La enfermedad causada por el coronavirus SARS-CoV-2 (COVID), que en 2020 puso en jaque a la sanidad mundial y derivó en una pandemia, puede cursar de diferentes maneras, ya sea asintomática, con síntomas leves o moderados o con formas clínicas más graves. Durante estos años se han publicado múltiples estudios que describen factores de riesgo, tanto para contraer la infección como para desarrollarla con posterioridad de forma más grave, como son los factores de riesgo cardiovascular (obesidad, hipertensión arterial, diabetes mellitus, niveles elevados de colesterol o consumo de tabaco, entre otros) y también el antecedente de patologías como la enfermedad cardiovascular o la enfermedad respiratoria crónica.
Todos estos factores tienen una elevada prevalencia en la población canaria. Por otro lado, es relativamente frecuente encontrar estudios publicados que hacen referencia a factores de riesgo de mortalidad durante la fase aguda de la infección, es decir, se ha evaluado la mortalidad de los pacientes que fallecen durante su estancia en el hospital. Sin embargo, no está bien estudiado qué ocurre a largo plazo con los pacientes que superan la infección aguda y que presentan los factores de riesgo descritos previamente. El objetivo de este estudio, firmado en la revista Diseases por la investigadora Candelaria Martín González, del Departamento de Medicina Interna, Dermatología y Psiquiatría, fue evaluar cuántos pacientes fallecieron tras haber sufrido una infección COVID-19 con ingreso en el Hospital Universitario de Canarias tanto durante la fase aguda de la infección como a los diez meses después del alta hospitalaria y analizar qué factores eran predictores de mayor riesgo de muerte.
Se incluyó en el estudio a un total de 762 pacientes que ingresaron de forma consecutiva en la Unidad COVID del Hospital Universitario de Canarias en las primeras tres olas de la pandemia (desde marzo hasta diciembre de 2020), todos con confirmación mediante test diagnóstico. Los criterios para incluir a los pacientes en el estudio fueron fundamentalmente criterios médicos que supusieran tener algún factor de riesgo para desarrollar infección grave como edad mayor de 60 años, hipertensión arterial, enfermedad cardiovascular (insuficiencia cardíaca o haber sufrido un infarto de miocardio previo), obesidad, enfermedad pulmonar crónica, cáncer, sufrir deterioro cognitivo, padecer alguna patología que comprometa el sistema inmune o estar en tratamiento inmunosupresor, pacientes trasplantados o pacientes con enfermedad renal crónica.
Otro criterio de inclusión en este grupo fue la gravedad clínica (neumonía bilateral, insuficiencia respiratoria) y también factores sociales como la incapacidad de autocuidado o pacientes que necesitaban ingreso porque no podían aislarse en domicilio o vivían en residencias con otros pacientes vulnerables. A todos se les realizó una historia clínica y exploración física completas, análisis y radiografía de tórax. El seguimiento fue diario mientras duró el ingreso y posteriormente se reevaluó a los diez meses la supervivencia.
En relación con los principales resultados, los investigadores encontraron que durante el ingreso fallecieron 108 pacientes y tras los diez meses de seguimiento, murieron un total de 195. Los principales factores que se asociaron a mayor riesgo de mortalidad durante el ingreso fueron la descompensación cardíaca o renal y la edad superior a 71 años. Al evaluar cuáles se relacionaron con la mortalidad a largo plazo fueron el hecho de haber presentado una descompensación cardíaca o renal durante el ingreso, el antecedente de deterioro cognitivo o de cáncer y el aumento de leucocitos en la analítica de ingreso.
La principal dificultad a la hora de realizar este estudio fue la sobrecarga asistencial que sufrió el sistema sanitario durante la pandemia, “cuando tuvimos que valorar a muchos pacientes con infecciones graves, haciendo muy difícil plantear una investigación de esta naturaleza”, señalan. “Sin embargo, quisimos encontrar respuesta a la pregunta de cómo se comportaría esta infección a largo plazo, con el objetivo de que los resultados de la investigación repercutieran en una mejor asistencia a nuestros pacientes”. Esta motivación fue el impulso para la realización de este trabajo, del que ha derivado la tesis doctoral de Víctor Vera Delgado, leída recientemente en la Universidad de La Laguna.
En la evaluación de estos pacientes participaron muchos sanitarios y técnicos en cuidados auxiliares de enfermería, enfermeras, enfermeros y médicos, cuyo trabajo fue fundamental. Estos resultados pueden ayudar a identificar a los pacientes a quienes debe realizarse una vigilancia más intensa tras recibir el alta del hospital para mejorar el pronóstico a largo plazo.