9 de septiembre de 1947. El gigantesco ordenador, por llamarlo de alguna manera, Mark II no va bien, no funciona. Desde hace algunos días esta mastodóntica máquina no paraba de dar errores, pero ese martes había llegado a su límite. Se para, Off. Grace Murray Hopper, de 41 años por entonces, se presta a revisar la máquina, relé por relé examina el artilugio electromecánico en busca del problema. Enganchado y aplastado en una conexión encuentra el origen del mal funcionamiento. Una polilla había parado una de las máquinas más modernas de la época. Sacó la libreta, describió el problema y como anexo pegó a la mariposa con cinta adhesiva al informe. Ahora, ese tipo de fallos de sistema se conocen como bug (bichos).
La protagonista de esta anécdota de los anales de la informática es, a su vez, una de las programadoras más importantes de la historia. Creadora del primer compilador para un lenguaje de programación, es una de las madres de los lenguajes de programación. En honor a Hopper, cada 9 de diciembre se conmemora su nacimiento y el Día Mundial de la Informática.
Coromoto León, catedrática del Departamento de Ingeniería Informática y de Sistemas de la Universidad de La Laguna, comparte con Hopper su pasión por la informática y por desarrollar compiladores, que son los intermediarios entre nuestro lenguaje y los famosos ceros y unos del sistema binario. La catedrática nos recibe en una sala amplia donde sus paredes de ladrillo están decoradas con todas las orlas de alumnos de la facultad. En la primera, la de 1992, ya figura como profesora. Reconoce que cuando estudió Matemáticas, de ahí procede su educación, la relación entre chicos y chicas era similar, no existía una gran disparidad, quizás el problema de las vocaciones venga, reflexiona, de cuando la carrera se comenzó a llamar ingeniería.
Jóvenes informáticas
Sobre el ingreso de alumnas en el Grado de Ingeniería Informática reconoce que ha ido a peor en los últimos años. “Vamos mal, porque en las ingenierías no tenemos mucha representación femenina, no llega al 15 %, pero es que en informática no alcanzamos el 10 % de vocaciones de chicas que quieran venir a estudiar ingeniería informática”. De las ingenierías, la que cuenta con más alumnas es la Química y la que menos Informática. Aunque el cambio de denominación esté detrás o no, la catedrática detecta que muchas chicas que cursan secundaria le confiesan que esa carrera no es para ellas. Sin embargo, llama la atención que aquellas especialidades que aúnan la informática y la Biología o las ciencias de la salud, como Bioinformática, no padecen este problema.
Ese sesgo que parece identificar las ingenierías con los chicos es algo que se está combatiendo desde los centros educativos. Al principio se hacía entre los alumnos y alumnas más próximos a llegar a la universidad, en Bachillerato. Sin embargo, la experiencia les demostró que a esas alturas de la vida las decisiones ya están tomadas. “En bachillerato estaba todo el pescado vendido, casi todo el alumnado sabía qué quería y qué no quería estudiar, teníamos que ir más abajo, a cursos inferiores”.
Piensa ComputacionULLmente
Esa fue la chispa que prendió el proyecto Piensa ComputacionULLmente, una iniciativa que surge “como un proyecto de investigación en el que se tratan de analizar las posibles ventajas que tiene el Pensamiento Computacional”. Su objetivo principal es apoyar a los escolares, sus familias y sus docentes en la integración del Pensamiento Computacional en el aprendizaje formal e informal para lograr la educación de una nueva generación con una comprensión mucho más profunda de nuestro mundo.
En el proyecto se habla de computadoras, de informática, pero solo se utiliza lápiz y papel. Coromoto León está convencida de la necesidad de explicar a los jóvenes cómo piensa un ordenador para después poder lograr que las máquinas hagan lo que nosotros necesitamos, dicho de otra manera, escribir código. La catedrática critica que no debemos conformarnos en ser meros usuarios de la tecnología, debemos aprender a programar. “Estamos haciendo un gran esfuerzo por ir a los colegios de primaria e institutos para explicarles que realmente estudiar informática es aprender a resolver problemas, usando los dispositivos que tenemos a nuestra disposición”.
