Las personas bisexuales tienen peor salud, menor autoestima y una peor percepción de su propia salud que el resto de colectivos, según un estudio recientemente publicado en la revista Healthcare, firmado por la catedrática de Psicología de la Universidad de La Laguna Pilar Matud y el doctorando Roberto Matías, quien leerá próximamente su tesis doctoral, de la cual se han extraído parte de estos resultados.
Ya ha habido estudios previos que han detectado este mayor riesgo de problemas de salud física y mental en personas lesbianas, gais y bisexuales (LGB), pero se han centrado en analizar la presencia de trastornos como la depresión y ansiedad, así como otros problemas de salud, pero no si hay diferencias en el bienestar. Además, generalmente han considerado a las personas LGB como un grupo homogéneo, sin atender a posibles diferencias entre las diferentes orientaciones sexuales ni tampoco entre mujeres y hombres.
Por ello, Matud y Matías desarrollaron este estudio con un doble objetivo: examinar la relevancia de la orientación sexual en la salud y el bienestar de mujeres y hombres; e identificar factores de protección y de riesgo para el malestar psicológico, la salud autocalificada y el bienestar de hombres gais, mujeres lesbianas, mujeres y hombres bisexuales, y mujeres y hombres heterosexuales.
La muestra estuvo formada por 747 mujeres y hombres LGB y otras 747 mujeres y hombres heterosexuales entre 16 y 47 años, procurando que entre ambos grupos no hubiera grandes diferencias de edad, descendencia, nivel de estudios, ocupación ni porcentaje de mujeres y hombres. La evaluación fue online mediante ocho cuestionarios que midieron factores como malestar psicológico, salud autoevaluada, bienestar, autoestima, resiliencia ante el estrés, apoyo social, miedo a la evaluación negativa y homonegatividad. El acceso a la muestra fue a través de las redes sociales del equipo de investigación, un número importante de alumnado que colaboró y la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans, Bisexuales, Intersexuales (FELGTBI+).
Resultados del estudio
Los resultados mostraron gran diversidad en la salud y el bienestar de todos los grupos y, aunque se daban diferencias tanto en función de la orientación sexual como entre mujeres y hombres, su magnitud solía ser pequeña y dependía del indicador de salud considerado. Además, en la mayoría de variables, la relevancia de la orientación sexual difería en mujeres y en hombres.
Por ejemplo, los hombres heterosexuales tenían menor malestar psicológico que el resto de los grupos, pero no había diferencias entre las mujeres heterosexuales y los hombres y mujeres LGB. La satisfacción con la vida era similar en las mujeres lesbianas y en las mujeres y hombres heterosexuales, si bien es más alta que en las mujeres y hombres bisexuales y en los hombres gais.
Los hombres heterosexuales tenían más resiliencia ante el estrés que el resto de los grupos y los hombres gais tenían mayor resiliencia que los hombres bisexuales, pero no había diferencias significativas en resiliencia ante el estrés entre las mujeres. Los hombres heterosexuales y las mujeres lesbianas no se diferenciaban en miedo a la evaluación negativa, que era en ambos grupos menor que en el resto de grupos.
Las mujeres tenían mayor percepción de apoyo social que los hombres y, entre estas, eran las heterosexuales las que tenían mayor apoyo social. Los hombres homosexuales tenían mayor homonegatividad que el resto de grupos y no había diferencias en homonegatividad entre homosexuales y bisexuales.
Como se dijo, las personas bisexuales presentaron peor estado de salud, con menor autovaloración de su salud y una autoestima más baja. En todos los grupos, la autoestima es un factor protector frente al malestar psicológico y se asocia con mejor salud y bienestar. En menor medida, el apoyo social es también un factor protector frente al malestar psicológico y se asocia con mayor bienestar en todos los grupos.
La conclusión es que, aunque la orientación sexual es relevante para la salud y el bienestar de los individuos, también lo es el género. Además, existen diferencias entre las minorías sexuales, donde destaca que las personas bisexuales tienen menor autoestima que las homosexuales. Los resultados encontrados de que la orientación sexual interactúa con el género en la mayoría de los indicadores de salud y bienestar analizados, sugieren la relevancia de los factores psicosociales en la salud y bienestar de la población.
Por ello, el equipo investigador considera que estos resultados se deberían tener en cuenta en los programas educativos y en las políticas públicas dirigidas al logro de mayor igualdad y bienestar para toda la ciudadanía, especialmente para las minorías sexuales y las mujeres.
La peor salud de las personas LGB se ha atribuido al estrés de las minorías, propuesto por Meyer hace casi tres décadas, que plantea que en una sociedad heterosexista, las personas LGB están sometidas a estresores crónicos derivados de su estigmatización, entre los que se incluyen la homofobia interiorizada, el estigma y las experiencias de violencia y discriminación. Este mayor estrés sería el responsable de su peor salud física y mental.
Pero en las dos últimas décadas ha habido cambios legislativos importantes en muchos países, incluido España, reconociendo los derechos de las personas LGB por lo que cabe preguntarse si persisten las diferencias en salud y en bienestar en función de la orientación sexual y cuáles son los factores protectores y de riesgo de la salud y el bienestar.