La Universidad de La Laguna está llevando a cabo este mes unas Jornadas de Cooperación Farmacéutica para el Desarrollo, que ponen su foco en la cooperación que desde el ámbito sanitario se lleva a cabo con países en vías de desarrollo. Dirigidas por el catedrático de Farmacia y Tecnología Farmacéutica José Bruno Fariña, en esta iniciativa se han dado cita cooperantes, investigadores y gestores para abordar las posibilidades de crecimiento y autonomía de regiones del mundo afectadas por múltiples crisis que lastran su futuro.
Esta semana ha sido el turno, entre otros, del periodista José Naranjo, corresponsal de varios medios nacionales en el África Occidental, y quien centró su intervención en el Sahel, la franja subsahariana que recorre de este a oeste y que se encuentra entre las peores condiciones del continente.
Naranjo ha cubierto conflictos clave en el continente africano, tales como la guerra en Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel o las rutas migratorias africanas. De hecho, habló de África como su pasión, donde reside desde hace doce años. Refiriéndose a la zona del Sahel, señaló que está afectada por severas crisis. La primera de ellas consiste en una fuerte crisis del modelo de estado, aseguró el ponente, quien explicó que los modelos heredados tras la independencia no han funcionado, muchas veces convertidos en meras democracias formales, pero no reales. “Hay una nueva generación de políticos y de sociedad civil que se ha dado cuenta que ese modelo no sirve, y por eso están explorando otras alternativas, replanteándose cómo estructurarse como sociedad”. En su opinión, Occidente se ha contentado con esta apariencia democrática que no es tal, lo que explica además el profundo sentimiento antifrancés de estas sociedades, que apelan a un panafricanismo que está obligando a las autoridades a adoptar nuevas soluciones.
La segunda crisis nombrada por el periodista atañe a la seguridad, dado que desde 2012 hay un claro avance de grupos radicales yihadistas en el Sahel, lo que está vinculado a las enormes franjas de pobreza extrema que se vive en la zona. “El estado no ha cubierto las necesidades de la población, y se ha producido una ruptura del contrato social entre gobernantes y gobernados”, y de hecho agregó que el avance terrorista en algunas zonas ha producido hasta cuatro millones de refugiados y desplazados, un asunto completamente opacado por otras guerras más mediáticas.
Existe a su vez una crisis climática que está afectando a la región. Las lluvias cada vez más irregulares en países que dependen enormemente de la agricultura y del pastoreo, los fenómenos meteorológicos extremos o la continua erosión costera son características ya permanentes en esta zona del mundo, lo que está acrecentando conflictos graves entre comunidades sedentarias y pastores nómadas.
Naranjo también citó la crisis económica, acrecentada por la subida de precios en general y que afecta a productos básicos en poblaciones muy vulnerables. “En los años que llevo viviendo en África he podido presenciar un deterioro a todos los niveles”, señaló. El periodista indicó que, así las cosas, en Malí, Níger y Burkina Faso el trabajo de los cooperantes es muy difícil. “La cooperación al desarrollo es cada vez más compleja en esa zona: no te puedes quedar a dormir dos noches seguidas en el mismo sitio, no puedes anunciar adónde vas a ir y hay que tener cuidado con la confianza depositada en los guías, es decir, que hay que estar siempre en alerta y a ser posible con guardaespaldas”, lo que en su opinión mina bastante el trabajo que puede llevarse a cabo.
Por eso explicó que las juntas militares que están en esos tres países llegan al poder para recuperar la integridad territorial y el control sobre esos territorios, cada vez mas copados por el
yihadismo. “Eso explica que en esta zona la cooperación no sea ahora mismo una prioridad”. Naranjo sostuvo que el papel del Sahel en el contexto internacional es el de mero suministrador de materias primeas, sin que haya habido un cambio de modelo, que es lo que las nuevas generaciones están reclamando.
África es clave en tierras raras y en minerales para la transición energética, por eso potencias mundiales como China, Turquía, Rusia o India, quienes compiten por ser socios comerciales preferentes en la zona. Se da por tanto una multiplicidad de actores que están interviniendo como lugar suministrador de los recursos, a la par que grandes franjas del territorio están quedando excluidas.
El periodista también aludió a la crisis de credibilidad de los organismos internacionales y del propio multilateralismo. «¿Quién se cree hoy a la ONU?», se preguntó. Se trata de un órgano incapaz de reformar su consejo de seguridad, que no puede resolver problemas globales, como tampoco el Banco Mundial ha conseguido solucionar los grandes problemas de deuda de los países africanos. En ese contexto, dijo, emerge Rusia como la gran potencia vendedora de armas, y a la que se agarran los gobiernos para solucionar sus problemas de seguridad. “La ONU no ha atendido a las demandas de reforma del sur global y hoy África valora más entrar en el G20 que tener una presencia fuerte en la ONU”.
Finalmente, el periodista indicó que en un contexto tan delicado como este el debate en la cooperación bascula entre salvar vidas de peligros inminentes o plantearse una política de desarrollo más a medio plazo, en la idea de que estas naciones sean capaces de liderar las riendas de su futuro.