Resulta paradójico pensar que una catástrofe global propiciara que hoy estemos aquí. Un claro ejemplo de que algunas desgracias tienen damnificados y beneficiados es el famoso asteroide que le dio la puntilla final a los dinosaurios, hace unos 66 millones de años, porque fue el artífice de una oportunidad inesperada que los mamíferos supieron aprovechar. Ahora, estos animales son los líderes de la evolución por muchas características que le dan ventaja frente a otros animales, como la sangre caliente -que mantiene nuestra temperatura corporal-, el pelaje -que nos aporta aislamiento térmico- un gran cerebro, extremidades especializadas, comportamiento social y una peculiaridad que nos distingue de otros vertebrados y nos identifica: la lactancia.
Esta fuente rica en nutrientes y anticuerpos ha supuesto un plus evolutivo para nuestra especie. Tan antigua como nosotros, la lactancia es un recurso que, por primera vez en nuestra historia, hay que fomentar. Para ello, la Alianza Mundial para la Acción de Lactancia Materna planteó a Naciones Unidas la necesidad de dedicar una semana al año a su fomento y, en 2018, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF recogieron el testigo, estableciendo que, cada año, entre el 1 y el 7 de agosto se celebraría la Semana Mundial de la Lactancia Materna. La OMS se ha marcado un reto: conseguir una prevalencia de la lactancia materna del 70% en el mundo. Aunque esa cifra está algo lejos de ser una realidad, el porcentaje ha aumentado en diez puntos porcentuales en la última década hasta alcanzar el 48% en el planeta.
Es cierto que, por caer en época estival, varias organizaciones españolas celebran la semana de la lactancia en octubre. Pero ya sea en verano o en otoño, lo importante es divulgar los indiscutibles beneficios que este tipo de alimentación tiene para madre e hijo. Y la Universidad de La Laguna tiene una larga tradición en la investigación de la lactancia desde varios puntos de vista, algunos de ellos los veremos a continuación.
La importancia de la lactancia
Los beneficios de la lactancia materna han sido estudiados en multitud de ocasiones y existe un consenso científico sobre las bondades de esta práctica para el bebé y para la madre. Marta Díaz Gómez es profesora titular del área de enfermería de la Universidad de La Laguna y directora de la revista “Lactancia Materna”. La investigadora ha dedicado buena parte de su carrera a la investigación en esta área y no se cansa de divulgar sus ventajas frente a las fórmulas comerciales. La revista The Lancet publicó en 2023 una revisión sobre la lactancia materna donde quedaban claros, una vez más, sus beneficios. “Tiene ventajas económicas, al ser más barata que la leche comercial; ventajas medioambientales, porque no contamina; ventajas para la salud de los bebés, puesto que hay datos indiscutibles de reducción de infecciones, patologías crónicas como diabetes, coronarias, alergias, cáncer, etc. El listado es muy amplio”. Tanto es así que las empresas de leche artificial están obligadas a añadir en su etiquetado que la lactancia materna es mejor que su producto, además de que ya no pueden ilustrar sus etiquetas con imágenes de niños y madres.
Pero las ventajas no se quedan en el ámbito infantil, también la madre se beneficia de la lactancia. “Las ganancias de la lactancia para la madre son algo más desconocidas, pero igual de importantes. Se sabe que las madres lactantes tienen una menor incidencia de cáncer de mama o de ovario. Influye también en varias enfermedades crónicas y en aspectos psicológicos como en el grado de vinculación materna que, a su vez, infiere en la reducción de casos de abandono o malos tratos, aumentando, incluso mejorando, el mejor desarrollo cognitivo del niño o niña”. Estas bondades podrían ir más allá de los aspectos puramente sanitarios. “Hay publicado un estudio realizado en Brasil que observó que aquellas personas que habían tenido accesos a la alimentación materna durante niños tenían una mejor posición social de adultos”.
A pesar de todas estas evidencias, prevalece la libertad de cada madre para amamantar a su bebé o no y sobre ella los y las profesionales respetan escrupulosamente respetuosos la decisión de cada persona. Eso sí, la comunidad experta piden que sea una decisión informada, teniendo mucho cuidado en no presionar o forzar a la madre, que en este caso, se le debe enseñar a preparar biberones.
