Skip to main content

Javier Urra considera que la dureza de la sociedad actual incide negativamente en los menores

lunes 11 de febrero de 2008 - 00:00 GMT+0000

El psicólogo forense de la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia y Juzgados de Menores de Madrid Javier Urra ha abierto hoy, lunes 11 de febrero de 2008, las I Jornadas Canarias sobre Menores con Medidas Judiciales: Estrategias de Intervención en medio abierto, que se celebran hasta mañana en el Aula Magna de la Facultad de Física y Matemáticas de la Universidad de La Laguna. El ponente repasó las causas que contribuyen a generar violencia en el ámbito de los menores, las cuales tiene un elevado componente social. Se está inoculando una dureza innecesaria en la sociedad, y la noción de que el otro es un enemigo potencial. Todo esto llega al menor y le produce inseguridad. Aunque no lo dicen, muchos niños tienen miedo.

Previa a esta intervención, las jornadas fueron formalmente inauguradas por el rector de la ULL, Eduardo Doménceh Martínez. En el acto también estuvieron presentes la directora del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la ULL; Beatriz Triana Pérez; el Jefe de Servicio de la Dirección General de Protección del Menor y la Familia del Gobierno de Canarias, Juan Carrero; la presidente de Forem Canarias, Pino Fuentes; el presidente de Asociación Barrio, Erasmo Rodríguez; y la profesora del departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la ULL, M Dolores García.

Javier Urra tiene una dilatada experiencia en el ámbito de la atención legal infantil. Además de ser autor de varios libros sobre el asunto, fue Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid entre 1996 y 2001, y actualmente es presidente de la Red Europea de Defensores del Menor y patrono del Comité Español de UNICEF. En su ponencia quiso caracterizar los diferentes componentes que contribuyen a fomentar la violencia en edades tempranas. ésta se puede producir o bien de adultos hacia niños, de niños entre iguales e incluso de niños hacia adultos.

El especialista considera que la educación es primordial en prevenir este tipo de violencia, pero entendida en un sentido amplio, es decir, no sólo circunscrita a los centros educativos, sino, sobre todo, a las relaciones familiares. Por ello, Urra señaló que aparte de la física, hay otros modos de ejercer violencia psicológica a través de actitudes, comentarios y conductas que están muy extendidos en la sociedad.

Así, el ponerte recordó que desde la época de los romanos existe un concepto equívoco del término patria potestas. Estrictamente hablando, el término debe entenderse como la responsabilidad de proteger al menor que tiene los adultos, pero en la práctica, los padres lo interpretan como una pertenencia real de sus descendientes. En el propio lenguaje coloquial se extiende el uso de es mi hijo, acompañado de determinados comportamiento comunes, pero claramente lesivos para los infantes, generalmente relacionados con compartir con los ellos determinadas actividades no aptas para ellos. En ese sentido, el ponente se preguntó que si era lícito que un adulto se llevara de caza a su hijo, o quines salgan de noche se lleven a sus niños al bar.

En otro momento, siguiendo esa línea de razonamiento, Urra puso como ejemplos a algunos toreros, o a estrellas del deporte como el futbolista Raúl o Fernando Alonso. A todos nos gusta que ganen, pero cuando nos planteamos a qué edad comenzaron, miramos hacia otro lado.

Urra recordó la importancia de cuidar qué se dice a los menores, y puso ejemplos de comentarios y hechos que reiteradamente pueden herirlos, muchas veces sin que sus progenitores sean conscientes de ello: cuando los padres de varias niñas tienen un hijo varón, y realizan comentarios del tipo cuánto lo habíamos anhelado, minusvalorando así a las niñas que lo oyen; decirle a un hijo me has defraudado; ponerle a un hijo el nombre de otro fallecido previamente; etc.

El experto también abogó por fomentar la calidez y los afectos, ya que en general, se vive en un ambiente de queja permanente que cala en los menores. Así, hay que favorecer el diálogo y, en lugar de cebarse en criticar lo malo, acostumbrare a agradecer también las cosas bien hechas, para crear un ámbito de optimismo. También se debe cuidar la propia conducta: Los valores son importantes: de poco sirve decirle a un hijo que no agreda a otros alumnos del colegio, si luego uno se dedica a hacerle mobbing a los compañeros de trabajo; o decirle que no beba si luego ve a los padres haciéndolo. Se educa con el ejemplo, y eso a veces se olvida.

El ponente también criticó el papel de los medios de comunicación por varios motivos. En primer lugar, porque se limitan a informar de los hechos violentos protagonizados por menores, pero luego no siguen la historia para relatar las sanciones que se aplican o de las medidas que se adoptan. Además, contribuyen a extender tópicos que no son reales. Estoy harto de escuchar eso de que los niños víctimas de abusos se convierten en abusadores: sólo un 20% lo hace, pero ya es lago que se da por hecho en la sociedad. Si se actúa a tiempo, se pueden prevenir esas actitudes.

De la ponencia de Urra se trasluce que en gran medida, y como es lógico, lo que suceda con los menores será un reflejo de la propia sociedad. No se educa en el esfuerzo, sino en la búsqueda de la satisfacción inmediata, y tampoco se fomenta la comprensión de los otros: el yo se ha hecho más importante que el nosotros.

Con todo, el ponente señaló que, según un estudio de la UNICEF, España es el sexto país del mundo en el que los niños se consideran a sí mismos más felices, muy por encima de Reino Unido o Estados Unidos. Si miramos en conjunto, los problemas que podamos tener aquí son pocos, en comparación a los menores del áfrica subsahariana, atenazados por el SIDA, o los de Latinoamérica, muchos de ellos sometidos al trabajo infantil. Aquí por supuesto que hay problemas, como la violencia o la anorexia, pero son problemas de una sociedad opulenta.

Para finalizar, Urra ofreció una serie de medidas que se deberían adoptar. En lo social, habría que ser más proactivos para que los niños aprendan a desenvolverse por sí mismos, y no a delegar en otros. En los casos de maltrato, se debe acelerar la actuación, ya que la creencia de que los hijos están mejor con los padres no siempre es cierta, y a veces retirarles la custodia es lo mejor para los menores. También se deben dar sanciones ejemplares, ya que muchos menores crecen con cierta sensación de impunidad que puede acabar en comportamientos violentos.


Archivado en: Docencia