Un grupo de investigadores de la Sección de Biología, en concreto del área de Paleontología de la Universidad de La Laguna y Loro Parque Fundación colocaron recientemente dos marcas en dos puntos distintos del Valle de Tabares, hábitat natural de la Chuchanga, es decir, caracol de tierra. La instalación de estos instrumentos de medición sirven para comprender la situación atmosférica que necesita esta especie, única en el mundo, para sobrevivir.
Los datos recabados a lo largo del tiempo pueden aprovecharse para diagnosticar cómo ha influido e influirá el cambio climático en su entorno y si el gasterópodo podrá adaptarse a las nuevas condiciones o habrá que ayudarlo para que lo consiga.
Las marcas fueron colocadas en puntos estratégicos para que no se vieran dañadas por los efectos atmosféricos adversos ni por la mano humana. Una de ellas se encuentra en uno de los barrancos del Valle de Tabares y otro a las afueras de una de las propiedades del Cabildo de Tenerife.
“Hay que pensar bien donde colocar estos instrumentos, e incluso esconderlos un poco, porque además de que se pueden dañar por la lluvia o por desprendimientos de rocas, una persona que haga senderismo o pase por aquí, puede pensar en quitarlo para ver qué es y después no volver a ponerlo de forma correcta”, explicó Javier Almunia durante el proceso.
Los datos que recaben estos aparatos se consultarán de forma periódica cada tres meses proporcionando una actualización constante de datos y de avances en la investigación. El proceso de recogida es muy sencillo ya que no miden más de diez o quince centímetros y pueden conectarse de forma directa por medio de un puerto USB a cualquier portátil.
Carolina Castillo, investigadora y profesora en el Área de Paleontología de la ULL, destacó durante la salida que “no solo es importante medir las condiciones atmosféricas en las que se encuentran estas especies de Chuchangas, sino también, nuestro objetivo con este proyecto es averiguar con qué otros grupos dentro de la fauna y flora conviven estos gasterópodos, y a su vez, determinar si son especies invasoras, endémicas, autóctonas, alóctonas o exóticas”, añadió.
El pasado año se hizo, gracias al interés del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife y a la Fundación de Santa Cruz Sostenible en colaboración con la Universidad de La Laguna y Loro Parque Fundación, una evaluación previa y una actualización del censo de estos caracoles y babosas, que son claves para el ecosistema canario, y así poder establecer medidas de protección para la especie. Se concluyó que estos invertebrados pertenecen a la especie con mayor riesgo de extinción de Europa, donde el 70% de estos organismos están en alarmante peligro.