Los estudios de informática no pretenden crear mejores usuarios, están diseñados para que los estudiantes aprendan a crear los programas y sus contenidos. Es una nueva alfabetización, pero no utilizan el abecedario, usan ceros y unos. Coromoto León lo compara con la escritura y la lectura. “Que un alumno aprenda a escribir y a leer no significa que acabe siendo escritor. Lo mismo pasa en informática, queremos que los alumnos y alumnas aprendan a escribir código, que no solo sean usuarios, sino que diseñen los contenidos, que no solo los jóvenes jueguen videojuegos, sino que creen sus contenidos, es una manera de aportar y contribuir a la sociedad”.
Estas campañas de divulgación en los centros escolares, como las Olimpiadas Informáticas, también quieren evitar que los estudiantes lleguen a la carrera pensando qué es lo que en realidad no es. Muchos de los jóvenes que abandonan la ingeniería en el primer año, y lo hacen, según la catedrática, porque piensan que la informática es otra cosa, que se basa en operar con ordenadores. Sin embargo, para lograr el grado en esta ingeniería se necesitan amplios conocimientos en física y matemáticas.
La Inteligencia Artificial y la enseñanza de la informática
La Inteligencia Artificial ha llegado para quedarse. Es una revolución tecnológica que supone un cambio de paradigma. No es un desarrollo tecnológico más, no estamos ante un avance de software. Tenemos ante nosotros una nueva herramienta que, en el mejor de los casos, potenciará las capacidades humanas. Y las herramientas están para usarlas. Como reconoce el paleontólogo Juan Luis Arsuaga, “el ser humano siempre ha utilizado las herramientas que ha tenido a su alcance, nadie que tiene un martillo sigue clavando un clavo con una piedra, por eso tampoco renunciaremos a usar la IA”.
Y vaya que no hemos renunciado. La IA está ya presente en muchas facetas de nuestra vida. Desde la barredora con nombre de baile latino, hasta los procesos que identifican células cancerígenas en una muestra de sangre. Pero, ¿cómo está afectando la IA a la enseñanza de la Informática? La catedrática, que imparte la asignatura Lenguaje y paradigma de programación, se enfrenta a esto todos los días. “Es como cuando escribes una carta. Puedes redactarla en un lenguaje más formal o más coloquial o divulgativo. En programación sucede lo mismo, puedes programar con un estilo, que puede ser muy funcional o más cercano a las matemáticas, donde tú defines una función y eso se tiene que traducir a lo que tú quieras”. Estos estilos de programación la IA aún no los puede imitar. Puede redactar códigos de programación, pero esto tiene un peligro que no siempre el alumno percibe.
“Todas las semanas marco un ejercicio que consiste en redactar un código. Digamos que, por ejemplo, les pido a los alumnos que me programen una vaca. Algunos alumnos, pocos, me vienen con su redacción sobre la vaca redactada por Chat GPT y me preguntan si está bien. Si quieres aprender tienes que intentarlo tú, y si tú no haces el código no vas aprender a escribir nunca. Eso es lo que intento transmitir a los estudiantes”. Sin embargo, no está en contra de las herramientas nuevas ni de la IA, al contrario, el uso de asistentes de programación está a la orden del día. El problema estriba, según la docente, en que puedan sustituir el proceso de aprendizaje del alumno. Por eso, reconoce que exponer a los alumnos y alumnas a retos constantes es fundamental para su aprendizaje.
Coromoto León lo explica con un programa muy sencillo. “Yo le puedo pedir a mi alumnado que haga un programa que salude a un usuario. Tienes que traducir las órdenes para que el programa salude. Yo no te puedo decir que el enunciado se escribe print hola porque entonces te estoy diciendo todo, en ocasiones esperan que tú les aportes el resultado en el enunciado, pero el mundo real no es así. Fuera te encontrarás con un cliente que te pedirá que programes, por ejemplo, un chat para la web de una empresa. No le van a decir que tienes que poner en el código, tendrás que resolverlo tú. Por eso, permitir que la IA sustituya tu aprendizaje te hace un flaco favor”.