El primer contacto que tienen muchas madres con la lactancia llega en la propia planta de maternidad. Sin embargo, parece contraproducente que en estos lugares el biberón sea aún un recurso muy utilizado, sobreutilizado según algunas voces expertas. En este sentido, la investigadora reconoce que, si bien era así hace unos años, la casuística ha ido decreciendo considerablemente en los últimos años. “Si una madre diera a luz ahora comprobaría que las cosas han cambiado en las plantas de maternidad. Se ha hecho un gran esfuerzo para formar al personal. La figura de la enfermera de apoyo a la lactancia ha sido fundamental para lograr aumentar los índices de lactancia en hospitales, aunque quedan detalles que mejorar. En algunos hospitales está de lunes a viernes, ¿Y si das a luz un fin de semana? Se van a casa sin haber recibido esa información”.
Independientemente de estos flecos, Díaz Gómez reconoce una destacada mejoría, donde se ha pasado de los biberones con leche de fórmula o con sueros glucosados disponibles como una barra libre, a un escenario más en pro de la lactancia. Y todo no solo por las ventajas que hemos visto: se ha comprobado también que el suministro de biberones durante las primeras horas de vida del recién nacido (biberones pirata) influyen negativamente en la lactancia futura. “En cuanto el bebé prueba una tetina donde fluye líquido con facilidad, muchos ya no quieren otra cosa por no hacer el esfuerzo de succión”. Esto, unido a la falta de confianza de las madres, puede llevar al traste sus pretensiones de lactancia.
La Lactancia y sus problemas
El abordaje psicológico de la lactancia materna es fundamental. Por este motivo José Miguel Díaz Gómez, profesor titular del departamento de Psicología Cognitiva, Social y Organizacional de la Universidad de La Laguna, lleva muchos años aportando su experiencia e investigando en este campo. Sobre los problemas de la lactancia en los hospitales, denuncia que se suelen diseñar planes de una sola vía. «Es el plan A: cuando nazca, voy a darle el pecho; luego, cuando salga, del hospital mi marido me va a ayudar y mi madre se vendrá a casa. Es muy difícil rediseñar el plan cuando comienzan a surgir obstáculos y, en la mayoría de los casos nos quedamos parados”. Por eso, cualquier sistema que pretenda extender un hábito debe tener previsto los imprevistos.
De todos los problemas que pueden tener las madres a la hora de amamantar, la falta de autoconfianza está muy generalizada. Está detrás de la creencia de que “tienen poca leche”. Aunque en la mayoría de los casos esa baja producción no es real, es un motivo mayoritario de abandono. Precisamente en estos momentos, los investigadores están trabajando en un estudio sobre una escala de autovaloración de la confianza materna y cómo influye en la duración y calidad de la lactancia. “Hemos visto que la motivación suele ser alta, pero la percepción que la propia madre tiene sobre su propia competencia es un predictor de una lactancia más prolongada”. Según este trabajo, al analizar las madres que han interrumpido la lactancia antes de los seis meses y las que no, se observa que estas últimas tienen un nivel más alto de competencia. El profesor de psicología explica que es como un sistema de amortiguamiento de las dificultades y de perseverancia, similar a la autoimagen que tenemos de nosotros, que intermedian entre el propósito inicial y el resultado. A mayor confianza, más posibilidades de conseguir el objetivo.
Por ello, ambos sugieren que sería una buena idea invitar a todas las nuevas madres a realizar esta encuesta para detectar cuáles de ellas tiene más posibilidades de abandonar la lactancia por falta de confianza. Con estos datos se podría actuar sobre las lactantes que, aún queriendo, ven menguadas sus posibilidades por una baja autoestima, ofreciéndole más apoyo y ayuda en los centros de salud.
Otro factor que puede ir en contra de la confianza de la madre son sus experiencias dolorosas. No siempre haber pasado por la experiencia de dar a luz y amamantar tiene porqué suponer una ventaja frente a las primerizas, más aún si se arrastra una vivencia traumática. “El mantenimiento de las experiencias dolorosas es un elemento disuasorio para la lactancia. Un primer caso malo hace que se quede sin procesar en la memoria de la madre y le hace anticipar una profecía autocumplida”.
