irregular. Pero esta cifra ha sido superada en 2023 con la llegada de más de 35.000 personas, según datos del Ministerio del Interior del gobierno español. La ruta atlántica se ha encontrado activa desde 1994, pero es en torno a 2006 con la crisis mencionada y a partir de 2020 cuando se han generado procesos de intensificación migratoria.
La reactivación de la ruta atlántica desde 2020 no sólo obedece a factores estructurales que existen en los múltiples lugares de origen, como la precariedad económica, los fenómenos naturales reincidentes caso de las sequías o las inundaciones, o la conflictividad bélica, sino que también han surgido una serie de elementos sobrevenidos, tal y como señala el investigador del área de Geografía Humana de la Universidad de La Laguna Vicente Zapata.
Las personas que emigran de forma irregular y que arriesgan sus vidas para llegar a Canarias por vía marítima proceden principalmente de territorios africanos de elevada emigración tradicional, como Marruecos, así como de algunos países subsaharianos, entre los que destaca Senegal de manera más reciente. En este último, una coyuntura económica desfavorable, marcada por el declive de actividades económicas cruciales como la pesca, y un periodo de agitación política, caracterizado por la persecución de aquellos que se oponen al régimen de Macky Sall y que ha hecho bastante incómoda la vida de muchas personas en ese contexto, han llevado a que los senegaleses opten por buscar oportunidades de vida en otros lugares.
A todo lo anterior se suma el mayor control migratorio de las rutas mediterráneas —central y occidental—, que era la vía preferente de una parte de esta población para acceder a Europa antes de 2020. Las medidas impuestas por los países noroccidentales de África tras la pandemia ocasionada por la Covid-19 y las políticas de disuasión migratoria restrictivas que se han implementado durante los últimos años en la ruta mediterránea han provocado que Canarias cobre creciente protagonismo. Mientras que en 2017 la ruta mediterránea registró más de 140.000 llegadas, en 2020 contó con un total de 52.228 personas. Así, el flujo migratorio se ha canalizado a través de Canarias, desviándose hacia la Península Ibérica y al conjunto europeo tras el paso por distintas comunidades autónomas.
Gestión institucional
El papel de los gobiernos y las sociedades en la gestión de la migración es fundamental y, según Zapata, en los últimos años ha habido mejoras en la concienciación acerca de la magnitud y de los efectos de este fenómeno. Se reconoce a Canarias como un territorio de tránsito migratorio para aquellos que llegan desde África por vía marítima, lo que ha derivado en la puesta en marcha de medios, recursos y protocolos de actuación. Sin embargo, Zapata manifiesta que actualmente hay cuestiones pendientes, como la permanencia de un número muy elevado de migrantes menores que no pueden ser acogidos en las mejores condiciones, y que es preciso activar mecanismos de corresponsabilidad en el contexto estatal.
El 18 de diciembre se conmemora el Día Internacional del Migrante, con el objetivo de promover una gestión más humana y ordenada de la migración en beneficio de las propias personas que se desplazan, así como de las comunidades de origen, tránsito y destino. Zapata destaca un progreso gradual en la comprensión del papel de Canarias en el proceso migratorio. Sin embargo, sugiere que la mejora en las condiciones de acogida de las personas migrantes irregulares en el país podría lograrse a través de la formulación de una estrategia en la que participen el Estado junto a las comunidades autónomas.
A pesar de las medidas tomadas en Canarias para abordar la migración, Zapata indica que la respuesta no siempre ha sido lo suficientemente rápida ni anticipada. El flujo migratorio seguirá además siendo un desafío permanente para Canarias a menos que se aborden los factores subyacentes que obligan a las personas a emigrar desde sus territorios de origen. Por lo tanto, Canarias debe continuar preparándose para ofrecer la mejor recepción, acogida y derivación, tanto a los migrantes que siguen el tránsito migratorio como para aquellos que tienen la aspiración de establecerse en el archipiélago.
Debe esforzarse por lograr un reparto equilibrado de las personas migrantes en el marco regional, explorar oportunidades laborales que puedan resultar atractivas para este grupo humano, fomentar acciones colaborativas entre la población migrante y la autóctona, y evaluar adecuadamente los recursos necesarios para atender a todos los migrantes. En este sentido, Zapata sostiene que es crucial reflexionar siempre sobre cómo las migraciones pueden continuar siendo un factor de progreso.
Percepción negativa
La movilidad se presenta como una oportunidad para las personas migrantes de abrir nuevos horizontes. Las motivaciones son diversas, y abarcan razones ligadas a la búsqueda de empleo para una mejor situación personal y familiar, o de libertades y derechos que pueden no estar disponibles en su lugar de origen. Sin embargo, en muchas ocasiones, surge una percepción social negativa hacia la inmigración entre la población de destino, especialmente durante épocas de crisis económica.
Este hecho se fundamenta en la creencia de que las personas migrantes comprometen los limitados recursos disponibles, vinculando la migración con la idea de competencia. Incluso, explica el profesor, se considera que los migrantes tienen ventajas comparativas, como que reciben más apoyo que las personas residentes. Sin embargo, el investigador del área de Geografía Humana de la Universidad de La Laguna asegura que no hay una ayuda específica y segmentada en función del origen de la persona.
