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El exdirector del CNI Félix Sanz desgranó las claves del convulso orden mundial en una jornada del Consejo Social

viernes 07 de marzo de 2025 - 12:00 GMT+0000

Félix Sanz Roldán durante su disertación en el Espacio Mutua Tinerfeña, invitado por el Consejo Social de la ULL.

El Consejo Social de la Universidad de La Laguna ha concebido un nuevo ciclo de charlas que, con el nombre genérico de “Diálogos”, abordará problemáticas de actualidad con especialistas de renombre. El primero de estos encuentros se celebró ayer, jueves 6 de marzo en el Espacio Mutua Tinerfeña de La Laguna, y abordó el convulso orden mundial de la actualidad, marcado por la irrupción de Donald Trump en el panorama internacional, de la mano de Félix Sanz Roldán, director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) entre 2009 y 2019 y, actualmente, presidente del Consejo Social de la Universidad de Castilla-La Mancha.

Sanz comenzó su intervención dejando claro la extrema dificultad que supone abordar la cambiante geopolítica internacional en estos momentos: “No podré ofrecerles la solución de cuál va ser el orden mundial el mes que viene, y no creo que haya nadie en el mundo que lo sepa”. Y es que, en su opinión, lo que ha sucedido con la llegada del nuevo inquilino de la Casa Blanca es que “alguien la ha dado una patada al tablero, las fichas han salido volando, pero, por fortuna han caído otra vez dentro. Hay que ver qué hacemos con esas fichas, si seguimos con las mismas reglas u otras, y si sus capacidades van a ser las mismas. Es una situación compleja”.

Sanz Roldán explicó que el orden mundial tiene como forma definitiva el que haya equilibrio, “que alguien no haga nada que no puedan soportar quienes están alrededor. La paz es otra cosa”. Se trata, pues, de un sistema de reglas que entidades políticas internacionales, que no tienen por qué ser exclusivamente estados, deciden asumir para lograr cierta armonía a pesar de que cada una de estas entidades peda tener ideas muy diferentes. En este contexto, la diplomacia es un recurso fundamental.

Una característica que el exdirector del CNI aprecia es que los sucesivos órdenes mundiales que han existido es que han cambiado a un ritmo cada vez mayor: partiendo de la Paz de Wesftalia (1648) que introdujo las ideas de la inviolabilidad de las fronteras y la soberanía de los estados, pasaron casi doscientos años hasta que el Congreso de Viena (1815) instauró un segundo orden mundial tras las guerras napoleónicas. El tercer cambio se produjo ya un siglo después, con el inicio de la Guerra Fría y apenas duró 50 años, pues la caída del Muro de Berlín impuso un nuevo status quo. Y la caída de las Torres Gemelas trajo otro; y la salida de Estados Unidos de Afganistán, otro más; y de nuevo hubo una alteración con la invasión de Ucrania.

Por ello, para el experto, el 20 de enero de 2025, inicio de la segunda presidencia de Trump, arrancó otro orden mundial y, dado lo vertiginoso de los cambios, es impredecible qué va a suceder. Hasta entonces, el mundo está definido por un polo de poder, que era el estadounidense y se sustentaba en su poder militar; y un polo de influencia, representado por China y su soft power; mientras que los restantes países basculaban hacia uno u otro según sus intereses. Ahora han aparecido dos polos más: Rusia, que era un paria y, “por obra y gracia de Trump”, vuelve a ser un jugador internacional”; y la Unión Europea, que se ha visto obligada a actuar a una velocidad a la que no está habituada.

Sanz opina que, pese a que la situación parece alarmante, no se deberían adoptar decisiones precitadas porque lo cierto es que EE.UU. esta más débil y dentro de cuatro años, con las nuevas elecciones presidenciales, la situación podría cambiar. E incluso antes: dentro de diecisiete meses son las “midterm elections”, en las cuales Trump podría ver debilitado su poder. “A China se le han puesto las cosas fáciles, porque ni siquiera EE.UU. puede prescindir de ella. Sin China, los Tesla no se podrían fabricar, pues el 40% de sus componentes procede del país asiático, y la industria de semiconductores también depende de ellos”.

A su juicio, el nuevo presidente estadounidense “no ha podido empezar peor soltando lastre con cuatro abandones”: Gaza, Ucrania, Taiwán y la UE. Esto se debe, en parte, a que “Trump no entiende la economía, ve las partes pero no el todo”. Y por ello, cree que incluso internamente va a tener oposición en relación a los aranceles que impondrá a las importaciones; ya ha tenido un encuentro con fabricantes de automóviles que probablemente le habrán explicado la importancia que para esa industria poseen países como México, Canadá y Alemania.

En cuanto a Rusia, no cree que Putin sea proclive a negociar y Sanz considera que se debe trabajar para lograr una relación de mutua confianza, pero recordándole que “ya no es un imperio”. Trump desea fervientemente la foto del apretón de manos con el presidente de la Federación Rusa que lo convierta en el artífice de la paz, pero el dignatario del este se hace de rogar, y por ello el estadounidense presiona todo lo que puede a Ucrania para satisfacerlo.

Todo esto puede ser bueno para Europa, porque ha sido un auténtico “toque de diana”. Por un lado, es positivo que Reino Unido, aliado natural de EE.UU, se haya virado hacia Europa. Por otro, si bien el Tratado de Maastricht (1993) ya hablaba de crear una política exterior común que debía convertirse en una política de defensa común y, finalmente, en una defesa común, lo cierto es que en todo este tiempo no se habían dado pasos serios para cumplir ese compromiso. Y, en cambio, ahora se cuenta con 800.000 millones para defensa sobre la mesa.

“Poner el dinero no es suficiente, hay que saber qué hacer con él, tiene que venir acompañado por una política común, una estrategia y una industria de defensa. Queda mucho por hacer, pero hemos empezado y eso es algo que creo que Trump no esperaba”. Además, en su opinión Europa cuenta con algo distintivo: unos valores generados durante siglos, que son los que siempre ha aportado Europa al concierto internacional, y que suponen su auténtica fortaleza.


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