Pero la mayoría de los problemas que afectan a la lactancia materna llegan de ámbitos ajenos a la esfera más personal de la madre. Conciliar la lactancia con el trabajo sigue siendo una asignatura pendiente en este país. Desde la inexistencia de lugares para la extracción de leche en el ámbito laboral, hasta la incomprensión de los propios compañeros. “¿Cómo es posible que se vea con normalidad que un empleado se ausente de su puesto para fumar, pero se vea mal que una madre lo haga para sacarse leche?”.
La buena noticia, a pesar de las barreras que aún hay que doblegar, es que la percepción positiva sobre la lactancia materna ha aumentado. Esos incidentes de madres que eran insultadas por amamantar a su bebé en lugares públicos cada vez son más raros y Marta Díaz tiene claro el motivo. “Ha sido gracias a la movilización y empoderamiento de las madres, con concentraciones, manifestaciones y quedadas para dar el pecho en lugares públicos”. La investigadora recuerda con asombro que, durante el 66º Congreso de la Asociación Española de Pediatría (AEPED) celebrado en 2018 en Zaragoza, impidieron la entrada a una pediatra que quería asistir con su bebé de tres meses. “Fue un escándalo, creo que esto hoy en día no se hubiera producido”. Por su parte, José Miguel Díaz ve un viaje de ida y vuelta. “A principios del siglo XX la lactancia era la única fuente de alimentos para los bebés y luego, con el desarrollismo de mediados del siglo y la aparición de las leches sintéticas, se observó un descenso asociado a una relegación de la lactancia natural por marketing”. Tanto fue así que la OMS tuvo que hacer un llamamiento a la lactancia materna una vez que se comprobara que en ciertos países del tercer mundo estaba creciendo la mortalidad infantil a medida que se introducía la leche de fórmula. Debido a la discontinuidad del suministro y la contaminación de las aguas con las que se mezclaba, se tuvo que reconducir las recomendaciones a lactancia natural.
El perfil de las madres ha cambiado con el tiempo. La edad media de las madres primerizas no ha parado de crecer en las últimas décadas. En 1990 las mujeres, de media, eran madres por primera vez a los 26 años, y en 2022, lo eran a los 33. Ahora no es raro que mujeres con más de cuarenta sean madres primerizas, llevándolas a la maternidad en una época premenopáusica. Sin embargo, esto no va en detrimento de la lactancia, es más, cuanto más años tiene la madre mejor lactante es. “La edad influye positivamente en la lactancia, aunque parezca contradictorio. Hay muchos estudios que demuestran que a más edad, más duración de la lactancia. Las madres más jóvenes son las que tienen más dificultades”. Todo indica que las madres que llegan a la maternidad a una edad más avanzada tienen una mayor necesidad de vivir más intensamente la maternidad, quizás por ser más deseada, son lactantes todo el tiempo que sea necesario. Además, el aporte y las ventajas en la salud que tiene la lactancia para las madres continúan a estas edades, mejorando en muchos casos su calidad de vida.
Otro aspecto importante que se ha introducido en los últimos años son los conocidos como grupos o círculos de lactancia, reuniones de madres lactantes en centros de salud o tiendas especializadas en productos infantiles que buscan compartir experiencias y recabar un apoyo de grupo. Para Aythamy González, profesora contratada doctora del Departamento de Enfermería de la Universidad de La Laguna, estos grupos son fundamentales para madres en momentos de inseguridad, soledad o desconocimiento. Sobre el lugar donde se celebrarán, cree que son compatibles tanto los generados en los centros de salud cómo aquellos que surgen en tiendas infantiles. «No obstante, creo que es imprescindible que la persona que coordina a ese grupo de apoyo, habitualmente suelen ser mujeres, deben tener una formación acreditada en lactancia materna y no solo ver los grupos de apoyo como una oportunidad de negocio. En nuestro entorno, desde el Servicio Canario de la Salud, me consta que se están haciendo unos esfuerzos con gran repercusión en la práctica clínica con respecto al asesoramiento en lactancia materna, no sólo con la creación de grupos de apoyo, sino con generar consultas específicas de atención a problemas más complejos de lactancia materna, consultas de nueva creación que desde un inicio, han tenido bastante demanda”.