Este escenario suscita incertidumbre, aviva el rechazo y fomenta actitudes xenófobas, dando lugar a la propagación de discursos de odio a través de las redes sociales, los cuales se fundamentan en estereotipos y bulos infundados. Como resultado, numerosas personas observan, escuchan y llegan a creer estos discursos, incluso replicándose y convirtiéndose en cómplices del deterioro de la convivencia social.
Los mensajes de odio difundidos en las redes sociales no favorecen la construcción de una sociedad más cohesionada. En este contexto, Zapata sostiene que este fenómeno representa uno de los problemas fundamentales que deben abordarse mediante la difusión de información rigurosa y la sensibilización de las personas con respecto al fenómeno migratorio y su comprensión, promoviendo el contacto directo con los y las migrantes.
“Cerrar los ojos ante esta realidad sería un grave error”, según el investigador. “Actualmente, Canarias no sería lo que es sin la contribución de aquellas personas que, a lo largo de su historia, han llegado, se han establecido y han aportado elementos valiosos para la configuración de su estructura social, económica y cultural”.
La convivencia intercultural, el objetivo
El modelo de sociabilidad presente en Canarias actualmente está más orientado hacia la coexistencia positiva que hacia la convivencia, que sería el objetivo final. «Y si es intercultural, pues es un plus», añade Zapata. Por lo tanto, conseguir un estado de convivencia plena sigue siendo un desafío para Canarias y cualquier parte del mundo, un territorio multicultural que aspira a ser cada vez más intercultural.
Esto puede lograrse a través del trabajo que impulsan las instituciones gubernamentales y sectores como el educativo, “reconociendo que la convivencia es tan fundamental como contar con los mejores aeropuertos, hospitales y vías de comunicación”. Zapata argumenta que es necesario invertir en la convivencia para construir una sociedad cohesionada y genuinamente diversa. De hecho, la diversidad humana y cultural que se manifiesta en Canarias podría incluso ser un atractivo turístico adicional —aparte del paisajístico—, como se ha destacado durante muchos años.
Durante los últimos 14 años, en Tenerife se ha promovido la convivencia intercultural a través de la estrategia de gestión de la diversidad cultural conocida como «Juntas en la misma dirección». Su director, Vicente Zapata, resalta que este proyecto abarca diversos ámbitos de actuación, basado en el trabajo autónomo de grupos como “Contra la Violencia de Género”, “Participación Social”, “Diálogo Interreligioso Tenerife”, “Estrategia Tenerife Antirumores”, “Participación Infantil ‘Amiguitos y Amiguitas’”, “Jóvenes por la Diversidad”, “Participación Ciudadana en El Fraile” y “Participación Ciudadana ‘Taco para todxs’”.
Además, cuentan con el marco estratégico para la convivencia intercultural llamado «Tenerife vive Diversidad», el cual ha estado en desarrollo desde 2019 y actualmente se está implementando en colaboración con los ayuntamientos de Granadilla de Abona, Adeje, Buenavista del Norte y Puerto de la Cruz. Y a partir de 2024 valorarán junto al Cabildo de Tenerife la incorporación de otros municipios. Zapata señala que “Juntas en la misma dirección” es un proyecto que está muy consolidado y muy conectado con el programa “Ciudades Interculturales”, una iniciativa conjunta del Consejo de Europa y la Comisión Europea para promover la convivencia intercultural.
“’Juntas en la misma dirección’ es un recurso de primer nivel para seguir trabajando en la gestión de la diversidad cultural y la promoción de la convivencia social con enfoque intercultural”, asegura. Asimismo, el investigador del área de Geografía Humana sostiene que es de los pocos proyectos en España donde existe una conexión tan estrecha y enriquecedora entre la esfera científica y la institucional.
Por otro lado, Zapata también está involucrado en el proyecto “Barrios por el Empleo: Juntos más fuertes”, impulsado por el Cabildo de Tenerife desde 2015 y que coordinan en red seis entidades, entre las que se encuentra la Universidad de La Laguna a través de su Fundación General, con experiencia en programas de empleo dirigidos a los colectivos con mayores dificultades para ingresar al mercado laboral. Dentro de este proyecto, se destaca la línea de actuación «Acércate», creada con la intención de abordar de manera más adecuada las particularidades que presentan las personas migrantes mejorando su empleabilidad.
El flujo migratorio seguirá siendo un desafío persistente en Canarias. Por ello, las instituciones no solo deben continuar generando conciencia sobre la migración, desarrollando protocolos, asignando recursos y promoviendo el modelo de convivencia intercultural, sino que también es crucial dar continuidad a la investigación de este fenómeno. “Existen aún aspectos poco estudiados, como el de las segundas generaciones de personas migrantes, que muestran una mayor desventaja en comparación con las personas de los sitios de destino, sobre todo en lo que respecta a los niveles educativos alcanzados y los puestos ocupados en el mercado laboral. Y parte del reto es conseguir una mayor implicación social para lograr que las migraciones continúen siendo un factor de progreso”.
Unidad de Cultura Científica y de la Innovación (Cienci@ULL)