Informática y el mercado laboral
La Informática es la carrera con mejor inserción laboral: tasas más altas de ocupación, jornada completa, contratación indefinida, y mayor base media de cotización anual, según un estudio de la Fundación Conocimiento y Desarrollo (CYD) de 2023. Esto hace que los graduados en Ingeniería Informática sean muy demandados por las empresas. Muchas de ellas pescan talento en las escuelas y facultades, fichando a alumnado que comienza a ejercer sin acabar sus estudios. El peligro: la tentación de no finalizar el grado crece a medida que pasa el tiempo y tu dependencia económica es satisfecha por una empresa que no te exige la titulación. Sin embargo, este fenómeno tiene un bajo impacto en la Universidad de La Laguna. “Con el anterior plan un porcentaje de alumnos y alumnas se marchaba al mundo laboral sin terminar su proyecto de fin de carrera, muchos dejaban su licenciatura a medias, solo a falta de este requisito. Pero ahora, prácticamente todos terminan su trabajo de fin de grado (TFG) porque está estructurado como una asignatura más. Además, el TFG lo hacen en colaboración con empresas que, al finalizar, pueden contratarlos”.
Diferente es la capacidad que tiene la universidad para retener el talento en este sector. La demanda del sector empresarial hace que lo público sea incapaz de igualar las ofertas que encuentra el alumnado en el sector privado. “Simplemente no somos competitivos. Tienen que sacar el doctorado con una beca de escasa cuantía, que puede que no supere los 1.000€. Luego otra beca postdoctoral no mucho mejor que la anterior, para más tarde optar a una plaza. No podemos competir con los sueldos y las condiciones de las empresas”. Lo que convierte la investigación y docencia en este campo en algo completamente vocacional.
La informática y el medio ambiente
El uso de los unos y los ceros y nuestra dependencia del mundo digital tiene un coste del que no se suele hablar. El impacto en el medio ambiente de nuestro uso de la informática es preocupante por su escalada de los últimos años. El consumo energético de los ordenadores y servidores, la generación de residuos electrónicos, la dependencia de recursos naturales escasos, el consumo de agua y las emisiones de Dióxido de Carbono, son algunos de los problemas ambientales que generamos utilizando los dispositivos electrónicos. Por si fuera poco, el uso indiscriminado de la Nube y la Inteligencia Artificial ha multiplicado este impacto. El ingente contenido de datos que generamos a diario necesita de una cantidad igual de grande de electricidad y agua para refrigerar los servidores donde almacenamos nuestros documentos de word o los últimos selfies de anoche.
Un estudio publicado por el Massachusetts Institute of Technology (MIT) cifra en más de 200 teravatios hora (tWh) de consumo anual de la nube. Consume más energía que muchos países del mundo. Que cada minuto se manden más de cuarenta millones de Whatsapp o se suban 600 horas de vídeos a Youtube, tiene su impacto. Esa sensación que tenemos de que el ciberespacio es infinito y que, además, en gran parte es gratuito, nos ha llevado a ser indiscriminados a la hora de guardar nuestra información. Pasamos de carretes de 24 fotos a miles de imágenes en nuestro móvil que nunca volveremos a mirar, envío de archivos insulsos y un síndrome de Diógenes digital que nos impide tirar nada a la papelera, llenando nuestros dispositivos y la nube de información que ni siquiera sabemos que tenemos. ¿Se puede programar de forma eficiente?
“Si se puede. Cuando comenzó la informática teníamos muy poco espacio de almacenaje. Aprendimos a programar usando muy poco espacio, hacíamos programas que apenas ocupaban memoria, sabemos hacerlo. También se puede programar para minimizar el impacto ambiental y eso también se lo enseñamos a nuestro alumnado”.
Unidad de Cultura Científica y de la Innovación (Cienci@ULL)