Los profesionales sanitarios, las madres en estos grupos, la sociedad en general deben apoyar una práctica que, como hemos visto, tiene múltiples ventajas, pero ¿qué más se puede hacer? González apuesta porque en los servicios sanitarios se dé un mensaje actualizado, coherente, de apoyo y asesoramiento profesionalizado a las familias que están en búsqueda de una gestación o ya están gestando, y que desean lactar a su hijo o hija. Y además apuesta por una mayor implicación pública. “Por otro lado, es necesario un mayor compromiso por parte de las instituciones en regular los permisos de lactancia para facilitar a las madres que lactan una conciliación real, que puedan desarrollar esta práctica de una forma tranquila y sin temor a perder su puesto de trabajo o condiciones favorables que rodean a su puesto de trabajo”.
Lactancia y nutrición
Algunas personas ven la lactancia materna como un complemento prescindible, pero nada más lejos de la realidad: la leche de la madre tiene todo lo que necesita el niño para su correcto desarrollo, presente y futuro. Además de proporcionar proteínas, grasas, carbohidratos, minerales y vitaminas, le aporta ingredientes fundamentales para su sistema inmunológico, anticuerpos y otros factores inmunológicos como la inmunoglobulina A, prebióticos y probióticos. Por si esto fuera poco, supone su principal fuente de agua e hidratación, que demandan cuando simplemente tienen sed.
Uno de esos componentes es fundamental para su desarrollo cerebral, cognitivo y visual. Existe en particular una grasa que tiene la particularidad de incidir positivamente en estos factores y que se ha vuelto muy famosa en los últimos años: el Omega 3. Covadonga Rodríguez es catedrática del área de Zoología de la Universidad de la Laguna y las últimas tres décadas las ha dedicado a la investigación de los ácidos grasos. Hace unos años se le presentó la oportunidad de estudiar la presencia de Omega 3 en la leche materna en colaboración con el grupo de investigación de La Lactancia Materna desde un enfoque Multidisciplinar. Pudo analizar muestras de madres de Canarias y Madrid para comprobar sus perfiles de ácidos grasos.
Los niveles de estos ácidos en la leche materna son sustanciales ya que una de esas grasas, conocida como DHA, compone el 40% de las grasas del cerebro, lo que lo convierte en un ingrediente esencial en el desarrollo cognitivo del lactante. También en la evolución de su calidad visual, aportando el 60% de la composición de la retina. “El objetivo del estudio, que fue parte de la tesis de Sara García, era relacionar la condición materna y la leche materna en relación con la salud infantil”. Con las numerosas muestras de leche trabajaron para relacionar el perfil con aspectos como la obesidad materna o el padecimiento de alergias de los bebés.
Los resultados fueron reveladores. “Se concluyó que la ingesta de fuentes de Omega 3 en pescado, por ejemplo, durante la gestación y la lactancia es muy valiosa”. Existe una mayor incidencia de inflamación cuando no se consume estos ácidos grasos poliinsaturados y un mayor riesgo de padecer alergia. Además, se apreció que la ausencia de Omega 3 estaba relacionado con mayores índices de obesidad en las madres y su consecuente estado inflamatorio. “Los indicadores de inflamación, como las citoquinas, están muy relacionados con derivados de ácidos grasos. Por ejemplo, el ácido araquidónico está demasiado elevado en la ingesta del mundo accidental y sabemos que es precursor de derivados preinflamatorios”. De ahí la necesidad de añadir ácidos grasos “buenos” a la dieta, como los presentes en la leche materna. Lo que no cabe duda es que las madres que ingieren alimentos ricos en Omega 3 transmiten este ácido graso al bebé con los beneficios que eso aporta. “Y en Canarias tenemos una gran cantidad de pescados con altos contenidos en Omega 3 como las sardinas, caballas y chicharros”.
(Este reportaje es una iniciativa enmarcada en el Calendario de Conmemoraciones InvestigaULL, un proyecto de divulgación científica promovido por la Universidad de La Laguna).
Unidad de Cultura Científica y de la Innovación (Cienci@ULL)